Vivimos en una época en la que el paso de juniors directamente al campo profesional está a la orden del día y lejos quedan ya los días en los que Arkaitz Durán era un rara avis, como nos hablaba anteriormente en esta web nuestro compañero José Manuel Gutiérrez ‘Gallu’. Es por ello que uno puede preguntarse si realmente es necesario un paso intermedio entre «los niños» y «los mayores». Este es un tema de debate que puede alargarse eternamente, así que, además de intentar dar una respuesta a tan compleja pregunta, veo necesario hacer una reflexión más amplia contando los factores generales del ciclismo que influyen en nuestro pequeño nicho.
Factores considerables
Es imposible centrarse en un tema así sin pararse en la multitud de factores transversales que afectan tanto directa como indirectamente al mundo del ciclismo de formación.
Dinero, desigualdad y demás consecuencias del capitalismo
El ciclismo es un sistema que se puede simplificar con la etiqueta de libre mercado. Mientras que las cuentas de un equipo cumplan los requisitos mínimos de la UCI, cada uno puede poner el dinero que considere oportuno. Y de esa manera los sueldos se regulan por la ley de la oferta y la demanda (cumpliendo el salario mínimo). Es fácil entender que si un equipo ofrece X y otro equipo ofrece el doble, el sueldo que va a exigir un ciclista es 2X. De otro modo, si solo se puede ofrecer hasta X, el sueldo nunca va a poder ser 2X. En términos más técnicos, la libertad total de presupuesto está provocando una inflación inalcanzable para el 99% de los equipos ciclistas del mundo. Y eso, evidentemente, influye en el tema que estamos tratando.
Tanto un ciclista de 18 como uno de 32 van a elegir la opción que más garantías les dé y esto se agudiza si hablamos de adolescentes que se están encontrando con cifras mareantes en su primer sueldo. Alguien podrá rebatir que existen intereses deportivos o personales que pueden equilibrar la balanza hacia equipos más pequeños pero me gustaría saber si esas personas en sus vidas laborales rechazarían un contrato de cinco cifras de larga duración para poder destacar más en otra empresa cobrando menos y con un futuro más incierto. Partiendo de esta base, queda claro que cualquiera de nosotros elegiríamos firmar con un equipo World Team, ya sea empezando desde el filial o directamente desde el primer equipo.
Con todo esto dicho, podemos estar de acuerdo en que la única forma de que un talento de nivel mundial pueda siquiera plantearse pisar la categoría sub23 es de la mano de un filial totalmente profesionalizado y, en muchos casos, con el futuro ya asegurado a medio o largo plazo. Hablaré de esto más tarde.
Los sub23 como arma publicitaria
Es innegable que el nuevo poderío económico del ciclismo se sustenta en dos pilares: la condición de deporte «verde» y la confianza del aficionado medio en que la época de hacer trampas acabó. Esto último es algo que bien merece otro artículo pero lo primero es una de las razones por las que existe una inflación imparable de ciclistas en edades de formación.
El ciclismo es todo imagen de marca porque así lo estipula el modelo de negocio en el que se basa y encontrar a la siguiente gran estrella del deporte que dé una imagen positiva del patrocinador es primordial. Los equipos, apoyados por sus sponsors, se abalanzan a por ciclistas de 17, 18 o 19 años con la esperanza de que sean the next big thing. El ya conocido greenwashing no es más que manipular sutilmente a una población objetivo (en este caso con los mejores ciclistas del mundo) para crear una imagen de sostenibilidad y cuidado del medio ambiente de la marca o país deseado. Evidentemente hay un interés deportivo pero no hay que ser ilusos y pensar que todo se hace con fines meramente deportivos.
Con esto sobre la mesa invito al lector a que piense en un equipo de tercera categoría o amateur ficticio con el mejor calendario de carreras sub23 posible y un patrocinador local apasionado del deporte e intente imaginar cómo puede competir contra multinacionales petroquímicas o equipos-estado para atraer al adolescente que se ha criado a 10 kilómetros, por ejemplo, de la sede del equipo y al que han visto crecer.
¿Qué hacías tú con 17 años?
Cada vez está más extendido juzgar a ciclistas menores de edad como si fueran tres, cuatro o más años mayores de lo que son. Gran parte de mis lectores son adultos y evidentemente también lo son los que ojean y contratan a estos niños. Cuando se crece se olvida inconscientemente o se crea una falsa percepción de lo que es la vida a esas edades y se confía, en mi opinión equivocadamente, en un adolescente para que aguante la presión como un adulto y tome decisiones tan trascendentes como dónde ir en su primera y quizás única experiencia en el profesionalismo.
O peor aún. Se confía en un tercero que se beneficia económicamente de estos acuerdos para que encamine la vida de un ciclista de 17 años. Yo sé lo que estaba haciendo a esa edad y ahora, no tantos años después, cambiaría muchas decisiones que tomé. Pongo la mano en el fuego por que el lector siente algo parecido.
Estamos aceptando un modelo en el que ciclistas como Håkon Eiksund Øksnes, que ni siquiera ha debutado en juniors, en su 17º cumpleaños ya tenía firmado un contrato con Visma asesorado por la agencia de representación de Alex Carera (Tadej Pogačar, Cian Uijtdebroeks, Albert Withen Philipsen, etc) para subir a sub23. ¿Si con 16 años y todavía corriendo en carreras desconocidas como el U6 Cycle Tour en Suecia te llama el agente más importante del mundo para firmar con el mejor equipo del mundo dirías que no sean cuales sean las condiciones? En unos años el debate que nos acompaña en este artículo pasará a ser si es necesaria la categoría junior. Por eso me parece tan importante tratar este tema antes de que sea tarde.
¿Es necesaria la categoría sub23?
Mi respuesta es que sí pero con matices sobre la idea actual. Sobre todo en aficionados más veteranos es habitual escuchar el término «viene de amateurs» al referirse a un ciclista sub23 que muy probablemente ha sido profesional durante uno, dos o tres años. Ese era el propósito de carreras como el Tour del Porvenir, donde los mejores amateur del mundo, incluyendo ciclistas más veteranos, competían por una victoria de prestigio que les catapultara al profesionalismo. Esto ha cambiado para limitar la edad de los participantes pero en cierto modo también está en peligro de perder su esencia. Voy a utilizar el Tour del Porvenir como ejemplo para que el lector tenga una idea clara de lo que pretendo transmitir pero soy consciente de que la categoría no se limita a esa carrera.
En las últimas 10 ediciones la mitad de los ganadores de la carrera francesa corrían en equipos Continentales o amateurs (Isaac del Toro, Tadej Pogacar, Tobias Foss, David Gaudu y Miguel Ángel López). La lista se reduce a Del Toro y López si buscamos a los ganadores completamente amateurs pero todavía no se ha llevado el maillot amarillo un ciclista de un filial. Sí uno de un WorldTeam (Cian Uijtdebroeks en 2022). Desde 2010, nueve de los trece ganadores de la carrera han subido inmediatamente a la primera división si no estaban ya. La posibilidad de ganarse un contrato es la naturaleza intrínseca de la categoría sub23 y por eso es extremadamente necesaria, como se ha demostrado en los casos mencionados e infinidad de otros ciclistas.
Sin embargo, esta naturaleza de exposición para conseguir el paso a la máxima categoría se está viendo amenazada por los factores descritos anteriormente. Tanto en la edición de 2023 (Matthew Riccitello) como en la de 2021 (Filippo Zana), uno de los favoritos venía de completar el Giro de Italia élite esa misma temporada. En la mencionada edición del pasado año había 3 ciclistas de equipos ProTeam en el top5, 1 World Team en el top10 y 6 ciclistas de filiales en el top15, incluidos Johannes Kulset y Simon Dalby con contratos ya firmados hasta 2027 y 2026 respectivamente con el primer equipo de UnoX. Eso deja a Isaac del Toro, Edgar Pinzón, Joseph Blackmore y Enekoitz Azparren como únicos ciclistas del top15 que llegaban en un estatus de verdaderos amateurs, con muchas comillas. Cuatro de quince.
Creo firmemente que la categoría sub23 no solo sigue siendo útil sino que es esencial para el correcto desarrollo de los ciclistas pero también creo que necesita una actualización para no perder la esencia de su existencia. Quizás la solución es simplemente una clasificación alternativa similar a la de los jóvenes con los mejores «no profesionales» o a lo mejor no necesita solución y el futuro es que las Carreras de la Paz o los Giros Baby de turno se lo jueguen entre 20 ciclistas de equipos llevados por agencias de representación.
O filiales de equipos profesionales que ya tienen su futuro asegurado o en su defecto han debutado ya con el primer equipo. A lo mejor esta es la idea general de los lectores y soy el último romántico que defiende un ciclismo que no se cierre a los 20 o 25 stakeholders, como les gusta llamarlo, que componen la utopía de los gobernadores de este deporte.
Fotos: CorVos / Meuleneur / UCI
A veces Alex, a veces ZipiZapismo. Durante gran parte de mi tiempo soy estudiante de informática, pero aquí escribo sobre chavales que montan en bicicleta. Tengo un blog, una cuenta de Twitter, alguna idea interesante y, sobre todo, una vida caótica. ¿Qué puede salir mal en una sección que dirige una persona de 21 años a la que nadie ha enseñado a escribir?
Muy de acuerdo con lo que se dice en este artículo.
En mi opinión, uno de los principales responsables de toda esta deriva es la propia UCI. Si el ciclismo, como bien dice el autor, se va a regular exclusivamente por las leyes del capitalismo más salvaje, ¿para qué necesitamos a la propia UCI? La UCI sobraría.
La misión de la UCI debiera ser proteger al ciclismo de las vicisitudes de ese capitalismo salvaje. Limitar presupuestos de los equipos, por ejemplo. Pero no porque sí. Limitarlos para que haya más igualdad entre esos equipos, y resulte más atractivo para seguir por los aficionados.
Actualmente, una gran empresa puede entrar al ciclismo y descabalgarlo brutalmente. Fichando a los mejores juniors del mundo en un momento dado. Qué más le da que un 80 por ciento de ellos se queden por el camino. Si con el 20 por ciento restante va a dominar el ciclismo durante los próximos años… a base de crear una desigualdad terrible que va a incidir en el seguimiento de las carreras por parte de la afición. No puede ser esto. La UCI debe regularlo de alguna manera.
Son cien mil detalles a los que la UCI se debería dedicar a regular, para proteger el ciclismo. Ahora mismo, el proyecto de SuperLiga al que quieren acceder los equipos más acaudalados no resulta atractivo para la afición, en mi opinión. Sólo resulta atractivo a los intereses corporativos de los equipos más poderosos. Y la UCI debería tomar medidas, defendiendo los intereses del conjunto del ciclismo, no sólo de unos pocos. Pero claro. Eso sería romper con la dinámica de décadas por parte de esa institución. Que se ha dedicado exclusivamente a recaudar, cerrando los ojos ante de dónde provenía ese dinero. A defender los intereses de los más poderosos, olvidando los intereses del ciclismo más modesto y tradicional.