Hablamos de las etapas más duras. Épica. De perfiles imposibles. De ciclistas que partían ese día con la aventura en el bolsillo del maillot y los espectadores ansiaban por que ese día llegara. Las grandes etapas de montaña que tantos mitos han construido y destruido. Las leyendas que han nacido en esos días, y que después han estado presentes, décadas después, en muchas conversaciones sobre ciclismo. Las etapas las hacen duras los ciclistas, es parcialmente verdad. También las condiciones climatológicas, o meteorológicas, que diría Antonio Alix. O lo contrario de lo que digas. Pero lo que consiguen esas etapas top, esos días que nadie se quiere perder es elevar la imagen del ciclismo. Fidelizar personas a la causa, ilusionar. Si además la etapa responde, tenemos un mito que esos mismos aficionados anhelarán por el resto de sus días.
El ciclismo se ha construido en base a estas epopeyas que casi podrían haber sido descritas en las líricas griegas, las de batallas, victorias y caídos en servicio. Pero sin lira. Y con los pedales y las combinaciones de plato y piñón a su disposición para sobrellevar el esfuerzo de la manera más eficiente posible. En algunos casos, el objetivo era poner la carrera patas arriba. En otros, la mera supervivencia. La elección de diez es difícil, representando épocas y centralizando, sobre todo, en las tres Grandes Vueltas, las que más margen tienen para poder recurrir a estas bombas nucleares en forma de perfiles. El pánico en los corredores, el brillo en los ojos de quienes estarán aplaudiendo a pie de cuneta o de sofá las gestas de sus héroes.
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Cuneo – Pinerolo… «un uomo al comando»
Fausto Coppi es el mayor mito, sin discusión, del ciclismo italiano. Y lo es en gran parte por exhibiciones como la que el campionissimo regaló aquel 7 de junio de 1949. Casi 200 kilómetros en fuga de los más de 250 que constaba la etapa. Maddalena, Vars, Izoard, Montgenevre, Sestriere y bajada hasta meta. Los Alpes franceses e italianos regalando un día para la historia del ciclismo, para desgracia de Adolfo Leoni, que perdió el liderato a menos del ciclista del mítico Bianchi. En 2009 se intentó repetir en forma de homenaje, pero la presencia en la corsa rosa de Lance Armstrong provocó que el Giro evitase el paso a Francia para evitar escándalos innecesarios. ¿O fue una exigencia del norteamericano para participar en aquel Giro?
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Les Orres y el eterno duelo entre Ocaña y Fuente
Imprescindible. Historia del Tour y del ciclismo español. Ocaña se encaminaba a recuperar la gloria que el descenso del Col de Menté le robó en 1971. El conquense dominaba la general, con un único rival que tenía capacidad para la preocupación, que era José Manuel Fuente, el ‘Tarangu’. Escapados los dos en solitario desde el Telegraphe, la victoria en Les Orres caería de lado del maillot amarillo. Un Ocaña que ganaba el Tour. Etapón con la Madeleine (puntuada de segunda), el temido encadenado de Telegraphe y Galibier, el Izoard, más el postre de la subida final.
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No diga Pra Loup, diga la tumba de Merckx
Casi todo sucedió aquí. Pra Loup es una estación de esquí francesa que celebró el 40 aniversario de esta etapa con una etapa que nada tenía que ver con la original. Entonces, seis puertos, un kilometraje acorde y nombres que han tardado en volver a la escena del Tour de Francia: La Colmiane, La Couillole, Valberg, Champs, Allos y Pra Loup. Casi 6.000 metros de desnivel y un espectáculo ver a Merckx retorcerse, víctima unos días antes del famoso puñetazo en Puy de Dôme y ahora de una pájara a 4 kilómetros de la cima que va a cambiar la historia del Tour y del ciclismo para siempre. Thevenet sentenciaba el Tour y recuperaba para Francia de las nostalgias de Anquetil y Poulidor.
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La Cobertoria, meta de una durísima etapa asturiana
Esta montaña que une y separa Lena de Quirós ha sido historia de la Vuelta a España. Nadie olvida el paso por la cima en 1993, con la caída de Zulle y el vuelo hasta el Naranco de Rominger. O las durísimas condiciones que sufrieron los corredores en 1999 camino del Angliru con abandono de Escartín y caída de medio pelotón. En proceso de arreglo, albergó la meta por primera vez de una etapa. Y lo hizo tras nada menos que siete puertos. Especial atención al Connio y al San Lorenzo, que se estrenaban en la carrera. Se vivió un gran espectáculo en la subida final, con Valverde de oro y Vinokourov demostrando que iba a ser más duro de roer de lo que parecía.
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Aprica, el summum de la dureza
Se hace difícil seleccionar una sola con llegada a Aprica. En 1994 el tridente Stelvio-Mortirolo-Santa Cristina destrozó el pelotón en mil pedazos. En 1996, la que nos ocupa, lo duro fue, además, la combinación con el día anterior, con Manghen, Pordoi (pordós) y Marmolada entre medias. La versión de 1999 o 2006 con Tonale, Gavia, Mortirolo y Santa Cristina tampoco estuvo nada mal. En 1996, además, el Gavia contaba aún con algún tramo sin asfalto. Olano perdió allí la maglia rosa en favor de Tonkov. En 1994 se vivió el nacimiento de Pantani con Induráin explotando en Santa Cristina después de haber puesto la carrera patas arriba. En 1999 la expulsión de Pantani desbordó las emociones. En 2006 Basso se dio un homenaje. En 2015, un recital de Contador. Sinónimo de espectáculo y ciclismo del bueno.
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Andorra recibe la etapa más dura de la historia de la Vuelta
Hubo que esperar a 2015 para presenciar una etapa como ésta en suelo andorrano. Como normal general, la visita de la Vuelta al Principado suele ser para disputar jornadas de altísima montaña. En esta ocasión se rizó el rizo. Seis puertos, más de 5.500 metros de desnivel en apenas 138 kilómetros y una auténtica chuchería de recorrido. Se estrenaba La Gallina de paso y el final en Els Cortals d’Encamp, durísimo. No se debe olvidar el paso de la caravana ciclista de 1999 (Cantó, Rabassa, Montaup y Arcalís en 149 kilómetros), en 2001 con una etapa durísima por los Pirineos franceses y andorranos. También interesantísimo el tránsito del Tour 1997, con Envalira, Ordino y Arcalís de cierre a más de 250 kilómetros de etapa.
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Gardeccia, la más dura disputada jamás
Si atendemos a números y metros de desnivel como un baremo fiable, la etapa que terminó en el Rifugio Gardeccia ha sido la más dura disputada. Más de 6.000 metros de desnivel y cinco puertos puntuables. No es una cantidad inusitada y desmesurada. Pero sí que fue la dureza de los mismos y la longitud de la etapa lo que acentuó más si cabe la dureza. Los valles, siempre ascendentes, hicieron de las suyas. Gran victoria para el navarro Mikel Nieve y Euskaltel en la meta.
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Val Louron, el nacimiento de un gigante en una etapa para gigantes
En la salida, LeMond y Delgado eran los máximos favoritos a hacerse con la victoria en aquel Tour. En la meta, ambos quedaban sepultados por el imparable Induráin, que vistió su primer amarillo para no soltarlo en cinco años. Chiapucci viajó con él desde las faldas del descenso del Tourmalet para imponerse en la llegada. Portalet, Aubisque, el mencionado Tourmalet, Aspin y llegada al inédito Val Louron, que después se ha visto más a menudo como puerto de camino a Sant Lary Soulan o Piau Engaly. Jornada temible, celebrada bajo un calor de justicia y repleta de aficionados de ambos lados de la frontera.
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Sestrieres: larga, pero dura
Casi 260 kilómetros en el menú. Cinco puertos, 6.000 metros de desnivel y, además, etapa acompañada de la épica. Claudio Chiapucci se lanzó a por los puntos de la montaña, probó casi sin querer y se embarcó en una aventura que duraría para siempre. Alcanzó la meta a punto de la extenuación, con Induráin pisándole los talones primero y desfondándose después. Victoria agonística, tras ocho horas de etapa. Palabras mayores: Saisies, Roselend, Iseran, Mont Cenis y Sestrieres.
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Pamplona esperaba a Induráin y se encontró a Miguel
Desde Argeles-Gazost, inicio del Aubisque por su cara este, hasta Pamplona. Más de 250 kilómetros y una soberana paliza. Soulor, Aubisque, Marie Blanque, Soudet, el inédito y durísimo Larrau y dos tachuelas de cuarta antes de embarcarse en un eterno descenso hasta Pamplona. El que iba a ser un homenaje a Miguel Induráin si conseguía su ansiado sexto Tour acabó siendo una penitencia. La carrera salió rápida con los Mapei jugando sus bazas para desbancar al Telekom de Riis y Ullrich. La operación no salió bien y en Larrau todo saltaba por los aires. Dufaux se imponía en la etapa que pasaba por la puerta de la casa de Induráin.
Fotos: Getty / Sirotti
Nacido en Madrid el 2 de abril de 1986, Jorge Matesanz ha pasado por ser fundador y director de proyectos como Revista Desde la Cuneta, Tourmalet Magazine o High Cycling, además de colaborar en otros proyectos como Palco Deportivo, Plataforma Recorridos Ciclistas o Con el Plato Pequeño. Tras más de 15 años dentro del mundo del ciclismo, llega el momento de fundar Le Puncheur junto a Sergio Yustos y seguir acercando artículos de opinión, casi siempre sobre ciclismo profesional.