¿Ha sido beneficiosa la presencia de Pogacar en el Giro?

Bien es sabido el afán del Giro por reclutar a alguna estrella del pelotón (talonario por delante) para darle un caché a su carrera, que lamentablemente está perdiendo con el paso de los años. Cada vez menos ciclistas top se acercan a Italia a luchar por la corsa rosa y dejan todos sus esfuerzos guardados hasta julio (o septiembre). Este año, el afortunado al que le ha tocado la primitiva ha sido Tadej Pogacar.

El ciclista esloveno ha dado una exhibición de principio a fin y sin necesidad de dar alguno de sus famosos «solos de guitarra» desde 100 km a meta. Seis etapas en la buchaca, clasificaciones secundarias, clasificación general con 10 minutos de ventaja sobre el segundo… es decir, ha arrasado.

Y ahí entra el gran debate: ¿Esta superioridad ha sido buena para la carrera? ¿Sale beneficiado el Giro con su repercusión mediática?.
Tadej Pogacar levantando los brazos en Oropa – Imagen Luca Zennaro

Deportivamente hablando, y si se me permite la expresión: «ha sido un truño infumable». Cuando ya sabes quién va a ganar antes de empezar cada día, la carrera pierde cualquier tipo de emoción. Qué más da si el Real Madrid gana 7-0 o 6-1, qué más da si Alcaraz gana 6-0 o 6-2, qué más da si Verstappen gana por 40 segundos o 1 minuto… Al final, lo ves durante unos días y lo dejas de ver por aburrimiento o falta de competitividad. Esto no es culpa del bueno de Tadeo, que es toda una bendición para los amantes del ciclismo, pero entre caídas previas y ciclistas que pasan de pasar frío en las majestuosas montañas transalpinas, ha quedado un Giro muy cojo de grandes vueltómanos. A Daniel Felipe sólo le ha dado el aire cuando arrancaba Pogacar, y a Thomas no le ha dado el aire ni con el ventilador de su habitación. Pero claro, tampoco había mucho más.

Si nos referimos a repercusión mediática, la presencia del ciclista del UAE ha dado una gran repercusión en los medios de comunicación y en redes sociales. Hoy en día, es el ciclista más carismático del pelotón, atrayendo a muchísima juventud tanto frente al televisor, como en las cunetas, como en redes. Si bien es cierto que esto ha repercutido en el Giro para bien, no es oro todo lo que reluce. No siempre va relacionado necesariamente, por desgracia para la carrera, ya que Pogacar tiene una «marca propia» y, ante la escasa oposición que ha tenido, los comentarios no siempre eran favorables al Giro.

Económicamente no sabemos, ni sabremos, por dónde han ido los tiros, ni la prima a recibir por el esloveno, ni la pasta que ha trincado la organización por retorno tras tener al Gran Capo en sus carreteras. De lo que sí podemos hablar es de la imagen del Giro al exterior. En Italia, es religión. Da igual que corra Pepito, Juanito, Alessio o Chris, las cunetas siempre estarán llenas de tifosi y los televisores con todos los ojos delante. Pero de cara al exterior la cosa cambia. Llevamos muchos años con recorridos regulares, grandes colosos que se suprimen o se evitan, etapas capadas y nula presencia de grandes vueltómanos. Al Giro le faltan al menos dos grandes ciclistas que luchen por la maglia rosa y un gran ciclista italiano que dé guerra. Qué de menos se echa a Pantani, Gotti, Savoldelli, Nibali… Este año, si no es por Tadej, la lucha hubiera sido muy abierta, pero seguramente también muy aburrida.

Tadej Pogacar de rosa – Imagen Iván Benedetto

Resumiendo, podríamos decir que el ciclista le ha venido de perlas mediáticamente; bien deportivamente, regular si nos referimos a los billetes y mal en cuanto a imagen de competición (sin tener él la culpa).

Dicho todo esto, ojalá Tadej corriera hasta la Vuelta a Guadarrama. Y ojalá el Giro se estire y suelte el sobre a más de una estrella. Si Tadej necesita un masajista, aquí me tiene. Y si el Giro necesita un crowdfunding para atraer a alguien que haga sombra a Pogacar y volver a las altas montañas, que cuente con 10 eurillos por lo menos de mi bolsillo.

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