Acabo de elegir este título con rima y ya me estoy arrepintiendo… Porque no está la cosa para bromas. Entre mis compañeros en Le Puncheur hay varios fans de Mikel Landa. Lo mío es más complejo de explicar. A mí lo que me tiene enamorado desde hace años es el ciclismo en Ruanda, y tengo motivos para acuñar aquello del #RuandismoObarbarie. Sobre todo, barbarie.
Esta semana, Goma, una ciudad congoleña que hace frontera con el noroeste de Ruanda, amaneció a tiros. Un conflicto internacional heredero del famoso genocidio de tutsis a manos de los hutus en 1994, que realmente ha tenido otros momentos de tensión y estallidos de violencia desde entonces. La que hoy en día es la principal prueba de ciclismo en carretera de África, el Tour du Rwanda, emergió literalmente de las cenizas en 2001 y se convirtió, poco a poco, en un símbolo de la reconstrucción del país. Pero la actualidad nos recuerda también la inestabilidad en todo el continente africano: Goma está a menos de 15 kilómetros de Rubavu, final de la tercera etapa del Tour du Rwanda 2025.
El ciclismo en Ruanda fue adquiriendo fama y, en 2019, con su ascenso a la categoría 2.1, dio el relevo definitivo a las pruebas punteras que hasta entonces lideraban el calendario del UCI África Tour: primero el Tour du Faso en Burkina Faso (la tierra de Hamado Pafadnam, el chico maravilla de Durango) y, más tarde, la Tropicale Amissa Bongo en Gabón (donde cuentan que Abraham Olano daba las buenas noches en euskera a los miembros de la selección nacional cuando la dirigía). Cuestiones también geopolíticas provocaron que Faso y Tropicale entraran poco a poco en decadencia, hasta el punto de que, en 2024, el Tour burkinabé dejó de ser prueba UCI (por invitar a un equipo militar ruso, el CSKA Moscú, saltándose el veto deportivo), y el nuevo gobierno gabonés, generado igualmente por un golpe de Estado, aplazó de forma indefinida su prueba. Por ello, tampoco hemos podido coger la bici este enero algún domingo para ir «A-misa» (y repicando con los Bongos). El calendario UCI Africa Tour 2025 ha perdido así dos pesos pesados como el Tour du Faso y la Tropicale, por lo que el Tour du Rwanda 2.1. se queda casi solo en este circuito continental, secundado pero de lejos por algunas pruebas en Marruecos y Argelia, el reciente Tour du Sahel en Mauritania o la emergente vuelta en las Islas Mauricio.
Pese a que en 2021, en plena burbuja desde el ya mítico Muro de Kigali, la Unión Ciclista Internacional anunció por todo lo alto que el Mundial se celebraría por primera vez en África en 2025, en la capital ruandesa, estos últimos años hemos tenido pocos motivos para ser optimistas.
A partir de 2019, la Ferwacy (Rwanda Cycling Federation) rompió relaciones de manera abrupta con el Team Africa Rising (TAR), una asociación benéfica estadounidense que, entre 2007 y 2018, sacó adelante, a través de donaciones, el equipo nacional, el Team Rwanda, bajo la dirección del exciclista Jock Boyer. Además, creó un centro de desarrollo en Ruhengeri, junto a Musanze, a hora y pico de la conflictiva frontera. Kimberly Coats, CEO de TAR, denunció malversación de fondos, mala gestión e incluso la existencia de abusos sexuales cometidos por técnicos de Ferwacy. También fue relegado al ostracismo uno de los principales colaboradores del matrimonio Coats-Boyer, la mayor estrella del ciclismo ruandés, Adrien Niyonshuti, ciclista olímpico que llegó a ser profesional en Qhubeka y que ahora ejerce como seleccionador lejos de su país, en Benín.
En paralelo, excepto Moise Mugisha (subcampeón del Tour du Rwanda, aún en activo) o Joseph Areruya (ganador en 2017, ahora director del equipo Java Inovotec), el resto de los grandes ciclistas ruandeses de los últimos años forma parte de la diáspora: Valens Ndayisenga, Bonaventure Uwizeyimana, Javier Hadi o Samuel Mugisha colgaron la bicicleta años antes del Mundial 2025 y lo verán -si se realiza- desde la televisión por cable en Estados Unidos. Así que no estarán para echar eso, un cable, al seleccionador nacional Félix Sempoma en Kigali. Kimberly Coats duda, con datos de sobra, que algún ciclista ruandés entre los candidatos a acudir al Mundial (el propio Moise Mugisha, Didier Munyaneza, Eric Manizabayo, Vainqueur Masengesho, Jean Claude Nzafashwanayo…) tenga el nivel para completar los 267,5 km de la prueba.
Hay que reconocer que el circuito del Mundial de Kigali 2025 es durísimo, selectivo y altamente atractivo, con 5.475 m de desnivel acumulado, 1.000 m más que el de Zürich 2024, y solo por detrás del de Sallanches 1980 (5.750 m) y de los de Nürburgring 1966 y 1978 (5.682 m), superando por poco a Duitama 1995 (5.400 m). La organización no lo ha tenido fácil y, tras muchos bandazos y dudas, para garantizar la viabilidad, hace justo un año, en enero de 2024, Ferwacy firmó un acuerdo con los franceses ASO y los belgas Golazo. Esa colaboración, tras tres años poco productivos, trajo sin duda seguridad a la UCI, pero volvió a ser una muestra negativa de la escasa sostenibilidad de los avances y de cómo el ciclismo de alto nivel en África sigue sin poder ser 100 % autogestionado por los propios países africanos. Con este mundial de Ruanda 2025 tengo unas sensaciones parecidas a las del que ganó Sagan en Qatar en 2016. Curiosamente, tras el tan criticado mundial de 2016, cesó el ciclismo en Qatar, pese a que se disparó en otros países vecinos de la Península Arábiga. Y no es casual que en mi cabeza haya esta asociación, ya que Qatar ha invertido en muchas nuevas infraestructuras ruandesas y está detrás de los fondos de la publicidad «Visit Rwanda» que han lucido equipos de fútbol punteros a modo de lavado de imagen («sport-washing») y promoción turística de este país. Para mí, Ruanda, con sus Mil Colinas y verdes campos de té, lo tiene todo para convertirse en destino turístico y centro del ciclismo en África… Lo que no tengo claro es cómo se está gestionando ese potencial tanto desde dentro como desde fuera de Ruanda.
Desde hace varios meses circula una información preocupante: varios seleccionadores europeos indican que los hoteles y otros recursos de Kigali y alrededores quieren “hacer su agosto” en septiembre de 2025 con motivo del Mundial. Costes desproporcionados de un viaje que harían menguar la participación de algunos equipos importantes, como ya ocurrió en cierta medida con el mundial de Australia de Wollongong 2022.
Aunque la UCI se haya “hecho la suiza” asegurando apresuradamente que el Mundial de Kigali 2025 sigue en pie, estos días se han publicado en prensa rumores fundados de que ya barajan un plan B: un Mundial igualmente duro en Martigny, como el que tuvo que ser anulado en 2020 por la pandemia. Hay un comunicado de la UCI que lo desmiente… por ahora (inquietante y significativo ese “at this time” con el que acaban bruscamente el texto difundido).
Entonces, ¿cómo anda el Mundial previsto para septiembre de 2025 en Kigali? Me gustaría estar escribiendo un artículo poniendo en valor uno de los circuitos que más he esperado desde que se supo que Ruanda sería sede. Siento bastante enfado, porque yo tendría que estar contándoos otras historias, en lugar de «meterme en camisa de once varas» intentando comprender los conflictos nacionales e internacionales que están minando el desarrollo del ciclismo en África. No quiero ser pesimista, así que como cierre, me limitaré a utilizar otra vez del refranero español: “Mal año espero, si en febrero anda en mangas de camisa el jornalero.”

Touriste-routier interesado por la historia y el salseo en bicicleta. Seguidor del ciclismo más modesto, global, diferente y, muchas veces, bizarro. Las «grandes vueltas» cada año para mí son el Tour du Rwanda y el Tour de Langkawi. Orgulloso colaborador de Le Puncheur y antes en High Cycling. En redes soy «Viktor Frankenaerts» o @cyclinggeo
Excepcional artículo. Gracias por dejar tu sabiduría de nuevo por aquí e ilustrarnos con la situación actual de Ruanda. Habrá que seguir atentos la actualidad para ver donde desemboca todo
Gracias por tu comentario, Alberto. Yo esperaba poder escribir algo más positivo, pero este mundial me genera cada día más dudas.