El veterano ciclista gallego Gustavo César Veloso nos atiende desde su casa en Vilagarcía de Arousa, donde se prepara para comenzar su vigésima temporada como profesional. Con una dilatada carrera como profesional, nos narra sus visiones sobre los diferentes ciclismos que ha vivido, así como su visión del estado actual de un deporte en el que sigue en activo a sus 41 años.
¿Cómo empezaste en el mundo de la bici?
GV: De niño para mí la bicicleta era un medio de transporte. Vivía en un pueblo y la usaba para quedar con los amigos, hacer recados… Iba a la típica tienda de ultramarinos, a unos 600m de casa, a los encargos de mi madre.
Realmente no empecé a competir hasta los 18 años, siendo juvenil de segundo año. Había hecho otros deportes antes, principalmente atletismo en unas cátedras con el colegio. De ahí pasé un poco por todos los deportes: fútbol, baloncesto, natación… Hasta que empecé a rodar con un grupo cicloturista y me enganché a esto del ciclismo.
Tengo muy buenos recuerdos de mis primeros años. Al empezar tarde, tenía mucha ilusión y ganas de aprender. Se me dio bien desde que empecé, y estaba en un equipo pequeño, de mi zona, donde todos éramos amigos y no había ninguna presión. Había muchas carreras. Podía hacer 40 a 45 días de competición casi sin salir de Galicia; solo algo por Asturias, Zamora, norte de Portugal… Guardo muy buenos recuerdos. Al empezar más tarde, disfrutaba como un cadete.
Pasas a profesionales con un equipo portugués, en una época de transición en el ciclismo español.
GV: Cuando yo di el salto aún se vivía un buen momento en cuanto a equipos españoles. Había muchos corredores amateurs y eran muchos los que pasaban al profesionalismo. Eso es muy diferente hoy en día. Aquí en Galicia, si no viene gente de fuera, en una carrera amateur salen 50 corredores. Cuando yo corría salíamos 130. Había mucho más ciclismo, con carreras de 200 corredores o más.
Lo que he vivido es esa “involución” del ciclismo. Pasamos de la época de Indurain, cuando este deporte estaba en lo más alto, con todos los que se aficionaron al ciclismo en aquella época; hasta llegar a donde estamos ahora.
¿Cómo se fraguó tu salto al profesionalismo?
En el año 2000, como sub23 de 2º año, acumulé buenos resultados e incluso fui al Mundial. Gracias a ello, pude pasar a profesionales en Portugal de la mano de Carvalhelhos-Boavista el año siguiente. Era un equipo Continental Pro. Los dos primeros años fueron de adaptación y poco a poco fui consiguiendo resultados.
Tras tres años en Portugal, pudiste entrar en el pelotón español de la mano de Relax.
GV: En 2003 gané la Clásica de Primavera en Póvoa de Varzim, y alguna otra prueba en Portugal con motivo del centenario del club de fútbol de Boavista. Hice 8º en el Tour de Porvenir y fui acumulando buenas prestaciones para mis 23 años.
De ahí, pude lograr correr en España de la mano del Relax-Bodisol. Así enlacé equipos españoles pasando a Kaiku y a Xacobeo, estando un año sin correr tras la desaparición del conjunto gallego. Me fui al Andalucía en 2012, que también desapareció, y ya me volví a Portugal.
Háblanos de tu experiencia en el Kaiku; un equipo que nació con mucha ambición pero que pagó el quedarse fuera de la Vuelta a España.
GV: El equipo había nacido con la ilusión de correr la Vuelta. Sabíamos que el primer año era difícil, pero el segundo año nos llevamos un mazazo al quedarnos sin invitación.
A nivel deportivo era un equipo con cualidades suficientes para rendir en la Vuelta. Era un equipo con muy buena imagen a nivel internacional. Un conjunto modesto pero muy profesional, tanto a nivel de actitud como de organización. Peleábamos mucho. Éramos jóvenes, pero muchos compañeros despuntaron luego con otros equipos.
Con Kaiku gané mi primera etapa en Volta a Portugal en 2006.
Hablando de Volta a Portugal, eres todo un clásico de A Grandissima.
GV: Había debutado en esta carrera en 2003; la corrí en 2004 y 2006, y es una prueba que no me pierdo desde 2013, y las he terminado todas. Ahora ya me parece algo casi normal, pero te aseguro que con 23 años esa carrera daba mucho respeto, casi como una grande.
Es una vuelta muy intensa. La forma de correr en Portugal es muy agresiva, sin etapas de transición, siempre al ataque. No hay jornadas “de recuperación” como en las grandes vueltas del WorldTour. Así que, aunque tenga menos días, se va rapidísimo, mucho calor… Se hace muy dura.
Ese espíritu competitivo del ciclismo portugués se está poniendo de moda con los jóvenes corredores que están despuntando en Europa.
GV: Cuando yo pasé allí a profesionales, los equipos lusos tenían presupuestos muy buenos, y los ciclistas portugueses no salían porque firmaban muy buenos contratos. Hoy en día el ciclismo en Portugal, a nivel económico, está mucho peor que cuando yo empecé. Actualmente un ganador de Volta a Portugal no gana ni la mitad de lo que se ganaba en aquella época. Antes del euro podías garantizarte más o menos un futuro cómodo. Ahora, el salario te da para vivir al día.
No pasa solo en Portugal. Fuera del WorldTour, el salario es muy inferior a lo que había entonces. Una cosa son las estadísticas que ponga la UCI en el WorldTour a nivel de salario medio, pero en el resto de los equipos el 60% de los ciclistas ganan menos de 50mil euros brutos al año.
Es un reflejo de la sociedad, del deporte y del ciclismo en particular. Antes podías invertir en un futuro. El sistema está montado para que tengas un WorldTour o no te compense otra cosa. Montas un equipo Profesional Continental, te quedas fuera de las grandes vueltas en 2 o 3 años, y la inversión no te compensa. Sin embargo, tienes que triplicar el presupuesto de un equipo continental, sin garantías de tener un calendario mucho mejor.
La UCI debería darle una vuelta al modelo. El ciclismo no solo es el WorldTour. Es lo que más vende porque es lo que se quiere que más venda.
Volvamos a tus años en España, y en particular a la aventura del Karpin-Xacobeo. Un equipo de casa, en una Vuelta a España que arranca en Galicia. No se puede pedir más.
GV: Para los gallegos era un sueño hecho realidad y me siento orgulloso de haber pertenecido a ese equipo y haber vivido ese momento histórico.
Fueron cuatro años inolvidables. Había un bloque de veteranos, como Santos González o Marcos Serrano, que llegaba para llevar el peso del equipo y que los jóvenes pudiéramos ir creciendo.
Siempre tuvimos aspiraciones muy buenas. Desde el primer año luchamos por el pódium en la Vuelta, con Ezequiel Mosquera. Además, llegamos a ganar la clasificación por equipos en 2009, algo que muy pocos equipos Pro Continentales pueden lograr.
Al tener acceso a menos carreras, podíamos preparar a conciencia ese gran objetivo del año. Todos nuestros esfuerzos se volcaban ahí.
En Xacobeo fue donde alcancé mi madurez como ciclista y viví los mejores años de mi carrera deportiva.
Con Xacobeo, en 2008 logras vencer en una carrera WorldTour y de gran prestigio como Volta a Catalunya. ¿Qué recuerdos tienes de aquel momento?
GV: Para mí la carrera más importante que he ganado es la Volta a Catalunya, aunque no tenga el impacto mediático de una etapa en Vuelta a España. Ganar la general de una Vuelta ProTour es muy difícil. Vencí la general a base de estar ahí todos los días. No gané ninguna etapa e hice segundo en la regularidad. Además, al conseguir ganar el último día, el equipo no tuvo que trabajar.
Venía de estar delante en Criterium Internacional, y de hacer cuarto en la Vuelta a Turquía que ganó mi compañero David García. Sabía que estaba muy bien de forma, y había tenido tres semanas para recuperarme de ese bloque de competición. Me tomé una semana de trabajo de recuperación para luego ponerme 10 días con entrenamiento intenso para llegar bien a Catalunya.
En principio el jede de filas era Ezequiel Mosquera, pero se cayó en la etapa de la Seu d’Urgell y me quedé como baza principal para estar delante. Fui muy regular todos los días, y la última jornada, aprovechando el conocimiento del terreno (mi mujer es de Barcelona), me metí en la pelea por las bonificaciones porque estaba a un segundo del pódium. Me metí en el corte bueno y llegué a meta con Carrasco, del Andalucía. Etapa para él y para mí la general.
Al año siguiente, vences en una gran etapa de la Vuelta a España con final en Xorret de Catí. ¿Cuándo te diste cuenta de qué podías llevarte esa victoria parcial?
GV: Se hizo una fuga con gente de bastante experiencia así que cuando vimos que no nos daban mucho margen, intentamos ir regulando para poder llegar con fuerzas a la parte final. Cuando llegamos al puerto de Carrasqueta, sabíamos que en el valle posterior hasta Xorret de Catí o al menos hasta Castalla tendríamos viento a favor. Así que a 3km de coronar Carrasqueta decidimos abrir gas y conseguimos aumentar la ventaja a los 6 minutos, así que pensamos que podríamos contar con margen para llegar. Pero cuando pasamos Castalla, cambió el viento y empezamos a perder ventaja. A pie de Xorret de Catí ya teníamos poco más de dos minutos.
Yo fui el primero en arrancar, para probar cómo iba la gente, en una primera rampa antes de una zona un poco más suave. Cuando vi que la gente iba fuerte, me abrí un poco y Taaramae salió como si lo lanzaran con un tirachinas. Preferí no cebarme y fui de menos a más recuperando terreno. Taaramae petó, y De la Fuente y Marzano fueron pagando el esfuerzo de haber ido tras él.
Lancé mi ataque definitivo con la vista ya en la pancarta del Premio de Montaña. No conocía la bajada así que decidí tirarme para abajo sin arriesgarme, pero sin relajarme tampoco. Sabía que coronando con unos 20 segundos iba a ser muy difícil que me cogieran. Tomé la referencia de la moto de la Guardia Civil que iba delante, y frenaba cuando ellos frenaban; y soltaba cuando ellos soltaban. Son cosas que te salen de forma innata. Ves la luz de freno encendida y es una referencia que tienes. Un gran momento en mi carrera.
También has logrado victorias más “exóticas”, como el Tour do Rio, en Brasil, donde has tenido bonitos duelos con Óscar Sevilla.
GV: Corrí tres Tours de Rio, dos los ganó Sevilla conmigo segundo. Y a la tercera fue la revancha y me impuse en la general.
Los 3 años que fui a correr allí, era una vuelta que se corría a los 15 días de terminar Volta a Portugal. Al ser un equipo portugués, siempre hay buenas relaciones y después de hacerlo bien el primer año, nos invitaban siempre. Para nosotros era la última carrera del año, estaba bien organizada, con buenos premios y cuando terminaba nos quedábamos allí dos o tres días haciendo turismo.
El de Sevilla y el mío éramos los bloques más fuertes, porque veníamos de Vuelta a Colombia y Volta a Portugal y se notaba; aunque había brasileños que andaban muchísimo, pero corrían con muy poca cabeza.
Tanto los dos años que me ganó Óscar, como en mi victoria en 2015, se ganaba a base de ataques de muy lejos, a veces a más de 100km a meta. Era una carrera muy bonita por ser un estilo muy chapado a la antigua, con ataques constantes desde lejos, sin mucha estrategia.
Cómo añoramos muchos aficionados esas cabalgadas épicas del ciclismo de antaño
GV: Ahora el ciclismo es más robótico. Se arranca solo a 2km 3km de meta (a no ser que veas la Volta a Portugal).
Considero que es una cuestión de actitudes. Antes se prefería arriesgar a perder un tercer puesto para ganar. Ahora, nadie quiere arriesgar su puesto. Quieres ganar, pero sobre todo no perder lo que tienes. A partir de la mitad de una carrera, ya no hay tácticas ofensivas. Son tácticas conservadoras, no se busca provocar el fallo del contrario.
Por ejemplo, yo no puedo entender que un gregario se abra y pueda mantener el ritmo de los favoritos y entrar a menos de un minuto. Si tiras es para reventar el grupo y cuando te abres tienes que ir “abierto de patas” y perder una minutada.
Es cierto que todo se iguala más y los esfuerzos están más medidos y controlados; pero la diferencia la tiene que hacer la calidad y la cabeza de cada ciclista. En carreras como el Tour, para mí la diferencia entre los primeros es la mentalidad. Si quieres ganar no puedes ser conformista. No se puede esperar a los últimos 3 kilómetros de la última etapa para recuperar el tiempo. Creo que hay que intentar reventar la carrera, dejar al líder solo y jugar tus piezas.
¿Cuál crees que es la solución para conseguir un ciclismo más ofensivo?
GV: Es fácil hablar desde el sofá, pero creo que falta valentía. El deportista debe tener esa ambición, si no pierde su esencia. La globalización del ciclismo, el WorldTour y los intereses económicos, han hecho que se pierdan esos valores; porque los equipos priman sus intereses comerciales a los deportivos. Ahora son empresas, y tienen que justificar sus presupuestos y sus cuentas; y perdemos la esencia del deporte. Lo que queda en el recuerdo no es quién hizo cuarto o quinto. Nos acordamos más del Chava o de los ataques del Kelme que del cuarto del Tour del año pasado.
Pienso que la responsabilidad de que el ciclismo de hoy sea como es, no es de los ciclistas, ni de los pinganillos. Es un problema del modelo. No se pone el espectáculo como prioridad; ya no se corre para el público sino para los intereses económicos.
Foto: El Correo Gallego
Nacido en Madrid el 2 de abril de 1986, Jorge Matesanz ha pasado por ser fundador y director de proyectos como Revista Desde la Cuneta, Tourmalet Magazine o High Cycling, además de colaborar en otros proyectos como Palco Deportivo, Plataforma Recorridos Ciclistas o Con el Plato Pequeño. Tras más de 15 años dentro del mundo del ciclismo, llega el momento de fundar Le Puncheur junto a Sergio Yustos y seguir acercando artículos de opinión, casi siempre sobre ciclismo profesional.