Los mejores ‘Puncheurs’ del ciclismo

Es habitual, siempre que arranca el año, hacer balance del que termina, renovar energías y marcarse nuevas metas. Estrenamos la agenda en enero y anotamos con entusiasmo los grandes objetivos de la temporada. Yo no iba a ser menos y, aún con la resaca de los Reyes Magos, me enfrento a un importante reto. Si están pensando que me he apuntado al gimnasio o que estoy ahorrando para un curso de inglés, se equivocan. Mi propósito es más sencillo, al menos en cuanto a logística y economía. Pero su complejidad es alta (sobre todo, pensando en el conocimiento ciclístico de los lectores).

A pesar de ello, en homenaje al nombre de la revista, vamos a (tratar de) definir al corredor puncheur. Al ser un término que acuñamos del francés, lo primero que se me ocurrió (en un alarde de ingenio) fue acudir al traductor de Google, donde encontré que su significado es “pegador”. Me quedé como estaba. Proseguí con la investigación y, tras consultar y contrastar varias fuentes, pude ir anotando en la agenda puntos en común, coincidencias entre periodistas y entendidos a la hora de explicar qué tipo de ciclista encaja más y mejor en el perfil puncheur.

Enseguida noté que había dos grandes corrientes de opinión. La primera definía al puncheur como un rodador capaz de superar la media montaña (un pasista de toda la vida), con potencia para arrancar y mover muchos vatios en poco tiempo. Mientras que la segunda corriente se inclinaba más por los corredores de bajo peso y mucha explosividad, ideales para esprintar en cortos y empinados muros.

Decidí entonces repasar los highlights de figuras que representaran ambas corrientes de opinión. Vi por enésima vez a Mathieu van der Poel destrozar el contador de vatios por segundo en Vía Santa Caterina y a Alejandro Valverde soltar de rueda a grandes rivales en el Muro de Huy. Recordé a Peter Sagan aprovechando los puertos de menor entidad para romper un sprint masivo. Y a Paolo Bettini engrosando su palmarés a base de oportunismo, punch y buenas piernas. Y, de vuelta a la actualidad, me deleité con las arrancadas de Wout van Aert en el Tour de Francia partiendo en pedacitos el pelotón. También a Primoz Roglič sumando etapas y bonificaciones a base de “pancartazos”.

Pensé entonces que hay corredores con una gran potencia que pueden coronar con ventaja una corta y empinada colina. También hay otros que, en un día de inspiración, pueden sortear con mucha clase un par de cotas. Sin embargo, ¿se comportan todos igual ante un recorrido netamente puncheur? Me dispuse entonces a la que sin duda fue la parte más difícil del proceso: escoger las cinco pruebas que mejor representan a los pegadores (¿se acuerdan?). Y es que claro, ¿cómo convencer a alguien de que la Milán San Remo con su afamado Poggio no es una prueba puncheur? ¿o que el Tour de Flandes, con sus muros de adoquín, no es el terreno más propicio para corredores explosivos?

Me dispuse a analizar la Milán-San Remo y el Tour de Flandes, revisando videos como si el Maldini del ciclismo me hubiera poseído. En el primero de los monumentos son muchos los desenlaces con llegada masiva. Pero incluso con el Poggio como protagonista, sus rampas no acaban de ser el factor decisivo. Basta con repasar las últimas ediciones para comprobar que es una cota en la que es complicado abrir hueco. Siendo relativamente sencillo engancharse a rueda, incluso a la de los corredores más determinantes.

Es una carrera donde prima el oportunismo (Van der Poel al coronar en 2023) y la valentía (Mohorič en el descenso del 2022). Por otro lado, el recorrido del Tour de Flandes está plagado de adoquines y, aunque es cierto que los corredores con punch pueden tener éxito cuando llegan los muros, predominan los rodadores fuertes y pesados (Tom Boonen o Fabian Cancellara), quienes suelen imponer sus condiciones en los tramos llanos de asfalto y de pavés.

Finalmente, si bien considero perfectamente elegible como prueba para puncheurs a la Strade Bianche, su corta trayectoria (17 ediciones), no permite medir y comparar a los corredores del presente con los del pasado. Al mismo tiempo que descartaba unas carreras, iba añadiendo otras a la selección. El consenso es total cuando se trata del tríptico de Las Ardenas, el parque de atracciones de los puncheur, con el muro de Huy, el Cauberg y La Redoute destacando como sus montañas rusas favoritas. Me faltaban dos más y, después de un riguroso estudio, un intenso debate y unas encuestas que resultaron definitivas, me decanté por el Giro de Lombardía y la Klasikoa. Demasiado montañosas, pensarán. Sin embargo, cuando uno repasa sus recorridos, se convence de que los escaladores puros no son los favoritos a la victoria.

Recientemente, corredores como Thibaut Pinot o Adam Yates han ganado, de acuerdo, pero insisto en que no es lo habitual. En el caso de la Klasikoa, las cotas categorizadas suelen ser cortas y empinadas. Insuficientes en longitud para que un escalador puro se frote las manos. En el caso de Lombardía, hay un par de subidas más largas (de unos 10 km). Pero son demasiado tendidas. Ambas clásicas son carreras de fondo, con un continuo sube y baja, ideales para que sea una arrancada explosiva o un remate al sprint los que decidan la carrera.

Como veo que alguno todavía no está de acuerdo, acudamos al palmarés. Si repasamos los últimos ganadores del Giro de Lombardía, reinan los corredores de clásicas de primavera y de etapas de media montaña: Fuglsang, Mollema, Daniel Martin, Purito Rodríguez, Esteban Chaves, Gilbert o Bettini. Lo mismo ocurre con la lista de triunfadores en la Klasikoa: Evenepoel, Powless, Alaphilippe, Kwiato, Valverde o Gallopin.

En conclusión, un puncheur es un corredor explosivo, con facilidad para superar pendientes cortas y empinadas, destacando su capacidad de demarraje para atacar y su sprint de montaña para rematar. Si bien algunos corredores corpulentos (los de la primera corriente de opinión que les conté al principio) llegan a encajar en esta definición, son los recorridos de las grandes pruebas los que les dejan en segundo plano. Son capaces de ganar, sí. Pero predominan los corredores de menor peso (segunda corriente de opinión). Aquellos que superan un muro tras otro como si se deslizaran sobre el asfalto.

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Foto: Sirotti

Gráfico: Clasificaciones Históricas