Aura. ¿Qué es el aura? La RAE lo define como el halo de energía que aparece alrededor de un determinado cuerpo. En el caso de Remco Evenepoel, es mucho más que un simple término.
El aura es la capacidad de ganar siendo fiel a tu estilo, al aficionado y respetando este deporte por encima de cualquier interés económico.
El aura es pedir referencias una y otra vez (porque claro, no hay pinganillo) y volverse loco porque nadie sabe responderte. Todo esto mientras vuelas hacia tu segundo oro consecutivo en los mismos Juegos Olímpicos.
El aura es tener ese ansiado oro en tus manos y, de repente, sufrir un pinchazo a falta de cuatro kilómetros para la meta, lo que hace tambalear todo por lo que has luchado en los últimos meses.
El aura es recuperarte de ese pinchazo y, aún así, tener tiempo para disfrutar de la gesta que vas a conseguir.
Ahora sí, saludas al público, miras hacia atrás (ni siquiera se ve al segundo clasificado), solo estáis tú y esa icónica torre que te acompaña en una foto que ya es historia de este deporte. Te paras sobre la línea, abres los brazos, miras al cielo, y en ese preciso instante, con una de las obras arquitectónicas más emblemáticas de todos los tiempos como testigo, defines perfectamente lo que es el aura.
Así se gestó la victoria de Remco Evenepoel. Un triunfo que en apenas diez minutos fue capaz de resumir todo lo que es el corredor belga. Puro talento, pura chulería, puro desparpajo y también un manojo de nervios. Diez minutos que hicieron que el ciclista pasara de la adrenalina a la emoción, de la emoción a los nervios y de los nervios, otra vez, a la emoción, para finalmente acabar en un estado de puro éxtasis en la noche parisina.
Sabadou#Evenepoel #remco #cycling #ciclismo#Paris2024 #CyclingRoad @OutOfCycling pic.twitter.com/r2PUwoVqLI
— O País Do Ciclismo (@opaisdociclismo) August 3, 2024
Una carrera loca, que nos dejó algunos de los mejores momentos de los últimos años y que, muy probablemente, no habrían sucedido si no fuera por dos factores: la ausencia de pinganillos y la gran igualdad entre todas las selecciones debido al límite existente de cuatro corredores por país.
Si algo se ratificó, es que tanto correr sin pinganillo como la existencia de una mayor igualdad entre los equipos favorecen plenamente al espectáculo.
Porque si se hubiera utilizado la radio, no habríamos visto a todo un campeón como Remco pedir la hora. Porque si hubiera habido selecciones más potentes, quizás el belga no habría decidido lanzarse a la aventura a falta de 40 kilómetros para la meta, y por lo tanto, no habríamos presenciado una victoria que ya es una de las más icónicas de la historia de este deporte.
Son suposiciones que hacen pensar en lo que ha perdido este deporte durante los últimos años, pero que, sobre todo, pueden hacer reflexionar sobre qué ciclismo se puede ver en el futuro. Porque la victoria de Remco va más allá de una carrera épica que terminó con la mejor fotografía posible. Puede marcar un antes y un después. Es el ejemplo de que un ciclismo más espontáneo y, sobre todo, más igualado, es un deporte mejor. Un deporte que nació para que se contasen hazañas como las del pasado sábado y que necesita seguir viviéndolas para continuar enganchando al aficionado.
Por todo ello, el triunfo de Remco fue más que una simple victoria; fue una reivindicación del ciclismo, pero, sobre todo, una reivindicación en favor del espectáculo y en contra del orden y de la supremacía de unos pocos sobre el resto.
El riojano Sergio Quintana es una joven promesa del periodismo ciclista español. Además de escribir artículos sobre ciclismo profesional para High-Cycling y ahora para Le Puncheur, se encarga de dirigir el programa de YouTube.