‘Supermán’ López y Movistar: el ciclismo a golpe de documental

Supermán y Movistar. El ciclismo es impredecible. Un día te levantas tercero en la clasificación y a las pocas horas te encuentras sentado fuera de la carretera y abandonando la carrera por la que has estado luchando durante semanas sin un motivo por el que hacerlo. Todo ha sucedido en un pestañeo. Cada segundo respiras, te preguntas por qué, deseas tener la posibilidad de volver atrás para actuar diferente, para evitar toda la marea que hace tambalear tu estómago sin descanso. Una tormenta que hace apenas cuarenta y ocho horas era una brisa mañanera de verano, de esas que hacen sonreír aunque no quieras. Del éxito al fracaso. De héroe a villano. Tal es la tormenta que incluso el satélite que da servicio a toda Sudamérica flaqueó en su labor para Movistar.

Movistar, el único conjunto World Tour con licencia española, es ciertamente un equipo que da qué hablar. En ese sentido, es una victoria del departamento de marketing, pese a que las conversaciones no siempre favorecen la buena fama de una estructura que debe realizar profundas reflexiones. Como producto de Netflix, una mina. Como entidad deportiva, un desastre. El documental más famoso del ciclismo parece haber devorado a los personajes, algunos cobrando vida propia. Llevamos tres temporadas viviendo episodios en cuasi directo de un espectáculo opuestamente proporcional al que deberían ofrecer sobre la carretera.

Porque el apellido más repetido en los comentarios es conservadores. Muchas de las situaciones en las que se ven enfrascados son en un alto porcentaje evitables con relativa facilidad. Se debería hablar de sus triunfos y no de sus búsquedas de objetivos que por definición nunca obtendrán el reconocimiento del público. Y no olvidemos que las casas comerciales aportan grandes capitales para gozar de una mejor fama ante el espectador, el aficionado. No para ser trending topic y leer críticas tan feroces en una misma dirección. En algunos casos no los habrá, pero en otros los argumentos son bastante sólidos para justificarlas. Si tienen que criticar, que sea por ser valiente, por haber intentado ir a por todas. Mejor eso que lo contrario. Da mejor prensa.

Hemos vivido una Vuelta un tanto extraña, con jornadas absolutamente tediosas y algunas otras fascinantes. El ciclismo es impredecible, como decía. Una carrera donde el equipo telefónico perdió a Valverde tras realizar un valiente ataque camino de Balcón de Alicante en la séptima etapa. De un instante a otro. Una baja que provocó los lamentos de sus compañeros y staff, sin pensar quizá que la falta de gregarios se comienza a originar con las tricefalias que restan ciclistas de trabajo que después echarás en falta.

Si en Burgos partes con tres cabezas de cartel, únicamente tienes cinco hombres para realizar las funciones de ayuda. De salida son dos menos que una escuadra con los liderazgos bien definidos, claros y que nace con una idea clara. Véase Roglic. «El mundo se detiene ante alguien que sabe hacia dónde va». En deporte el lamento sirve de poco. Cuando encuentras una calle cortada, el GPS recalcula la ruta y busca una nueva estrategia para acercarte a tu destino por la vía más rápida posible.

Miguel Ángel López firmó por Movistar a finales de 2020. Fue un fichaje polémico debido a las declaraciones que el propio ciclista colombiano hizo sobre ellos al calor de los abanicos y las caídas en la recta final de la Vuelta a España de 2019. En ellas se incluía las cuatro palabras que le han perseguido a lo largo de este 2021: «los tontos de siempre». Una desafortunada e injusta frase que necesitó de arreglos previos con sus compañeros de equipo previos a su incorporación, como admitiría el final de la segunda temporada del famoso documental ‘El día menos pensado’. Covatilla tiene competidor.

‘Supermán’ sabía que fichaba a contra estilo. Un tiburón imprevisible y de inspiración dentro de una pecera donde el plan es predecir cualquier aspecto procurando dejar lo menos posible al azar. Muchas voces contradictorias que impulsan en direcciones incombinables. No ha debido ir tan mal la temporada cuando López acepta una renovación de dos temporadas apenas unos días antes del incidente. A veces se gana, a veces se pierde. A veces se está de acuerdo con una instrucción del coche, a veces no.

Otros ciclistas se arrancan el pinganillo y ajustan cuentas en meta. David Millar abandonó en protesta por el brutal Angliru y las múltiples caídas que sufrió a lo largo de los últimos kilómetros, pero lo hizo tras llegar a la última línea (la cual no pasó en rebeldía). El espectáculo y descrédito que genera que el todavía tercero de la clasificación general esté intentando ser convencido por sus directores y compañeros para seguir sin tener ningún problema físico es una falta de respeto a tantos ciclistas que darían lo que fuera por tener una situación tan cómoda como la que tiene Miguel Ángel, co-líder de uno de los mejores equipos del mundo y disputando hasta el último día el podio de una de las mejores carreras.

El trabajo de sus compañeros también merece respeto. Hablamos de un corredor excepcional, con unas piernas magníficas y una forma de correr en general muy atractiva para el aficionado. Ataques donde nadie ataca, donde nadie lo espera, donde otros sólo fantasean. Una lástima esta escena para cerrar la que estaba siendo una Vuelta excepcional por su parte.

Habrá que esperar para ver nuevos episodios de un capítulo que traerá cola, sin duda. El cruce incesante de comentarios a favor y en contra de Miguel Ángel López y su actual equipo no ha hecho más que comenzar. Rumores, medias verdades, declaraciones cruzadas de la pareja del ciclista afirmando que «lo mejor será vivir engañados». Muchos misterios sin resolver que tendrán solución en la tercera temporada del documental, con la suerte de que el prescindible espectáculo no fue retransmitido en directo para todo el globo.

De haber sido así, como debiera haber sido si TVE realizase una buena emisión de la carrera ciclista más importante de su país, la imagen del colombiano y del equipo hubiese quedado aún más en entredicho.

Veremos en qué estado se encontraba la renovación, si fue pactada de forma verbal o escrita. Veremos si hay consecuencias, si Movistar deja que la marea rebaje su nivel de intensidad para analizar qué hacer o si arriesga contra pronóstico en alguna iniciativa para que la herida cicatrice en favor de sus intereses. Lo previsible es que la ropa sucia se lave en casa, aunque, como repetíamos anteriormente, el ciclismo (y la vida) es un escenario impredecible.

Foto: Movistar / Photogomez