Los tres cerditos: crónica alternativa sobre el Tro Bro Leon 2024

Había una vez una camada de hermanos cerditos que disfrutaban organizando carreras de ciclismo en carretera en lugares pequeños, poco habituales, para disfrute de los aficionados. Como el (presuntamente) malvado lobo «UCI WT» siempre los estaba persiguiendo para comérselos, dijo un día el mayor: «Tenemos que hacer algo diferente para protegernos del lobo».

Así podría comenzar este cuento en el que el papel de hermano mayor lo representaría Jean-Paul Mellouët, un septuagenario diseñador gráfico e ilustrador bretón, artífice de que una de las pruebas ciclistas más divertidas del año tenga su meta en Lannilis, un pueblo de menos de seis mil habitantes en el departamento de Finisterre, el fin del mundo francés. La Tro Bro Leon surgió no de la casualidad, pero sí de la necesidad: en 1984, a Mellouët, un padre de familia treintañero, se le ocurrió que la mejor forma de recaudar fondos para l’école Diwan de Lannilis (una escuela ordinaria con el bretón como lengua vehicular) era cobrar una pequeña inscripción por correr una prueba que recorriera las carreteras y caminos al norte de Brest. Como diseñador, la faceta creativa de Jean-Paul lo llevó a no querer hacer lo mismo que otros, a diferenciarse, y por eso incluyó desde la primera edición algunos tramos por los «ribinoù» o «chemins de traverse», los caminos agrícolas de tierra que ayudaban a que tus vacas no acabaran colándose al prado del vecino. Mellouët no conocía entonces ni siquiera en primera persona la París-Roubaix, solo había visto algunas imágenes por televisión de la victoria de Bernard Hinault en 1981 y se reconocía como aficionado al ciclismo, muy fan de «tipos todoterreno» como Roger de Vlaeminck o Jacques Anquetil.

Pasaron los años. La escuela bretona de Lannilis no acabó de juntar a un número suficiente de alumnos y cerró. Pero la carrera continuó hasta 1998 como prueba amateur, dando poco a poco pasos en el calendario nacional francés. El primer ganador, en 1984 y 1985, fue curiosamente alguien que llevaba los caminos de la zona en la sangre: Bruno Chemin, de Landerneau, a 30 kilómetros de la meta. El honor familiar también estaba en liza, como cuando Johan Le Bon «solo» pudo ser segundo en 2013 y se quedó con la espina de poder emular a su padre, Dominique, ganador en 1987. El estonio Jaan Kirsipuu logró romper la hegemonía local en 1992, antes de dar el salto a profesional, corriendo entonces para la célebre Association Cycliste de Boulogne-Billancourt, en la que también se habían formado ciclistas como Phil Anderson, Jacques Boyer, Robert Millar o Stephen Roche.

Sin prisa, a fuego lento, manteniendo su esencia, en 1999 se celebró la primera edición profesional de Tro Bro Leon. Esa continuidad se refleja en que el primer «ganador pro» fue Jean-Michel Thilloy, que ya había sido tercero el año anterior como amateur. En 2000 y 2001 acudió por primera vez un equipo profesional español, y el novato asturiano Samuel Sánchez logró ser segundo y séptimo, respectivamente, en esas ediciones.

Entre 2005 y 2019, Tro Bro Leon fue una prueba de categoría UCI 1.1, podríamos decir que de tercera categoría, pero se fue ganando a pulso su prestigio como carrera única. Mellouët cuidó al máximo la imagen de la prueba, sus carteles, los paisajes, sus símbolos… Él mismo explicaba que los recorridos eran elegidos en función de lo que podían mostrar de Bretaña: nada es aquí casual en un diseño que engancha. Cada tramo de camino permite al público estar muy cerca de los ciclistas, agitando la bandera «Gwenn ha du.» Cada paso por carreteras que bordean la costa, la desembocadura de un río o el paso por un túnel cilíndrico bajo la carretera principal, todo está medido para que el paisaje se integre en la competición de manera única. Así se dio forma a la «París-Roubaix bretona,» a «l’Enfer de l’Ouest,» y nació su principal símbolo, el cerdito.

Tradicionalmente, el organizador de la Tro Bro Leon daba un cerdito de una granja local al primer ciclista bretón en cruzar la línea de meta, algo que se mantiene hasta el día de hoy. Sin embargo, esta tradición también comenzó a extenderse al ganador final, fuera o no bretón. El primer extranjero que ganó el lechón fue el australiano Mark Renshaw en 2005. Pero realmente lo que hizo viral a este símbolo de la Tro Bro Leon fue la foto del ciclista namibio Dan Craven en 2015 con el cerdito en brazos, incorporada al cartel de 2016.

Tras la suspensión por la pandemia de COVID-19 en 2020, en 2021 la Tro Bro Leon volvió al calendario con más fuerza que nunca, dando el salto a las Pro Series, la segunda categoría del ciclismo mundial, lo que implicó la presencia de muchos más equipos de élite, los famosos WorldTeams y ProTeams, sin dejar de lado a los equipos UCI continentales franceses. 2021 nos ofreció un gran espectáculo, con una agónica victoria del británico Connor Swift (Arkéa). Esta es una característica habitual de Tro Bro Leon, que se decida en un sprint de pequeño grupo al que todos llegan con las fuerzas muy justas tras doscientos kilómetros de mucho sufrimiento, también con frecuencia bajo la lluvia y llenos de barro.

En 2022, se dio un nuevo salto para la carrera bretona: la llegada de Amaury Sports Organisation (A.S.O.). Los organizadores del Tour de Francia, París-Roubaix o París-Niza, entre otros, alcanzaron un acuerdo con Mellouët para aportar los medios para hacer aún más grande Tro Bro Leon sin cambiar su estilo. De hecho, tres años después, Jean-Paul Mellouët sigue al frente y no se ha perdido la esencia. Podríamos decir que el «lobo» se asoció a los cerditos para ganar todos.

En 2024 vivimos una gran edición, muy entretenida, con menos barro que otros años por el buen tiempo, pero espectacular. El belga Arnaud De Lie (Lotto Dstny) se mostró como el más fuerte, pese a que tuviera que rematar al sprint. De Lie tuvo dos pinchazos en malos momentos, uno a 69 km y otro a 30 km de meta. Sus compañeros (especialmente Liam Slock, Alec Segaert y Brent Van Moer) dieron todo para que Arnaud pudiera lograr este triunfo tan deseado, ya que en 2023 quedó segundo solo por detrás de Giacomo Nizzolo.

De Lie este año no quería llegar al final con nadie más rápido que él. Atacó el duro tramo de Keradraon a 40 km de la meta. Por delante, la fuga del día tenía como protagonistas más serios al sudafricano Morné Van Niekerk (St Michel – Mavic – Auber93), al francés Samuel Leroux (Van Rysel-Roubaix) y al neozelandés George Jackson (Burgos-BH). Benoît Cosnefroy (Decathlon AG2R), ganador un día antes del Grand Prix du Morbihan, hizo su apuesta a 17 km de la meta, pero no llegó a ningún lado. En el siguiente paso por el camino de Karadraon, el grupo se quedó en apenas 30 ciclistas y, a 6,5 km de la meta, De Lie aceleró, llevándose al francés Pierre Gautherat (Decathlon AG2R) y al estadounidense Riley Sheehan (Israel). En el último tramo de tierra, Meshuel, se unieron otros seis ciclistas, incluidos dos noruegos de Uno-X (Jonas Abrahamsen y Markus Hoelgaard) y dos ciclistas de Arkéa (Clément Venturini y Luca Mozzato).

Para Arkéa B&B, como equipo bretón, esta es la prueba de casa. Este final, ya sin compañeros, parecía poco propicio para el belga De Lie. A punto estuvo de salirle bien a Uno-X la estrategia de acelerar con Hoelgaard y obstaculizar con Abrahamsen. Mozzato, el único rival en velocidad para De Lie pero sin piernas tras su gran temporada de clásicas, abortó el ataque de Hoelgaard y a doscientos metros de la meta, el belga demostró una gran superioridad sobre Venturini y Gautherat. Muy meritorio el sexto puesto del primer ciclista de un equipo UCI continental, el sudafricano Van Niekerk, todo el día por delante en la escapada.

En el podio, un cerdito de peluche para Arnaud De Lie (aunque dice que también ha pedido uno real para su granja familiar) y un cerdito lechón para el joven Mathis Le Berre (Arkéa), el primer bretón en llegar a la meta, quedando decimocuarto. Muchos puntos UCI para el equipo local, un total de 240 en un solo día, reuniendo juntos más que los 200 que se llevó el ganador De Lie.

Los cuatro ProTeams españoles estuvieron presentes en Tro Bro Leon 2024, una prueba a la que no faltan en los últimos años. Al final, poquitos puntos para ellos: vigésimo cuarto Jesús Ezquerra, vigésimo séptimo Antonio Angulo (Burgos-BH), trigésimo segundo Xavi Cañellas (Euskaltel), trigésimo noveno George Jackson (Burgos-BH). Ningún punto para Caja Rural ni para el Equipo Kern Pharma. ¿Y Movistar Team? Ausente, como en las últimas pruebas en Francia, pese a que había seis WorldTeams en Tro Bro Leon 2024. Esperemos que no, pero no descartemos que luego les lleguen las prisas al final del trienio, en 2025, y tengan que pelear para que les permitan participar un poco más lejos, en pruebas en China o Malasia.

Por otro lado, Venturini lograba con su podio ponerse líder de la Copa de Francia, una clasificación que reúne las principales pruebas profesionales galas. ¿Sería viable retomar la idea de una Copa de España profesional, que tan poca repercusión tuvo en su breve existencia? Es complicado. Para mí, la sensación es que en España el ciclismo de competición no acaba de encontrar la sostenibilidad a medio y largo plazo. Incluso pruebas que ofrecían algo distinto y que tanto apreciábamos los aficionados, como Itzulia o Volta Catalunya, parecen languidecer por recorridos que no ofrecen casi nada que nos enganche. Son pruebas que se apoyan más en lo que fueron que en lo que representan actualmente en el calendario.

Volviendo al cuento de los tres cerditos, el organizador de Tro Bro Leon ha conseguido «sobrevivir al lobo» e incluso se ha asociado con él para seguir creciendo. Sus «hermanos menores» en España, pruebas de un día en lugares con gran afición al ciclismo, luchan por sobrevivir. Por ejemplo, en el País Vasco nos quedan Ordizia y Getxo, intentando sobrevivir por su proximidad en fechas a la Clásica de San Sebastián-Donostia Klasikoa, intentando defender su sitio en el calendario y sobrevivir, pero sin ofrecer una imagen, una identidad propia como la que logra Tro Bro Leon. Y no lo digo porque lo que haga falta sea introducir caminos, el famoso «sterrato,» en cada carrera para ganarse un sitio. No estoy proponiendo exportar el “modelo Tro Bro Leon” y crear una carrera que se llame ToRrezNo por los campos de Soria; aunque, si se cuidara bien, también podría ser espectacular como lo es, pese a quien pese, la Clásica de Jaén con sus olivos.

La clave no es introducir caminos, es construir una «marca personal», como dirían los expertos en Marketing. Porque no funciona lo mismo en cada lugar: por ejemplo, en Francia, otras pruebas como París-Tours intentaron imitar el modelo de Tro Bro Leon, sin el mismo éxito deportivo ni mediático, desde mi punto de vista, eliminando precisamente su carácter único como «mundial oficioso» para los sprinters.

Para sobrevivir al lobo de un calendario UCI voraz, pienso que cada prueba debe lograr diferenciarse, construir su «propia casa de ladrillos, de madera o de paja,» luciendo lo que pueda ofrecer, apoyándose en lo que tiene su zona, su gente, su cultura… Y ofrecer al espectador mucho más que ciclismo: también disfrutamos de los paisajes, historia, épica, símbolos… Algo inmaterial, más allá de los cerditos, que el organizador de Tro Bro Leon nos ha conseguido transmitir durante los últimos cuarenta años.

Imágenes Tro Bro Leon