Roglic, «el ciclista del pueblo»

En la era de los caníbales, de los genios, de los superhombres, un ciclista de carácter algo más conservador ha conseguido mantener intacto el cariño de todos los aficionados al maravilloso deporte del ciclismo. Con otras figuras o en otros deportes, probablemente la forma de competir de Primoz Roglič sería criticada, sobre todo si la comparamos con las exhibiciones de los Pogačar, Evenepoel o Van der Poel. Pero parece que, por una vez, los aficionados están tirando de memoria y siguen valorando a uno de los grandes vueltómanos de la historia como es el ciclista esloveno.

El ‘pancarterismo’ que tanto se critica a nivel general en el mundo del ciclismo parece seguir teniendo un ídolo de masas que se ha ganado a todos los aficionados a base de implicación, de coraje, de valentía -pese a no atacar a 80 kilómetros de meta-, de resiliencia y de exhibiciones en tan solo unos cientos de metros. Y lo más importante: se ha ganado el cariño de todos gracias a su carácter amable, humilde, sonriente y cercano. Alejado de otros jóvenes más ‘gallitos’ que quieren dominar el presente y el futuro del ciclismo.

Por ello, hemos bautizado a Primoz Roglič como el ciclista del pueblo, especialmente tras lo vivido en el pasado Giro de Italia que ya tenemos más que reposado. Por ello, voy a intentar ponerme en la piel de todos los integrantes del mundo del ciclismo para analizar las razones por las que, en la era de los Pogačar, Evenepoel o Van der Poel, Primoz Roglič, cuyo ciclismo puede resultar mucho menos espectacular que el de los otros, sigue causando tanta simpatía y devoción entre los aficionados.

Contra mil y una adversidades

El motivo número uno es esa capacidad de resiliencia que ostenta el esloveno, esa capacidad para enfrentarse a las adversidades para superarlas, en ocasiones, y no poder con ellas en otras. Eso sí, pocas caras largas hemos visto al bueno de Primoz cuando las cosas le han ido mal y no ha podido darle la vuelta.

Ejemplos tenemos por doquier, empezando por la famosa cronoescalada de Planche des Belles Filles donde se forjó la leyenda de Tadej Pogačar, pasando por la caída en Tomares en aquella Vuelta a España y hasta su avería en plena crono decisiva del Giro de Italia. A todo ello hay que sumar numerosas caídas que, por desgracia para él, solían ocurrir en momentos de ventaja, cuando se encontraba muy cerca de alcanzar su objetivo.

El carácter de Primoz es tan grande que nunca se rinde y, siempre con una sonrisa en la boca, trata de revertir la situación o enfrentarse a la decepción con la mejor de las caras. Este, sin duda, es uno de los grandes motivos por los que Roglič es tan querido por todo el ‘pueblo ciclista’.

Frente a los extraterrestres… Roglič es mortal, es batible, es frágil

Otro de los motivos es la fragilidad que muestra frente a la ‘inmortalidad’ de otros ciclistas del momento. Mientras los citados Pogačar, Evenepoel o Van der Poel parecen extraterrestres a los que es imposible doblegar, Roglič sí es humano y lo demuestra en todos los momentos. Roglič es batible, nadie le tiene el miedo que sí le pueden tener a los otros tres, pero, aun así, siempre busca maximizar sus cualidades y aprovechar los defectos de los rivales para ir conquistando carreras a base de arañar segundos.

Y es que otra cosa no, pero Primoz se conoce bien a sí mismo y conoce el ciclismo actual. Conoce sus limitaciones y sabe que, a tumba abierta, de tú a tú, no tiene la capacidad de sus rivales para abrir diferencias. Consciente de todo ello, trata de aprovechar al 200% su potencia, su explosividad y su capacidad para arañar segundos en base a ataques y bonificaciones, cerrando sus grandes triunfos gracias a su habilidad contra el crono. Precisamente esto, conocerse, ser consciente de sus limitaciones, es otro aspecto que el gran aficionado ciclista tiene muy en cuenta.

Humilde, cercano e implicado

En tercer lugar, su carácter también hace de Primoz un ciclista muy querido. Ya no hablamos de ese carácter rebelde contra las adversidades que hemos mencionado con anterioridad, sino de su humildad, de su cercanía con el público allá donde vaya. La eterna sonrisa que le acompaña y también las lágrimas de emoción o dolor dependiendo la circunstancia.

Lo vimos en la penúltima etapa del Giro al entrar en línea de meta y enterarse que, pese a haber perdido unos segundos valiosísimos por culpa de la mala fortuna, era el vencedor del Giro de Italia 2023. Lágrimas de emoción, de sacrificio, de orgullo. Su carácter emocional le sitúa por delante de otros que, además de mostrar actitudes en ocasiones chulescas, no tienen el nivel de implicación que sí tiene Roglič con todas las carreras -el mejor ejemplo lo tenemos con la Vuelta a España y su gran implicación año tras año-.

La emoción de los últimos 400 metros

Por último, aunque a todos nos encantan las exhibiciones de los Tadej, Jonas, Mathieu, Wout o Remco, todo cansa y ver ganar siempre al mismo y de la misma manera también acaba por ‘aburrir’ al aficionado al ciclismo. Por ello, esas exhibiciones de unos cientos de metros, esa emoción del sprint en cuesta, esa explosividad que muestra Primoz en cada llegada, también cuenta como exhibición, también es valentía jugárselo todo a una carta. Así como disfrutábamos con Valverde en Huy o en Lieja, ¡cómo no disfrutar de un Roglič desatado, en 400 metros para el recuerdo!

Por todos estos motivos, así como algunos apodaron a Voeckler, Nairo Quintana o al Chava Jiménez en su momento, consideramos a Primoz Roglič el ciclista del pueblo.

Fotos: Unipublic / ASO / Bora

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