La Purito: Una de las cicloturistas más desafiantes

El pasado fin de semana volvimos a enfrentarnos a uno de los desafíos más duros en el mundo del ciclismo: La Purito. Esta marcha cicloturista, que recorre los paisajes majestuosos de Andorra, es conocida por su brutalidad, tanto por las subidas interminables como por los desniveles que parecen no tener fin. Este año, decidimos repetir la experiencia y enfrentarnos de nuevo a la distancia más larga: 115 kilómetros con un desnivel positivo de 4.800 metros. Y aunque ya sabíamos a lo que nos enfrentábamos, no hay forma de que el cuerpo no acabe destrozado tras semejante esfuerzo.

El día previo ya empezaban las emociones, examinando algunos de los puertos, nos encontramos con Carlos Verona, quien subió la foto que podéis ver mas abajo a su cuenta de Strava. Los momentos curiosos continuaron en el instante en que durante la recogida de dorsales varias personas que nos pidieron fotos, ¡a nosotros! Algo que nos llenó de orgullo y nos hizo mucha ilusión, ya que denota que no lo hacemos del todo mal y la gente nos empieza a conocer cada vez mas.

Al día siguiente, ya desde el inicio de la prueba, sabíamos que no habría tregua. La ruta está diseñada para llevar a los ciclistas al límite, encadenando seis puertos de montaña sin apenas tramos llanos, y con pendientes que alcanzan hasta el 16%. El sufrimiento comienza en Sant Julià de Lòria, desde donde arrancamos con la primera subida a La Rabassa. Un puerto de primera categoría que no se anda con rodeos: en los primeros kilómetros ya nos enfrentamos a rampas que superan el 13%. Este es solo el comienzo, una especie de calentamiento, porque lo que viene después es aún más duro.

Hay 3 distancias: 30 Km +1700m, 80km +3500m y 115Km +4800m

El siguiente reto es el Coll de la Gallina, famoso por su «kilómetro infernal», un tramo con una pendiente media del 12% que pone a prueba tanto la fuerza física como la mental. A medida que vamos subiendo, el dolor en las piernas se vuelve más intenso, pero hay que seguir, porque La Purito no da respiro.

Tras la Gallina, seguimos con La Comella, un puerto corto pero traicionero, y después llegamos a Beixalís, un auténtico monstruo. Sin duda, este es el puerto más duro de toda la ruta. Las rampas son durísimas, las curvas de herradura parecen no tener fin y el calor sofocante lo convierte en un verdadero infierno. Aquí es donde sentimos que la marcha empieza a castigar no solo el cuerpo, sino también la mente.

Luego viene el puerto de Ordino, una subida larga y monótona que se hace interminable. Cada pedalada se siente como un pequeño logro, pero la mente empieza a jugar malas pasadas. Y finalmente, alcanzamos Cortals d’Encamp, donde la ruta parece querer suavizarse en los últimos kilómetros, pero a esas alturas, el cuerpo ya está al límite, y cualquier pequeña pendiente se siente como una montaña.

A lo largo del recorrido, nos encontramos con otros ciclistas y compartimos anécdotas que, aunque brevemente, alivian un poco el sufrimiento. Este año tuvimos la suerte de cruzarnos con Pedro Acosta, el piloto de MotoGP, quien también se sumó a la marcha. Nos echamos unas risas, y esos momentos hicieron que las duras subidas fueran un poco más llevaderas.

Una de las tradiciones más curiosas de La Purito es la foto con el «Purito», un puro de chocolate en homenaje a Joaquim «Purito» Rodríguez. Nos encanta participar en este ritual, porque más allá del reto físico, La Purito es también una celebración del ciclismo y de la camaradería que se forma entre los participantes.

La Purito no es solo una marcha cicloturista, es una experiencia que nos pone a prueba en todos los sentidos. Terminarla es una auténtica hazaña, un logro que no todos pueden contar. Y aunque el dolor y el agotamiento son parte del paquete, la satisfacción de haberla completado es incomparable. Es una historia de esfuerzo, superación y pasión por el ciclismo que llevamos con nosotros, y que siempre estaremos orgullosos de contar.

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