Monte Grappa 1974 o el destino contra Fuente

Fuente ante su carrera fetiche, Merckx en el peor momento de su carrera tras no ganar ningún monumento ni clásica de importancia. Este es el resumen previo de una carrera que iba a ser bautizada como el mejor espectáculo de siempre, “The greatest show on Earth”: el Giro de Italia de 1974.

Una carrera que ha sido recordada durante décadas y que no pasaba por el Monte Grappa hasta la penúltima etapa, con final en Bassano del Grappa. Pero esta subida, legendaria y “surrealista”, no podría entenderse sin una carrera en la que José Manuel Fuente llevó como nunca antes a Merckx al límite de sus fuerzas, estando a punto de aprovecharse de eso Gimondi y Baronchelli.

Merckx llegaba al Giro con ganas de despejar las dudas de su no triunfal primavera, pero iba a ver cómo Fuente, que venía de ganar su segunda Vuelta, se le adelantaba poniéndose de rosa en la tercera etapa, ganando en Sorrento y posteriormente en Carpegna y el Ciocco. E incluso mantenía el rosa tras la contrarreloj de Forte dei Marmi.

Y cuando el propio Fuente se postulaba como ganador, sus ansias junto a la agresividad de Merckx lo dejaban KO camino de San Remo, cediendo 8 minutos con el caníbal, nuevo líder… game over… o no.

Volvía Fuente a demostrar que era el más fuerte con victorias en Monte Generoso y Lavaredo para colocarse a poco más de 3 minutos de Merckx y a algo menos de Baronchelli y Gimondi en vísperas de la etapa reina dolomítica, con final en Bassano del Grappa, y que pasaba por Falzarego, Valles y Rolle, además de por el Monte Grappa. Era su última oportunidad y Fuente proclamaba que iba a ir a por el Giro ese día.

Su equipo, el todopoderoso Kas, iba a imponer un ritmo exigente durante la etapa, llegando a filtrar a Lazcano y Aja por delante para mermar al Molteni de Merckx… y lo esperado ocurrió al llegar a las faldas del Grappa: el ataque, uno más, de Fuente.

Atacaba a más de 16 km de la cima y, aunque en un primer momento Baronchelli lo aguantaba, el asturiano seguía acelerando hasta quedarse solo. Se marchaba en solitario mientras las dudas y la falta de fuerzas acechaban a los favoritos.

La larga subida al Grappa iba abriendo diferencias. Primero 30 segundos, después 45, después minuto y 10 segundos, y así sucesivamente hasta que a unos 3 kilómetros de coronar las diferencias se ponían por encima de los dos minutos e incluso, según quién las diera, colocaban a Fuente como líder virtual. Por detrás, Merckx no estaba ya para juegos y lo daba todo sabiendo que el Giro estaba en el aire.

Fuente seguía a buen ritmo mientras escaseaban las referencias en este punto y, quién sabe, si Fuente estaba ganando el Giro. Sin embargo, y ante la sorpresa de todos, la referencia en la cima era de apenas 30 segundos. En el descenso, a unos 10 km de meta, Fuente era alcanzado por un grupo selecto, para ver cómo Merckx ganaba el sprint del grupo en Bassano del Grappa.

Fuente en meta no daba crédito: “He subido y bajado mejor que nunca”, “o me daban mal las referencias o no lo entiendo”, “el año que viene yo también haré las subidas en motocicleta”… un escándalo entre el que cabe la posibilidad también, ante la variedad de vertientes del Grappa, de que Fuente pudiera haber realizado metros de más yendo por otra para coronar.

Todo muy raro, todo muy Fuente, pero siempre quedará ese misterio de aquella subida final del Giro ’74. Al día siguiente, Fuente desataba la locura atacando casi de salida camino de Milán y forzando a Merckx a seguirle y al Molteni a neutralizarlo. Acabaría quinto en una carrera que pudo haber ganado, incluso con la pájara de San Remo.

50 años han pasado ya, 50 años de aquel extraño suceso en el Monte Grappa, y 50 años que no han borrado de los que vivieron aquella carrera esa sensación sobrenatural de poderío de Fuente, al que quién sabe si las referencias, sus rivales o el destino privaron de hacer la machada aquella lejana tarde de junio de 1974 en la localidad italiana de Bassano del Grappa, para coronarse, si es que ya no lo era, como un mito en Italia.

Nadie nos podrá sacar de dudas, pero eso no da sino más mística a aquella etapa, a aquel Giro, a aquel duelo…