¿Qué tipo de corredor es Matteo Jorgenson?

Côte de Peille, Remco Evenepoel, máximo favorito a ganar la París-Niza, arremete una y otra vez contra sus rivales. Entre ellos, Matteo Jorgenson. Todos resisten, hasta que finalmente, llega el ataque decisivo. El belga todavía tiene una última bala y sabe que no puede fallar. Aprieta los dientes, y vuelve a la carga. Esta vez sí, Mc Nulty (líder de la carrera) se deja unos metros. Ninguno del resto de favoritos es capaz de acercarse a su rueda. Bueno, ninguno, no.

Un gigante norteamericano resiste a la ofensiva del campeón belga que mira con estupor cómo un hombre de blanco, que a la postre se vestirá de amarillo, rompe las bielas de su bicicleta, sin aparente esfuerzo. Remco, continúa apretando los dientes mientras ve cómo abre diferencias con el resto de rivales. Y entonces es el propio norteamericano el que decide darle un relevo que incluso les permitirá ampliar la diferencias con el resto de favoritos.

Se trata de la consagración de Matteo Jorgenson, un ciclista que ya se descubrió al mundo durante el pasado año en Movistar y que en esta temporada, a pesar de estar en un corral lleno de gallos (Visma-Lease a Bike), ha demostrado que quiere ser uno de ellos. Que no ha llegado a la formación holandesa únicamente para ayudar. Que él quiere victorias, que sí, que las quiere, reventando las bielas, como los más grandes, a lo Induráin. Como ese tipo de ciclistas, que al igual que él, fueron auténticos gigantes sobre la bicicleta.

Y que, gracias a su potencia, avanzaban en una pedalada lo mismo que sus rivales en cuatro. Una especie rara de ver entre los grandes escaladores del pelotón, pero que cada cierto tiempo vuelve a salir a la luz. Bueno, en verdad, digo escaladores, por ubicarlo en algún lugar, porque Matteo Jorgenson ya demostró el año pasado que es mucho más que un escalador.

Porque sí, el pasado domingo nos maravilló a todos en una etapa de pura montaña, pero es que el año pasado hizo lo propio en una campaña de clásicas para el recuerdo. Cuarto en Harelbeke y noveno en el Tour de Flandes. Por aquel entonces nos preguntábamos qué tipo de corredor sería Matteo Jorgenson. Y, a día de hoy, lo seguimos haciendo. ¿Clasicómano? ¿Escalador? ¿Ambas? Un ciclista polivalente que a pesar de que durante la temporada pasada ya demostró un gran nivel en Movistar, si sigue con esta progresión puede acabar convirtiéndose en una punta de lanza de Visma. Un equipo al que llegó no sin revuelo tras su marcha del conjunto telefónico.

¿Abandonaba sus opciones de ser un jefe de filas para convertirse en un gregario? ¿Visma tenía la idea de convertirlo en uno de los líderes del proyecto? Eso solo lo sabrá él, pero independientemente de ello, esta París-Niza ha sido una total declaración de intenciones del ciclista norteamericano. “Ey, que sí, que estoy aquí, que no vengo a ayudar, que quiero ganar” pensaría el joven pelirrojo mientras veía la playa de Niza a través de ese peculiar trofeo.

Este triunfo ha sido el resultado de un cúmulo de circunstancias que se comenzaron a fraguar la temporada pasada. Y que en este inicio de año han terminado por explotar. Su salto de calidad era previsible, más aún siendo conscientes del equipo al que iba a llegar. Una formación con un alto presupuesto económico y plagada de recursos que permiten exprimir al máximo las cualidades de cada uno de sus corredores. Sin embargo, no debemos olvidarnos dónde ha estado formándose durante los últimos cuatro años, desarrollando un proceso que le ha permitido llegar hasta el ciclista que es hoy en día. Porque si Jorgenson ha llegado hasta dónde está, también es gracias al conjunto Movistar.

Fotos: ASO / Ceusters

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