En la pasada Volta a Catalunya, un modesto y pequeño escalador naranja volvía a acaparar la atención del público español. Mikel Bizkarra, enfundado con el icónico maillot de Euskaltel, resistía los envites de los gallos en los grandes puertos pirenaicos y disputaba de tú a tú la victoria en una fuga camino de Manresa a corredores de la talla de los Kamna, Dan Martin, Urán o Kruijswijk para terminar en tercer lugar. Nadie podía negar el mérito del corredor vasco.
Pese a lo mediático del momento, al tratarse de una gran carrera WorldTour, a muchos no nos sorprende ver a Bizkarra brillar a este nivel. A lo largo de su trayectoria, siempre ligada a los conjuntos de casa, Mikel ha demostrado ser uno de esos ciclistas que se ganan el sueldo a base de ilusión, compromiso y oficio. Solo una victoria como profesional, en la cima de Cerler en la Vuelta a Aragón de 2018. Pero un sinfín de puestos de honor en etapas y generales, principalmente en el calendario español.
Surgido de la cantera de Orbea, filial del legendario Euskaltel-Euskadi, se quedó a las puertas del salto al primer equipo, pues su futuro se veía comprometido por la desaparición de los naranjas en 2013. Obligado a buscarse las habichuelas para continuar con su profesión, comenzó la temporada 2014 en las filas del exótico equipo chileno Pino Road, en el que entraban compañeros como Juan José Oroz, Pablo Urtasun o Salvador Guardiola. Pero el proyecto resultó ser una absoluta estafa y no llegó a salir adelante, dejando a sus empleados en la estacada.
Demasiados reveses para un joven corredor que había mostrado ya en sus primeros años lo que sería la marca de la casa: perseverancia y regularidad. Afortunadamente, el año siguiente volvería la luz de la mano de Jon Odriozola y el bonito proyecto del Murias. En el equipo verde tomaría galones de líder, dando una presencia fundamental en cada carrera en la que participaba, formando un tándem muy interesante con Garikoitz Bravo. De nuevo a base de tesón y pundonor, lograba ir marcando hitos en su carrera, como el debut en la Vuelta a España de 2018, colándose en el top20 de la general.
Sin salir de casa, volvió a tocar reinventarse en 2020, ante la desaparición del Murias. Afortunadamente, resurgía el color naranja y Mikel Bizkarra debía de ser uno de los corredores expertos llamados a guiar a los nuevos jóvenes talentos de Euskadi.
En 2021, volverá seguramente a la Vuelta a España gracias a la invitación recibida por su equipo. Hasta entonces, en cuanto se recupere de la desgraciada factura de clavícula sufrida en su Itzulia, seguirá peleando en cada carrera, agarrándose a los grupos de cabeza cuando la carretera se empine, y luciendo ese maillot que tantas alegrías ha dado a nuestro ciclismo.
Quien esto escribe ha podido disfrutar del ciclista vizcaíno en las diferentes ediciones de la Vuelta a Asturias, una de sus carreras fetiche. Un corredor que muestra dentro y fuera de la carretera su profesionalidad, su amor por el ciclismo y su compromiso con el deporte. Fiel a los equipos de su tierra, garantiza batalla, regularidad y trabajo. Nivel más que de sobra para ser gregario de lujo en un gran equipo del WorldTour, e incluso liderar en ciertas carreras de una semana. No sé si nunca ha estado en la élite porque no han surgido opciones o porque no ha querido. Sea como fuere, yo siempre querría un Mikel Bizkarra en mi equipo.
Foto: @ACampoPhoto
Victor es un apasionado al ciclismo con una gran habilidad para elegir las palabras exactas. Road&Mud, High-Cycling y ahora Le Puncheur, es una garantía de calidad en la escritura y la selección de temas para transmitir el ciclismo desde una perspectiva que nunca hubieses imaginado.