San Sebastián, una ciudad emblemática del País Vasco, volvió a ser el centro de atención del mundo del ciclismo durante la Grand Départ del Tour de Francia 2023. Este evento no solo celebró la grandeza del ciclismo, sino que también destacó la belleza y la cultura de San Sebastián y sus alrededores. El Tour de Francia, la carrera ciclista más célebre del planeta y el tercer evento deportivo más mediático después de los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol, comenzó su edición de 2023 en el País Vasco con gran expectación. Fue un rotundo éxito de público, ofreciendo un recorrido espectacular que mostró al mundo los encantos de las tres provincias de la Comunidad Autónoma Vasca.
Bilbao, ciudad anfitriona del punto de partida del Tour, se llenó de vida y se vistió de amarillo durante varios días. La presentación de equipos, la salida y llegada de la primera etapa, y los diversos actos celebrados en la capital vizcaína atrajeron a una multitud de aficionados, subrayando la pasión local por el ciclismo. Cabe recordar que esta no fue la primera Grand Départ en el País Vasco. En 1992, San Sebastián fue el escenario de la salida del Tour de Francia, marcando el inicio del segundo triunfo consecutivo de Miguel Induráin. En aquella ocasión, el ciclista navarro se presentó en la ciudad donostiarra vestido de amarillo tras su victoria en París el año anterior. Una ciudad de San Sebastián que estos días se prepara para uno de sus grandes días: La disputa de la Klasikoa.
Llegaba en aquel mes de julio el Tour de Francia más europeo de la historia hasta el momento, con un trazado del que iban a ser partícipes hasta 6 países además de Francia lógicamente. En total 7 naciones protagonistas de la carrera ciclista más importante del mundo, quizá como homenaje al recién firmado tratado de Maastricht. España, Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, Luxemburgo e Italia. La primera cita estaba prevista en territorio vasco, donde la prueba ya había hecho más incursiones con anterioridad, incluso en 1949 San Sebastián ya tuvo el privilegio de ser final de etapa cuando la carrera era proveniente de Burdeos y salida un día después destino Pau. Un privilegio que iba a repetir Vitoria en la edición de 1977, por si fuera poco, con la victoria en la meta alavesa de un corredor local, José Nazábal, integrante del histórico conjunto KAS.
La celebración del evento no estuvo exenta de problemas, y es que en esos primeros años noventa la situación social y política en el País Vasco era bastante compleja, con la amenaza del terrorismo siempre presente, además de otro tipo de actos que hacían peligrar el desarrollo normal de la carrera. De hecho, un par de días antes de la etapa prólogo un artefacto estallaba en el parking de Okendo, próximo a donde iba a instalarse la línea de llegada, afortunadamente sin causar daños personales, mientras que en Hondarribia se prendieron fuego a varios coches de periodistas y organizadores. El propio Jean Marie Leblanc, patrón del Tour de Francia por aquel entonces, se llegó a reunir con portavoces de Herri Batasuna para garantizar unos días tranquilos para la carrera y los ciclistas, mientras que de parte de la organización se iba a respetar la sensibilidad vasca, con toda la cartelería de carrera también en euskera, incluyendo igualmente la emisión de Radio-Tour. Además de la propia estructura organizativa del Tour, fue vital la colaboración de Organizaciones Deportivas El Diario Vasco, que aportó su experiencia en gestionar eventos ciclistas en la provincia de Guipúzcoa con Jaime Ugarte y Juanjo Arratibel a la cabeza. Aunque probablemente, el culpable del aterrizaje del Tour de Francia en San Sebastián fue el alcalde Xabier Albistur, que a pesar de todo no pudo ser el máximo regidor de la ciudad en aquellas jornadas ya que había perdido las elecciones meses antes en favor de Odón Elorza.
El favorito indiscutible para el triunfo en el prólogo de 8 kilómetros en la ciudad donostiarra, era el mismo que para la victoria final en Paris, Miguel Induráin, a pesar de que a su director José Miguel Echavarri no le obsesionaba en absoluto esa victoria parcial “el amarillo lo queremos en Paris” El navarro llegaba en un gran momento de forma, tras vencer semanas antes en Italia el Giro y poco después el Campeonato de España en ruta en Oviedo. Sus presumibles rivales para el triunfo definitivo eran sin duda los italianos Gianni Bugno y Claudio Chiappucci, aunque se citaban también los Breukink, Hampsten o Lemond. En su propia escuadra, el Banesto, estaba el segoviano Pedro Delgado, que tuvo bien claro desde antes de comenzar la carrera que estaba al servicio del ciclista navarro. En el prólogo sin embargo se podían dar otros rivales entre los especialistas contra el crono, y en ese contexto de recorrido corto el especialista de la época era el francés Thierry Marie, ciclista del Castorama, también el neerlandés Jelle Nijdam, incluso dentro del mismo Banesto Armand De las Cuevas. Aquel prologo donostiarra fue pionero en el cambio de horario que luego iban a tener en otras ediciones del Tour o la Vuelta, con la salida de los corredores en lo que entonces se entendía como horarios de máxima audiencia cercano a lo que hoy se conoce como Prime Time, de esa forma el primer ciclista en comenzar la prueba, Jean Paul van Poppel, lo hizo a las 16 horas y 10 minutos, mientras que el ultimo, obviamente Induráin de amarillo, pocos minutos antes de las 7 y media de la tarde.
El campeón navarro volvió a dar una lección magistral dentro de la disciplina contra el crono en las calles de San Sebastián, bordeando el paseo de la espectacular playa de la Concha abarrotado de un público entregado a la causa, en una jornada de tiempo inestable, con la lluvia y el viento haciendo acto de presencia para dejar lugar al sol por momentos. Con su Pinarello Crono de color blanco, quedaban un par de años para la aparición de la “Espada”, en una posición perfecta y rodando a más de 51 kilómetros por hora en determinadas partes del trazado, se presentaba en el Paseo de la República Argentina de la ciudad guipuzcoana superando el sensacional tiempo de un joven suizo, corredor del Grupo Deportivo ONCE de Manolo Saiz, llamado Alex Zulle, que por momentos parecía imbatible, ya que ninguno de los grandes especialistas en prólogos pudo con él. Los Bugno, Chiappucci y compañía no perdieron tiempo excesivo, pero la cuestión era que comenzaban por debajo en la clasificación del que iba a ser el hombre a seguir. Induráin empezaba el Tour de Francia como acabó un año antes, vestido de amarillo y sobretodo con la sensación de que su estado de forma tras su triunfo en el Giro era bastante bueno.
Un día después del prólogo urbano, una etapa en línea con salida y llegada de nuevo en San Sebastián, incluía en su recorrido las ascensiones a Jaizkibel y a Gurutze, esta última a 25 kilómetros de la línea de llegada, un trazado en parte muy similar al de la Clásica de San Sebastián. La climatología no fue precisamente agradable, con fuertes rachas de viento y lluvias dispersas, un hecho que no impidió que varios fueran los corredores inmersos en cortes y fugas. El equipo ONCE jugó sus bazas para arrebatar el maillot amarillo a Induráin, y lo pudo conseguir debido a los pasos intermedios bonificados, en los que Alex Zulle fue limando segundos hasta conseguir el liderato, por si fuera poco el día de su 24 cumpleaños, un liderato que no tuvo excesivos problemas en perder el corredor de Banesto, con las miras puestas en su próximo objetivo a corto plazo en ese Tour de Francia, la contrarreloj de Luxemburgo. La etapa finalmente fue para Dominique Arnould por delante de Johan Museeuw, todavía en su versión de sprinter puro.
En la segunda etapa y tercera jornada, el Tour de Francia se iba a despedir del País Vasco por el Col de Ispeguy, de camino a Pau, ciudad emblemática en la Grande Boucle, previo paso fugaz por los Pirineos, en esta edición con mínima presencia de esta cordillera debido lógicamente a la estructura del recorrido. El Col d´Osquich, pequeña ascensión, pero legendaria al ser parte de la histórica etapa Luchón-Bayona del Tour de 1910, y el Marie Blanque, lejos de la línea de meta fueron las dificultades ya en territorio francés de aquella etapa. Una etapa que será recordada como el primer día de gloria de un escalador francés llamado Richard Virenque, que acabó vestido de amarillo al final de la etapa, y del alavés del Seguros Amaya de Mínguez, Javier Murguialday, vencedor en la meta de Pau, todo ello después de una larga escapada. La organización del Tour de Francia se enfrentaba ahora a otra amenaza al entrar en su país de origen, una contundente huelga de transportistas que podía poner en jaque el desarrollo normal de la carrera, unida a dispersas protestas de agricultores en parte del recorrido. Todo apunta a que Jean Marie Leblanc durmió poco en esos primeros días de julio de 1992.
Y esto fue lo que dio de sí aquella Gran salida del Tour de Francia en San Sebastián en 1992, la ilusión y el esfuerzo de los organizadores , se habló de un coste de 300 millones de las antiguas pesetas, y de la federación vasca de ciclismo se tradujo en un gran resultado, con una muchedumbre apoyando a los ciclistas en las cunetas para ver de cerca a sus ídolos, un magnífico espectáculo deportivo, con Miguel Induráin a la cabeza del mismo, y todo ello a pesar de algunos incidentes aislados con los que tuvieron que lidiar.
Alberto Díaz Caballero es madrileño y uno de los puntales de Le Puncheur. Anteriormente, había participado también en High-Cycling, así como en otros proyectos como Road & Mud y Planeta Ciclismo. Sobre historia, sobre actualidad o sobre cualquier tema. Un todoterreno del ciclismo que transmite conocimiento y pasión en cada texto.