Aunque para muchos, para la mayor parte de la humanidad, la primavera haya empezado este miércoles, para una pequeña parte de la población, para un pequeño reducto de personas, la primavera dio comienzo hace semanas. Cómo no, hablamos de los aficionados al ciclismo, que ya marcamos con colores floridos y primaverales nuestras vidas desde que el 24 de febrero se disputase la Omloop Het Nieuwsblad y diese comienzo la temporada de Clásicas del Norte.
Prácticamente un mes ha pasado ya desde que se repartiesen las cartas de la baraja, desde que cada ciclista conociese su mano, cada equipo su estrategia… ¡pero ahora llega la hora de la verdad! Cartas arriba, cartas descubiertas y aquel que vaya de farol lo pagará caro. Porque en primavera, el infierno de las piedras no perdona. La que se avecina en las próxima semana.
Para mí, y entiendo que para otros aficionados, la que se avecina en las próximas semanas supone el clímax perfecto a la temporada ciclista que afronta todavía su primera mitad. Aquí, a diferencia de otros deportes o de otras carreras más intuitivas y previsibles, esos puntos álgidos llegan cuando menos te lo esperas. Pero en Flandes… ¡cualquier kilómetro supone un apogeo máximo! ¡Cualquier cota, camino, estrechamiento, adoquinado… puede suponer la apoteosis a nivel deportivo! Es por eso que hablamos de la emoción que se avecina.
¿Podrá Van Aert, por fin, con Van der Poel?
La que se avecina incluye el esperadísimo duelo Van der Poel vs Van Aert, que volverán a verse las caras tras su último enfrentamiento sobre el ‘barro’ (o la tierra’) de Benidorm. Lo harán en la E3 Saxo Classic y, cómo no, el Tour de Flandes. Y, diría que de nuevo, como únicos megafavoritos a la victoria. ¡Emocionante!
El mano a mano, sin la presencia de Pogacar y con un Alaphilippe (el único que les ha peleado de tú a tú en los últimos años) de capa caída se paga fuerte en las casas de apuestas. Aquí veremos si el belga se apoya en su equipazo y puede derrocar al neerlandés que ha quedado por encima en todas y cada una de las ocasiones que ambos han tomado partido en el monumento flamenco. ¿Será el año en que Van Aert, al fin, pueda derrocar a Van der Poel?
Un ejército de outsiders listos para dar guerra
Pero ojo porque en las clásicas flamencas la teoría nunca es absoluta. Aunque estemos hablando de dos súper corredores, encontramos a un ejército de outsiders dispuestos a pugnar con Wout y Mathieu y a convertirse en una alternativa al denominado ‘big two’.
Podríamos hablar de ciclistas que lo vienen haciendo muy bien sobre pavé este año o que por sus cualidades se presuponen como candidatos al podio como Mads Pedersen, Jasper Stuyven, Kasper Asgreen, Tim Wellens, Stefan Kung, las alternativas de Visma (Laporte, Van Baarle, Benoot, Jorgenson…), Matej Mohoric… Pero me gustaría destacar dos figuras: Alberto Bettiol y Julian Alaphilippe.
El primero llega a sus grandes objetivos del año en una forma excelente, habiendo arrasado en Milán-Turín, con un ataque desde lejos al más puro estilo Van der Poel o Pogacar, y con un buen golpe de pedal en Milán-San Remo. El segundo parece que, poco a poco, resurge de sus cenizas tras unos años de capa caída y un inicio de año abrupto a nivel extradeportivo. Quizá lo del galo sea más cuestión de ilusión que de realidad pero… ¡de ilusiones también se vive!
¿Tendrán algo qué decir los hombres rápidos?
Quizá no sean sprinters al uso y eso les hace ser vistos de otra manera en este tipo de clásicas pero quién sabe si con la forma que llegan Jasper Philipsen, Arnaud De Lie y Jonathan Milan no puedan dar la gran campanada y colarse en la lucha por la victoria en Oudenaarde. Parece algo muy improbable, pues se antoja complicado que la carrera no se rompa con anterioridad. Pero quién sabe… quizá un bloqueo de la carrera como ocurrió en 2019 -salvo por el ataque de Bettiol- pueda crear nuevas oportunidades
Hablando de Philipsen, tras conquistar su primer monumento, en gran parte, gracias a Van der Poel, sin duda le tocará trabajar para su compañero. Pero sí que es cierto que, al fin, el bueno de Mathieu cuenta con una segunda baza a su espalda, un ganador con el que podrá escudarse en ciertos momentos de carrera y evitar ir a tumba abierta durante todo el día. Aunque conociendo a Van der Poel, eso de guardarse y estar tranquilo no parece que sea lo suyo.
Además de los citados Philipsen, De Lie y Milan, hombres como Christophe Laporte, Biniam Grmay, Soren Warenskjold, Matteo Trentin y su compañero Mayrhoffer… tendrán sus oportunidades, no tanto en el Tour de Flandes como en una posible llegada más abierta en Wevelgem, meta de la Gante-Wevelgem y que suele decidirse en grupos más grandes. Aquí hay oportunidades y alternativas para todos… y eso es parte de la emoción.
Al fin, una esperanza española
No, no se me había olvidado meter a Oier Lazkano entre los outsiders a tener en cuenta. El ciclista vitoriano se ha convertido, al fin, en la gran esperanza española para las clásicas de pavé. Lazkano afronta una semana clave, en la que podremos sacar conclusiones de presente y futuro.
El ciclista de Movistar viene de ser tercero en Kuurne-Bruselas-Kuurne, aguantando el tipo ante todo un Van Aert. Su gran esperanza pasa por meterse en el corte bueno y una vez dentro, Oier será un hueso muy duro de roer. ¿Tiene opciones de podio? ¿Podrá brillar en un gran escenario? ¿Os imagináis a Lazkano acompañando a Van der Poel y Van Aert en el grupo de cabeza?
Un recorrido ‘inmovilista’ pero imprevisible
Parece algo osado hablar de imprevisibilidad cuando los recorridos de las clásicas apenas varían de un año a otro: se mantienen kilometrajes, subidas, tramos adoquinados… Por ejemplo, en el Tour de Flandes prácticamente la única variación que hay de año en año es la localidad de salida… Pero sí, hablamos de recorridos imprevisibles.
Y es que en las carreteras flamencas hay un sinfín de puntos que pueden convertirse en decisivos para cualquier carrera. Siguiendo con el Tour de Flandes, un año se puede decidir en el último paso por Kwaremont y Paterberg, otro año la carrera se puede volver loca en el Koppenberg o en el Taaienberg, se puede decidir en el segundo paso por el Oude Kwaremont… ¡o en cualquier estrechamiento, cualquier desvío o complicación que tenga el recorrido! Esa incertidumbre e imprevisibilidad añade grandes dosis de emoción a la carrera pues todos nos preguntamos, ¿cuándo se romperá? ¿Cuándo se decidirá?
La emoción de la afición flamenca
Por último, cómo no hablar de la emoción que aporta la afición en estas carreras. Pueblos engalanados, ferias en pleno recorrido, ríos de personas que salen a las calles de su ciudad, con orgullo, a aplaudir el paso de los ciclistas y el griterío ensordecedor en las grandes cotas adoquinadas. Solo aquellos que hemos podido vivir en directo la emoción de las clásicas flamencas podemos hablar de esa emoción tan especial.
Y es que la afición en las clásicas flamencas es diferente, es distinta, es especial y completa mis argumentos que nos llevan a decir: La que se avecina es… ¡la semana más emocionante del año ciclista!
Hora de disfrutar de las clásicas flamencas y, sino, siempre nos quedará Roubaix.
Fotos: ASO / Ballet // Eurosport
Adrián González Blanco es cántabro, periodista, y amante del ciclismo. No, no tiene relación con el mítico ex-futbolista del Real Madrid. Sí tiene que ver con unos análisis audaces e infalibles sobre la actualidad ciclista a través de radiografías exactas y siempre interesantes.