Se habla mucho de que para ser un buen ciclista hay que tener un VO₂ máx alto, ese valor que mide cuánta cantidad de oxígeno puede utilizar el cuerpo durante el ejercicio. Sin duda, es un parámetro importante, pero no lo explica todo. En el rendimiento sobre la bici intervienen muchas más piezas que forman un engranaje complejo: la musculatura, la eficiencia neuromuscular, la capacidad de recuperación… Sin embargo, hay dos factores menos visibles que marcan la diferencia en el ciclista de resistencia: la mitocondria y el aparato digestivo.
Voy a intentar explicar, de una forma sencilla, este popurrí de ideas y pensamientos que tengo en la cabeza sobre lo que realmente determina que un ciclista de resistencia pueda rendir más: la capacidad de oxidar, asimilar y transformar energía de manera eficiente.
Las mitocondrias son las verdaderas centrales energéticas de nuestras células. Cuantas más mitocondrias tengas y más activas estén, mayor será tu capacidad de oxidar sustratos —grasa y carbohidratos— para producir energía (Holloszy, 1967; San Millán, 2020). En otras palabras, una alta densidad mitocondrial permite “fabricar vatios” de forma más eficiente.
Además, una gran capacidad mitocondrial también significa ser capaz de oxidar el lactato, no solo la glucosa y las grasas. Durante mucho tiempo se pensó que el lactato era un simple residuo del esfuerzo, el culpable de la fatiga muscular, pero hoy sabemos que es una gran fuente de energía (Brooks, 2020; San Millán & Brooks, 2018). En un organismo bien entrenado, el lactato puede reciclarse dentro de las propias mitocondrias y convertirse en combustible, permitiendo mantener esfuerzos intensos durante más tiempo. Esta es la base del famoso entrenamiento de fondo a baja intensidad: no busca fatigar, sino enseñar al cuerpo a usar el oxígeno y la energía de manera más económica.
Pero la historia no acaba ahí. En el ciclismo moderno se ha descubierto que el aparato digestivo también puede ser entrenado. La capacidad de ingerir, absorber y oxidar grandes cantidades de carbohidratos durante el esfuerzo es un factor determinante (Jeukendrup, 2017; Rowlands et al., 2022). Hoy sabemos que los ciclistas profesionales pueden llegar a consumir hasta 120 gramos de carbohidratos por hora, combinando diferentes tipos (glucosa y fructosa) para maximizar la absorción (San Millán, 2020).
Si tu intestino tolera bien esa carga y tu metabolismo es capaz de transformarla rápidamente en energía, tendrás más “gasolina” disponible en los momentos clave de una carrera.
Por lo tanto, el intestino también es un factor determinante en el rendimiento: más energía para oxidar, más oxígeno en la célula, y en consecuencia, un mayor VO₂ máx funcional.
Al final, ser un mejor ciclista es una cuestión de eficiencia global, tanto metabólica como fisiológica:
- Tener mitocondrias que produzcan más energía con menos fatiga.
- Tener un sistema cardiovascular que aporte oxígeno suficiente.
- Y tener un intestino que no limite la entrada de combustible.

En resumen, no se trata solo de cuánto oxígeno entra, sino de qué haces con él y con la energía que generas. Si eres capaz de ingerir más, oxidar más y transformar mejor, tendrás más potencia, más resistencia y más margen para apretar cuando todos los demás ya van vacíos.
Por lo tanto, creo que los factores más importantes del rendimiento son la capacidad mitocondrial y el intestino. Ahora bien, esto no significa que otros aspectos como la psicología, la biomecánica, la técnica, la táctica o en definitiva “saber bien el oficio de ciclista” no sean determinantes; todos forman parte del rendimiento global.
Este artículo no pretende ser un estudio científico, sino una reflexión personal sobre lo que, en mi opinión, marca la diferencia en el rendimiento sobre la bicicleta.
*Referencias
- Brooks, G. A. (2020). The science and translation of lactate shuttle theory. Cell Metabolism, 31(2), 218–233. https://doi.org/10.1016/j.cmet.2019.12.003
- Holloszy, J. O. (1967). Biochemical adaptations in muscle: Effects of exercise on mitochondrial oxygen uptake and respiratory enzyme activity in skeletal muscle. Journal of Biological Chemistry, 242(9), 2278–2282.
- Jeukendrup, A. E. (2017). Training the gut for athletes. Sports Medicine, 47(S1), 101–110. https://doi.org/10.1007/s40279-017-0690-6
- Rowlands, D. S., Swift, M., Ros, M., Green, J. G., & Shi, X. (2022). Combining glucose, fructose, and maltodextrin improves carbohydrate oxidation and endurance performance. Medicine & Science in Sports & Exercise, 54(3), 503–512. https://doi.org/10.1249/MSS.0000000000002808
- San Millán, I. (2020). Metabolomics of endurance capacity in World Tour professional cyclists. Frontiers in Physiology, 11, 578. https://doi.org/10.3389/fphys.2020.00578
- San Millán, I., & Brooks, G. A. (2018). Assessment of metabolic flexibility by means of measuring blood lactate, fat, and carbohydrate oxidation responses to exercise in professional endurance athletes and less-fit individuals. Sports Medicine, 48(2), 467-479. https://doi.org/10.1007/s40279-017-0751-x

José Manuel Gutiérrez, conocido por todos como ‘Gallu’, es un ciclista natural de Cantabria. Se estrena en el palco de opinión, pero tiene muchas cosas que decir sobre ciclismo profesional, entrenamiento y muchos otros aspectos de los que nos hablará este auténtico trotamundos del mundo del ciclismo y enamorado de la bicicleta.