Dos de tres. El camino hasta la Lieja se acaba. Momento de analizar lo vivido en las dos primeras pruebas del tríptico de las Ardenas: Amstel Gold Race y la Flecha Valona. Analicemos ambas carreras de manera individual.
Tom PidGold Race.
El británico se impuso en la primera batalla del tríptico de las Ardenas, en un día gris para Mathieu van der Poel y en una carrera en la que predominó, sobre todo, el aspecto táctico.
La Amstel Gold Race 2024 llegaba como otra muestra del dominio innegable del mejor clasicómano de nuestros tiempos: Mathieu van der Poel, quien ya había triunfado aquí en 2019. En esta edición, su favoritismo en las casas de apuestas y entre los analistas parecía indiscutible. Sin embargo, algunos expertos, analistas y pronosticadores se preguntaban si estaría al 100% tanto física como mentalmente.
Las impresionantes actuaciones en las clásicas de pavés podían sugerir que el ciclista neerlandés llegaría aquí algo desgastado. También existía la posibilidad de que considerara esta carrera como un mero trámite antes de su próximo gran objetivo: Lieja-Bastoña-Lieja. Y luego estaba la posibilidad de ganar, lo que significaría entrar directamente en la historia del deporte, ya que ningún ciclista ha logrado nunca ganar la Ronde van Vlaanderen, Paris-Roubaix y la Amstel Gold Race en la misma temporada. Un hito que seguirá disponible para cualquiera que se atreva a intentarlo en 2025.
Sin embargo, spoiler: van der Poel no ganó. Y no lo hizo por dos razones: primero, no tenía las piernas «de fuego» que mostró en la Ronde van Vlaanderen y Paris-Roubaix; y segundo, aunque se sentía bien y tenía buenas piernas, decidió tomarse el día con calma (según sus declaraciones posteriores a la carrera). Esto nos hace pensar que seguramente esté pensando en su próximo gran objetivo: el cuarto monumento de la temporada, la carrera más antigua del mundo, «la Doyenne».
Por tanto, la Amstel Gold Race se convirtió en ese escenario que muchos imaginábamos si van der Poel «no tenía el día». Un escenario con 10-15 contendientes a la victoria, sin exagerar.
Los ataques se sucedieron, pero solo Pidcock, del grupo de los favoritos, supo leer la carrera a la perfección, saltando del pelotón justo en el momento adecuado, ni muy pronto ni muy tarde. En el grupo que formó con Hirschi, Benoot y Vansevenant, era el favorito, y como tal se llevó la victoria en el sprint ante el corredor suizo de UAE, quien también estaba muy fuerte. El británico de INEOS se quitó la espina aún clavada de su derrota en 2021 frente a Wout van Aert.
La mejor Flecha Valona que nuestros ojos hayan visto.
44 corredores acabaron en una de las clásicas más salvajes que se recuerdan en el ciclismo moderno. La lluvia y el frío hicieron estragos, y la mayoría de favoritos ni siquiera pudo disputar la victoria.
No os engaño si os digo que he disfrutado muchísimo la Flecha Valona de este año. Una clásica que como muchas otras, tiene un escenario muy marcado, una identidad propia debido a ese Mur de Huy que bloquea mucho la carrera, de hecho este año se volvió a decidir ahí, pero con un componente distinto al vivido en los últimos 20 años: el temporal.
Skjelmose, Pidcock, Teuns, Ayuso… a medida que avanzaba la carrera, los favoritos se iban bajando de ella, la lluvia y el frío decidieron hacer acto de presencia, de la manera más salvaje que pueda haber. Hablamos de 44 corredores finalizando una carrera WT, son datos de un ciclismo antiguo, de un ciclismo que muchos de nosotros no hemos visto jamás, un ciclismo del que nos han hablado muchas veces, de oídas, en el que nos contaban que los ciclistas llegaban a meta en condiciones deplorables como si hubiesen estado en la guerra. Hoy las caras de gente como Cosnefroy o Madouas eran todo un poema. El momento donde Skjelmose abandona, con escalofríos por todo su cuerpo y en el que ni siquiera pudo subirse al coche del equipo por su propio pie, dejan muy claro el tipo de prueba que ha sido.
E insisto: hay un punto de épica y espectáculo en este ciclismo, en el que yo me encuentro muy a gusto como aficionado.
Los resultados finales de la carrera nos dejan datos que recordaremos durante mucho tiempo, por ejemplo que Uno-X, el ejército de noruegos, acabó con absolutamente todos sus integrantes (7/44, que suponen el 16% de la carrera). Fueron el único equipo que no tuvo abandonos. Equipos todopoderosos como UAE e Ineos, tuvieron un 7/7 en DNF. Otros equipos potentes como Bora y Bahrain acabaron solo con 1 corredor.
Así que en este día de supervivencia, no sólo ganó el que más piernas tuvo en la subida final al Mur de Huy, sino también el corredor que mejor soportó el frío a lo largo de la jornada y que en mejores condiciones se encontraba tras 5 horas de esfuerzo. Y ese fue, claramente además, Stephen Williams, el corredor de Israel, que sumó su 1ª victoria profesional en una carrera de un día.
Le acompañaron en el podium Vauquelin y van Gils, el de Lotto se sigue consolidando como uno de los ciclistas más sólidos en clásicas. Recordemos que esta misma temporada ya fue 3º en Strade Bianche y 7º en Milano-Sanremo.
Desde 1980, no se veía una Fleche Wallonne tan dura en cuanto a abandonos. En aquella edición acabaron tan solo el 22.49% de los participantes. Este año 25.30%. La media de esta carrera ronda 72.50% en los últimos 10 años.
Imagen de portada Bretch Steenhouwer
Nacido un 16 de septiembre de 1990, Cedric Molina Gómez ensalza la imagen del ciclista de sofá, pero eso no le ha impedido amar este maravilloso deporte como cualquier otra persona. De ser un aficionado de las Grandes Vueltas en sus inicios, gracias a Ullrich, a serlo actualmente y sobre todo de las salvajes y siempre locas clásicas, gracias a Van der Poel.