30 años de un esprinter ganando en Covadonga.

Este titular se asemeja al que, en 1967, en la primera gran vuelta en la que participaba Merckx, el Giro de 1967, publicó la Gazzetta tras la victoria de un joven Merckx en el Blockhaus. Aquella portada rezaba: «El sprinter belga gana en el Blockhaus».

Jalabert no fue Merckx, nadie lo ha sido, pero sin duda aquella lluviosa, neblinosa y difícil tarde de mayo de 1994 hizo que un clic saltara en la cabeza de Jalabert, quien sería otro tipo de ciclista a partir de ese momento.

Esa Vuelta del 94 fue un duelo suizo por anticipado, que pronto se vio que no iba a producirse. Quedó claro en la subida a Sierra Nevada, donde Zulle cedió en su duelo con Rominger. En esa misma subida, emergió Mikel Zarrabeitia, quien se postulaba como el más fuerte de los mortales tras Rominger. Curiosamente, en la edición del 95, el propio Jalabert sería protagonista regalando la etapa y consolidando su primer puesto.

El 10 de mayo de 1994 se iba a decidir parte del pódium de la carrera, pero no la victoria, que parecía clara para Rominger, líder de principio a fin.

Roberto Torres y Laurent Jalabert.

Lo que nadie podía imaginar es que ese día iban a desempatar en victorias (Rominger llevaba cinco y Jalabert también cinco), y terminarían con seis y siete, respectivamente, a favor de Jalabert.

Una fuga de 12 hombres llegó a las faldas de Covadonga con una sustancial ventaja sobre el pelotón, lo que parecía indicar una victoria para la fuga. Pero de ahí a pensar en la victoria de Jalabert, había un largo trecho.

A medida que avanzaban en la subida y la niebla impedía cualquier tipo de transmisión, el grupo de escapados se iba desgranando hasta que finalmente quedaron Roberto Torres y Laurent Jalabert.

Por detrás, atacaba Oliverio Rincón, y Zarrabeitia y Rominger iban a por él, mientras que Zulle cedía y Perico Delgado se defendía. Al final de la jornada, Perico robó el tercer puesto del cajón a Zulle y lo mantendría hasta Madrid.

Por delante, Roberto Torres y Jalabert se marcaban en los últimos kilómetros, hasta que el francés dio un arreón en los metros finales, envueltos en la niebla, mientras una moto de la organización (de la Guardia Civil) se caía en una de las últimas curvas. El francés ganó, dejando atrás a Torres y entrando en la meta casi sin ser visto entre la densa niebla.

La locura en el coche de la ONCE durante esos últimos kilómetros era palpable, hasta el punto de decirle a la moto de TVE que Jalabert podría ser el primer sprinter en ganar en Covadonga. De hecho, hasta ese momento, Lagos había sido un coto exclusivo de escaladores, con Perico y Lucho Herrera ganando por partida doble (curiosamente, Jalabert los igualaría con su segundo triunfo en 1996, aunque para entonces era un Jalabert todoterreno que el año anterior había ganado la Vuelta).

Clasificación de la etapa.

Nunca más ha ganado un sprinter en Lagos. Han llegado fugas, la cima ya no tiene el prestigio que en su día tuvo, pero nunca, nunca un sprinter sucedió a Jalabert en la cima asturiana.

Posteriormente, Rominger igualaría en triunfos parciales en la contrarreloj final para que Jalabert desempatara nuevamente en el sprint de Madrid. Siete victorias a seis para el francés.

Esta del 94 sería la última Vuelta en primavera. La siguiente Vuelta, la del 95, se disputaría en septiembre y tendría un ganador conocido, un ganador que inscribió en el 94 su nombre en la cima de los escaladores por excelencia de la Vuelta… Sí, ganaba la general el otrora sprinter de Toshiba y Once, aquel que casi se mató junto a Nelissen en el sprint del Tour del 94. Ganaba Jalabert, ese ciclista que años y meses antes había sido el sprinter que ganó en Lagos, en una edición de la Vuelta del 94 recordada como la última gran vuelta de Perico, la última victoria de Rominger, pero también por aquella victoria entre la niebla del genio francés.