15 de marzo de 1971. Grote Jaarmarktprijs, Retie (Amberes, Flandes, Bélgica). El joven campeón del mundo, el belga Jean-Pierre Monseré, 22 años, del equipo Mars-Flandria, se está preparando en pequeñas carreras belgas de cara a la Milán-San Remo, que se disputará el 19 de marzo, mientras Eddy Merckx (Molteni), el principal favorito y rival, se pone a tono en la París-Niza. Un par de días antes, Monseré ha sido 2º tras su compañero Roger de Vlaeminck en la Omloop van het Zuidwesten, y 9º el día anterior en el Circuit des XI Villes en Brujas, con victoria de otro compañero, Harry Van Leeuwen. Hoy parece un buen día para cualquiera de los Flandria. «Jimpi» Monseré tiene ganas de lucirse en su país vestido de arcoíris, tras ser décimo en la semana previa en la Kuurne-Bruxelles-Kuurne.
15 de febrero de 1987. Trofeo Luis Puig en Benidorm (Alicante, España). Vicente Mata Ventura, 23 años, de Vila-real, disputa una de sus primeras carreras con el modesto equipo Colchón CR (luego Helios), liderado por Miguel Ángel Iglesias y Ricardo Zúñiga, y dirigido por el valenciano Joaquín Pérez Soliva. A Vicente se le ha escapado la cabeza de carrera, pero pelea por acabar la carrera de casa y hacer méritos para hacerse hueco para otras pruebas.
28 de febrero del año 2000. Séptima etapa de la Vuelta a la Argentina, en torno a San Juan. El español Saúl Morales Corral (25 años, Leganés, Madrid) es uno de los ciclistas que se ha quedado cortado por los abanicos tras trabajar para el sprinter Martín Garrido, su líder en el equipo Relax-Fuenlabrada. El equipo ha venido para pelear etapas y en la segunda Garrido se había quedado muy cerca en la llegada en su Córdoba natal, solo superado por Luca Paolini (Mapei Quick Step). Maximino Pérez le indica a Saúl que, si puede, colabore con los que van por detrás para intentar volver a engancharse al grupo principal.
Dicho y hecho: a toda velocidad, el grupito en el que va Saúl se releva y alcanza una gran velocidad aprovechando la zona de bajada y viento favorable. Saúl es un currante que ya ha trabajado en bastantes batallas para Garrido en España y en América: en 1999 sí tuvo una oportunidad para él y logró una victoria de etapa en la Vuelta a Venezuela. Entiende bien su rol: trabajar y dejarlo todo, aunque luego le toque sufrir para entrar descolgado.
10 de septiembre de 2010. Tercera etapa del Giro della Regione Friuli Venezia Giulia, en Italia, entre Maniago y Forni di Sopra. Thomas Casarotto, 19 años, de Schio (Veneto), cumple su segundo año sub-23 en el equipo GS Zalf-Désirée-Fior de Gianni Faresin. En la prueba destacan ciclistas como Matteo Trentin o Vegard Stake Laengen. En junio, Casarotto ya ha disputado su primer Giro d’Italia sub23. Es un año de rodaje y Thomas asume que su papel es acabar cada etapa y trabajar para el equipo.
8 de septiembre de 2023. Primera etapa del Tour de Hokkaido, en Japón, entre Higashikagurai y Shintoku. Kota Ikarashi, 21 años, participa con el equipo de la universidad de Chuo, aunque su club habitual es el Yowamushi Pedal Cycling Team. A pesar de ser una prueba UCI, dos de los principales equipos japoneses de categoría UCI continental, Ukyo y Matrix, han preferido no participar y los organizadores han completado la lista de inscritos con siete equipos universitarios. Ikarashi busca un contrato en uno de esos equipos profesionales y lleva un buen año, con varios top10, incluyendo un 5º puesto en el campeonato nacional absoluto en ruta. Descolgado en la subida, Kota intenta remontar haciendo un rápido descenso.
De cara a la estadística, Monseré, Mata, Morales, Casarotto e Ikarashi obtuvieron el mismo resultado: DNF (Did Not Finish). No acabaron. Aparentemente, abandonaron. Sin embargo, lo que tristemente hicieron los cinco fue abandonar este mundo. ¿Qué acabó con sus vidas? Un coche mal estacionado (Jimpi Monseré), un vehículo que invade la calle pensando que ya han pasado todos los ciclistas (Vicente Mata), un camión que cruza la calzada (Saúl Morales), un golpe contra el retrovisor de un coche aparcado en una zona de descenso (Thomas Casarotto) o un coche que circula por el carril contrario en una curva en bajada en una prueba en la que solo se ha cortado el tráfico en uno de los dos carriles de la calzada (Kota Ikarashi).
Sigo con frecuencia pruebas UCI modestas de todo el mundo, de la categoría más baja (class 2, 1.2.-2.2.). No es algo generalizado, pero sigo viendo de vez en cuando situaciones peligrosas de tráfico abierto o vehículos mal aparcados, especialmente en pruebas en América. El reglamento de la Unión Ciclista Internacional respecto a la seguridad de la carreras incluye en su articulado que «el organizador de cada carrera debe proveer y adecuar la seguridad colaborando eficazmente con la policía» (1.2.060), «asegurándose de que la carrera no incluya lugares o situaciones que sean un potencial peligro para nadie» (1.2.061).
Desde 2005, también incluye artículos muy específicos sobre el tráfico abierto: «Todo el tráfico se detendrá en el recorrido a medida que transcurra la carrera (1.2.062).» En cualquier caso, indica que la responsabilidad será de los organizadores: «En ningún caso la UCI podrá ser considerada responsable de los defectos del recorrido o de las instalaciones ni de los accidentes que puedan producirse.» (1.2.063)
Entre las carreras mencionadas en este artículo, alguna prueba como la Vuelta a la Argentina no ha vuelto a celebrarse tras fallos graves en la organización que trajeron fatales consecuencias. Otras sí continúan. Muchas veces se pasa la responsabilidad a los propios ciclistas, como ocurrió en el CIC-Tour Féminin International des Pyrénées (WE 2.1), en junio de 2023: fueron las ciclistas quienes pusieron pie a tierra ante las múltiples situaciones de peligro por tráfico abierto que fueron relativizadas por los organizadores. Desde mi punto de vista, no se puede «pasar esa patata caliente» a los ciclistas, quienes muchas veces pueden sentir la presión de seguir corriendo por parte de equipos, patrocinadores u organizadores, con otras prioridades por encima de la seguridad.
Una prueba de categoría UCI incluye a comisarios que deberían prevenir, perseguir y castigar estas situaciones, siempre evitables. No nos basta con que controlen irregularidades y multen con bastantes francos suizos por el largo de los calcetines, agarrarse del coche de equipo, tirar basura en lugares no habilitados u orinar en público. Su trabajo debería cuidar también algo tan esencial como la seguridad.
Hay muchos corresponsables cuando se asumen estos riesgos que ya han acabado en tragedia unas cuantas veces. Los aficionados exigimos también contundencia por parte de la UCI, no queremos ser espectadores pasivos. Ya mueren demasiados ciclistas en carretera cada año como para que también las competiciones contribuyan a aumentar el número de víctimas.
Fotos: TDW / Getty
Touriste-routier interesado por la historia y el salseo en bicicleta. Seguidor del ciclismo más modesto, global, diferente y, muchas veces, bizarro. Mis «grandes vueltas» cada año son el Tour du Rwanda y el Tour de Langkawi. Orgulloso colaborador en High Cycling y ahora de Le Puncheur. En redes soy «Viktor Frankenaerts» o @cyclinggeo
Hola Alberto:
Enhorabuena, un excelente artículo !
Y totalmente de acuerdo con tus conclusiones !
Un saludo,
Paco Avila
Gracias, Paco, por comentar. Es un problema preocupante este del tráfico abierto. Y eso que solo he hablado de pruebas UCI. Algunos compañeros me confirman que es generalizado que en muchas pruebas de ciclismo amateur o de categorías inferiores el tráfico solo se corte, como mucho, para cabeza de carrera y pelotón principal, quedando los rezagados expuestos (se les anima a abandonar y el tráfico abierto aumenta sin duda la presión para que se retiren de la prueba, pero también el riesgo que corren).