Rumbo al Norte, en esta edición atípica por las fechas de los Juegos Olímpicos de París 2024, nos situó en el punto más septentrional de la presente edición del Tour de Francia. En un fin de semana amenazado por la lluvia, y tras un inicio intenso en Italia con la única etapa alpina subiendo el coloso Galibier, la carrera parecía algo descolocada por la ausencia de más subidas. Sin duda, la primera semana del Tour se caracteriza por la frase: “no se va a ganar el Tour hoy, pero sí se puede perder”. Este fin de semana era un claro ejemplo de ello, con una primera contrarreloj de 25 kilómetros totalmente llanos. La falta del añorado kilometraje de antaño presagiaba una falta de diferencias entre los grandes favoritos. Esto se confirmó con la victoria de Remco, quien ha iniciado con buen pie en la ronda gala, y eso es mucho decir.
No entraremos en el debate de si es mejor una contrarreloj inicial, una por equipos o hacer largos esfuerzos de más de 50 kilómetros. Lo que está claro es que los 37 segundos entre Evenepoel y Roglic (4º clasificado) dejan la carrera totalmente abierta.
Continuando rumbo al Norte, llegaba la 8ª etapa del Tour con un recorrido con aroma a clásica, donde aparecieron la lluvia, los repechos y el viento, pero al final… nada de nada. No diremos que fue una jornada de descanso, porque realizar una etapa de 183 kilómetros en esas condiciones a más de 40 km/h no es ir de paseo, pero bueno… ya me entendéis, ¿no?
Poco más que añadir, segunda victoria del bueno de Biniam Girmay celebrada por todos, y a otra cosa.
La etapa 9, conocida como la etapa de “gravel”, sí ha sido la clásica que todos esperábamos, con todos los ingredientes para vivir un auténtico etapón. Ritmo frenético desde la salida, clasicómanos en fuga, repechos de arena blanca y espectáculo durante los 200 kilómetros de etapa. Solo quedaba la duda de si los hombres de la general se moverían, y vaya si lo han hecho. Pogacar y Evenepoel han atacado, moviendo sus piezas e intentándolo en numerosas ocasiones, mientras que Roglic, mal colocado casi todo el día, y Vingegaard han sobrevivido jugando sus bazas a la defensiva.
Estamos ante una generación espectacular que, sin miedo a estar en un Tour de Francia donde solían imperar la tradición y la veteranía, han demostrado que se pueden hacer etapas espectaculares más allá de las grandes montañas o las soporíferas etapas llanas de la primera semana, donde nada se podía ganar y sí se podía perder todo. El espectáculo ha estado presente sin caídas ni grandes problemas, en manos de la suerte y a pesar de las críticas de algunos directores antes de la etapa. Esperamos que el “sterrato”, el “gravel”, la arena blanca o como quieran ustedes llamarlo, haya llegado para quedarse.
Unai Lacalle es un entusiasta seguidor y practicante del ciclismo que nos acerca al ciclismo profesional a través de sus artículos y programas de YouTube. Después de pasar por High-Cycling y otros proyectos, llega a Le Puncheur para ser una de las piezas clave del equipo.