Entrevista Claudio Chiappucci: «Ya no hay etapas como la de Sestrieres’92»

Claudio Chiappucci nació en Uboldo el 28 de febrero de 1963. Eran los años en los que Anquetil marcaba el paso en el Tour y algunos grandes escaladores como Federico Martín Bahamontes o Charly Gaul estaban en boca de todos los aficionados. El destino querría que su carrera ciclista coincidiera con la de otro gran campeón, Miguel Indurain, lo que le restó palmarés, pero cuyos duelos dignificaron la leyenda de ambos. Quién sabe lo que hubiese sido de Claudio de haber nacido en la época de los recorridos sin apenas contrarreloj (su talón de aquiles) como los de hoy. De carácter amable y cercano, Claudio Chiapucci, el mítico corredor del Carrera italiano nos atiende por videollamada. Actualmente vive en Varese y sigue muy activo en el mundo de la bicicleta, aunque se nota que la presión de los grandes días quedó atrás y vive mucho más relajado. El mismísimo ‘Diablo’ ante nosotros.

¿Cómo empezaste en ciclismo?

Claudio Chiapucci: Empecé jugando al fútbol y mi problema era que no me gustaba el entrenador. Tenía 14 años y era atacante, pero él me ponía en defensa. Hablé con él y le dije que no estaba contento y lo dejé. A mi padre le gustaba el ciclismo y por eso comencé.

Supongo que en Lombardía los inviernos serían duros para salir con la bici.

C: Sí, normalmente hace frío. Pero tenemos áreas con lagos como el de Como o Varese y son muy buenos sitios para entrenar. En estas zonas hay 6-7 grados de diferencia con respecto al resto de la región y de Como vivo a 25 kilómetros. Ningún problema. El paisaje es precioso, tienes todo tipo de terreno. Montaña también, pero no me molesta ni mucho frío ni mucho calor.

Tardaste poco en debutar como profesional y fuiste ese mismo año elegido para el Giro…

C: Fue cumplir un sueño. Cuando empecé no tenía muy claro si iba a ser un líder o un gregario, pero di el máximo, fui un profesional, que llegar a serlo no era nada fácil en aquella época. Había que conseguir puntos, ganar carreras… no es como hoy, que existen más lugares donde desarrollarse. En sub 23 fui campeón de Italia, gané el Giro di Lombardía sub 23, en casa, y ello me permitió elegir con qué equipo pasar a profesionales entre tres ofertas. Elegí el Carrera. Debutar en el Giro, en la carrera más importante para un italiano, fue una enseñanza. Sin presión, sólo con la meta de aprender cómo ser un profesional.

Curiosamente Indurain debutó en la Vuelta aquel 1985 y os encontraríais más tarde en el Tour.

C: Sí, en 1990 fue mi gran explosión. Indurain destacaba como gregario de Delgado. Fue al año siguiente cuando surgió aquella famosa escapada en la que pude ganar en Val Louron y él se vistió por primera vez de amarillo. Ese día conocí bien quién era Miguel Indurain. No hablamos mucho ese día, pero los dos teníamos confianza de llegar.

Mal rival…

C:Él tampoco me conocía a mí, a excepción de haber sido líder en el Tour el año anterior.

¿Cómo viviste ese Tour? Te quedaste a sólo 2 minutos de ganar.

C: En la salida del Tour no pensaba que esto podía pasar. El equipo quería probarme como líder, era la prueba definitiva. Lo intenté desde el principio, aunque me gustaba más luchar por el maillot de la montaña. Por eso me escapé el día en el que me vestí de amarillo. Aquel momento me permitió conocerme mejor, tener más confianza en mí y tener mejor mentalidad. La verdad es que el equipo no estaba preparado para defenderme, nadie pudo imaginarlo. Estaba diseñado con gente para buscar oportunidades en todos los terrenos.

Imagino que desde entonces ya sí esperabas estar peleando las carreras de tres semanas.

C: Sin duda. Desarrollé una buena capacidad de recuperación. Quería ver si todo era fruto de un año o si realmente estas eran mis prestaciones. Y ya en el 92 pudimos verlo, ¿no?

Precisamente en el 92 pasaste a la leyenda del ciclismo.

C: No ha habido muchas etapas como aquella de Sestrieres en los últimos 30 años. Escapada larga en una etapa muy larga. Ahora no se hacen etapas así.

Entonces te penalizaba la crono ante rivales tan fuertes como el mismo Indurain o Lemond.

C: Las contrarrelojes eran un problema porque además eran mucho más largas que las de hoy. Las había individuales, por equipos y con el prólogo sumabas un total de cuatro. Con Miguel además nadie se podía comparar en ese terreno. Era muy difícil hacerle frente. Pero gracias a ello mi mentalidad fue la que fue. Había que atacar desde muy lejos para buscar diferencias y romper así al equipo Banesto, que de esa forma trabajaba durante toda la etapa.

¿Crees que con los recorridos de hoy día tendrías alguna grande en tu bolsillo?

C: Puedes imaginarlo, los recorridos de los últimos años son mucho mejores para mí. Hay muchas etapas de montaña, menos crono y a veces con algún puerto. En todo caso hubiese sido más fácil para mí. Hay mucha diferencia en los recorridos de ahora en comparación con los de aquellos años. Es muy evidente. Puedo por lo menos imaginarlo.

Volviendo al Tour’92, fue un tanto atípico, con mucho pavé, media montaña, pocos Pirineos…

C: Ese año tenía mucha confianza porque teníamos una gran etapa que terminaba en Italia, me gustaba mucho. La diferencia entre las etapas de entonces y las de ahora también estaba en el pinganillo. Una etapa como la de Sestrieres no hubiese podido tener lugar con ellos. Sin ellos el ciclismo es muy instintivo, muy natural. Creo que le gustaría así más a los espectadores que ven las carreras con todo menos controlado.

Cuéntanos sobre tu gran día.

C: No lo tenía previsto. Ataqué en el primer puerto por los puntos de la montaña. Después del descenso observo que estamos unos veinte ciclistas.  Yo tenía un compañero conmigo y le dije que trabajase para hacer hueco porque quería ver la reacción en el pelotón. Empieza el segundo puerto y el grupo de escapados se selecciona, lo normal. Entonces escucho por la radio que está trabajando el equipo de Bugno. Eso me puso muy nervioso.

Me extrañó que hiciese ese trabajo para Indurain. Así que decido marcharme solo en el Iseran. El último que aguantó mi rueda fue Richard Virenque, que no trabajaba porque tenía a Pascal Lino de líder y era de su mismo equipo. Yo estaba un poco enfadado con Bugno en ese momento. Esperaba que alguien me cogiese para que la escapada llegase más lejos o que atrás en el pelotón se dejase de trabajar para tomar más diferencia. Pensando en todo eso, al final llegué a meta solo y la etapa salió muy bien.

¿Cuál fue la táctica en aquella escapada en solitario?

C: Fue muy sencillo: subir los puertos tranquilo, en el descenso lo más rápido posible. Así pude llegar a Sestrieres.

¿Cómo vivste los últimos kilómetros de la etapa?

C: En los últimos kilómetros la radio dice que Indurain ha atacado y se ha marcado solo. Esto fue muy difícil psicológicamente, porque no faltaba mucho para la meta y me aterraba la idea de que todo el trabajo duro hecho a lo largo del día no sirviese para nada. Así que me repetía constantemente la palabra ‘calma’, estuve tranquilo y pese a los momentos de dificultad mental pude ganar la etapa. El apoyo de la gente me ayudó muchísimo. Fue increíble. Miguel hizo un esfuerzo importante para cogerme, y entró en dificultad. La pena es que la etapa no durase algún kilómetro más, porque podría haber ganado mucho más tiempo. Fíjate, después de tantos kilómetros todo se decidió en el final. Increíble.

Pese a la rivalidad con Indurain, en España se te admira mucho por aquella etapa.

C: Miguel y yo somos amigos. En competición es otra historia. Fue una muy buena rivalidad y tengo que decir que gran parte de mi motivación de aquellos años fue gracias a él. Su manera de correr tuvo influencia en la mía. No podía esperar a atacarle al final para ganar apenas unos segundos cuando en las contrarrelojes sabía que iba a perder cinco o seis con él.

¿Crees que en la actualidad hacen falta escaladores como tú?

C: Creo que falta mentalidad en los ciclistas de ahora. Ahora el ciclismo no es natural, no es instintivo. Es muy difícil cambiarlo porque la tecnología avanza y no va a dar un paso atrás. La tecnología busca hacer del ciclista una máquina perfecta. Yo prefiero al ciclista al natural: soy lo que soy. No depender de las pulsaciones, de los datos, de la bicicleta…

Una carrera que históricamente ha sido más intuitiva es el Giro. ¿Cómo ves tu relación con esta carrera con la perspectiva que te da el tiempo? ¿Crees que deberías haber apostado más por ella?

C: Como italiano, para mí era muy importante el Giro. Pero la carrera más importante del mundo ha sido siempre el Tour. Cuando he salido en el Giro he intentado con todas mis fuerzas ganarlo. Pero estando en el Tour he contado con la mejor forma en él y la máxima concentración.

En la Vuelta participaste menos…

C: Claro, no es posible abarcar todo. Yo era un ciclista que solía hacer Giro y Tour. Sólo participé dos veces en la Vuelta. Una en abril, que era antes del Giro, y otra en septiembre. En España sí que he ganado un montón de carreras: Volta Catalunya, País Vasco, la Clásica de San Sebastián, etc.

Alguna clásica te llevaste…

C: Sí, gané Milán-San Remo y he sido de los pocos ciclistas que han tomado la salida en todas las clásicas, que no era algo habitual. Si no contamos las nuevas carreras, he salido en todas las de mi época

¿Cuál ha sido tu peor día sobre la bicicleta?

C: Sin ninguna duda, la etapa de Hautacam en el Tour (1996). No sé si fue algo que comí, no me encontré nada bien. Desde el comienzo del puerto fue un auténtico calvario para mí.

¿Y el mejor?

C: Aparte de Sestrieres, quizá el de mi victoria en Milán-San Remo. No era una carrera para mí ni mucho menos. Era y es una de las clásicas más importantes y además la que abre la temporada de las clásicas, por lo que tiene un doble valor. Como recorrido, no es para un escalador, y por eso no tenía nada que perder. Me dije: “voy a intentarlo” y ataqué desde muy lejos. No ha habido nadie desde que yo lo hice que ganase esta carrera de esa manera. Creo que fueron 150 kilómetros en solitario.

Eso es una etapa con el kilometraje de las de ahora.

C: Esperar a ganar en Sestrieres lo podía esperar, porque es una etapa del Tour, de montaña y yo era un favorito al podio. Entra dentro de lo normal. Pero en San Remo no me esperaba nadie y pude lograrlo.

Hablando de montaña y de escaladores, tu carrera fue en el Carrera. Coincidiste con Marco Pantani. ¿Qué nos puedes contar de él?

C: Una parte de mí se fue con él. Era joven, estuvimos juntos cuatro años en una misma habitación, por lo que nuestra relación fue bastante estrecha. Compartimos muchos entrenamientos, muchos momentos, conversaciones. Marco era una persona que se concentraba mucho en lo que hacía. Siempre tuvo la mentalidad de ser un gran líder algún día.

Una carrera un tanto intermitente.

C: Tuvo muy mala suerte a lo largo de su carrera, con muchas caídas, problemas musculares, algunos accidentes que tuvo, etc. En esos primeros años no pudo demostrar todo lo que llevaba dentro. Pero aún así él sabía que algún día, cuando su suerte cambiase, iba a ser uno de los corredores más importantes del mundo. Y lo fue.

¿Cómo era en el día a día?

C: En el día a día era una persona que no era muy abierta a los demás.  Alguna vez era difícil hablar con él porque no era muy hablador. Era su carácter. Pero como ciclista ha sido una suerte poder correr con él.

¿Qué sabes de esos años últimos de Marco?

C: Tenía la bicicleta abandonada en sus últimos años, también a los amigos… Cambiaron muchas cosas en su vida, supongo.

Claudo Chiappucci, Marco Pantani, Gilberto Simoni, Vincenzo Nibali… ¿quién se asoma en el relevo del ciclismo italiano?

C: Como en España, hay mucha cultura ciclista, pero aunque en este momento hay mucho ciclista joven que llega, falta un gran líder para las carreras por etapas, por ejemplo. Lo hemos podido comprobar estos últimos años, que no hay relevo para Nibali, que ya está en su límite por edad. El palmarés de Vincenzo es impresionante, por cierto.

¿Y en amateurs? ¿Se vislumbra ese relevo generacional?

C: Hay muchos jóvenes que vienen de sub-23 que han tenido muy buenos resultados en esa categoría. Pero formar parte del pelotón profesional es otra historia. Corredores para ganar un día en concreto sí que tenemos, pero, como decía, nos falta un ciclista que suponga un gran líder para las carreras por etapas como las grandes vueltas. Creo que pasarán algunos años hasta que tengamos algún ciclista que cumpla ese rol.

Foto: Sirotti

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