Mañana en la Vuelta a Burgos se suben las Lagunas de Neila, uno de los puertos más emblemáticos del ciclismo veraniego. Para celebrar, publicamos este artículo que detalla nuestra experiencia en esta dura ascensión. Desde los recuerdos de la Vuelta a España hasta la exploración de sus vertientes, hemos afrontado un desafío de 80 kilómetros con rampas exigentes y un clima cambiante. Acompáñanos en este recorrido por una de las joyas de Burgos. ¡No te lo pierdas!
Las Lagunas de Neila son un referente del verano ciclista. En sus rampas hemos vivido momentos incluso de la Vuelta a España con el inolvidable duelo y polémica entre Abraham Olano y Chava Jiménez.
Nos dirigimos a la provincia de Burgos para disfrutar de una jornada de cicloturismo y de sufrimiento. Estudiamos los perfiles del puerto por sus diferentes vertientes y somos conocedores de que nos enfrentamos a un durísimo desafío. Hemos planeado unos 80 kilómetros con el objetivo de disfrutar y descubrir una de las joyas de la geografía burgalesa.
Nos despertamos con muchas ganas esa mañana, con un peligroso pronóstico de cielos nublados y lluvia en la mente. No hay nada que no se pueda superar con un buen chubasquero y un poco más de ropa de abrigo. Charlando y bromeando sobre ello nos disponemos a salir en Quintanar de la Sierra.
Queremos probar en primer lugar una vertiente algo más desconocida de la subida a las Lagunas. Enfilamos la calle de Matacubillo, aún sin salir de la localidad burgalesa. De ese modo llamaremos al alto (Matacubillo, ver altimetría aproximada). La carretera carece de señalización horizontal, aunque está bien pavimentada. El tráfico es nulo y sin mayor dificultad que las rampas, que oscilan entre el 6 y el 7% durante aproximadamente 10 kilómetros con un gran descanso en la mitad del ascenso. Coronamos y decidimos descender por esta misma vertiente, pese a que tiene conexión con la vertiente habitual, y disfrutar un poco más de un pinar denso y que nos protege del fresquito despertar del día.
Posteriormente, una vez llegados de nuevo a Quintanar, giramos a la izquierda para tomar la vertiente tradicional del puerto del Collado. Vendrá un tramo con más coches, sin ser en ningún momento excesivo y estresante. En cambio, las rampas, pese a ser más leves, se nos harán pesadas por el calentamiento producido por la variante de la pista forestal que hemos sufrido. Llegada la cima del puerto giraremos a la izquierda para afrontar la parte dura de esta ascensión.
La verdad es que no defrauda, pese a tratarse de apenas de cuatro kilómetros durísimos. Las rampas sobre el 12% se suceden una tras otra hasta auparnos a los casi 1900 metros de altitud. Un tramo con nieve dificulta nuestro ascenso, pero la recompensa de disfrutar de este entorno merece la pena. El pavimento responde y la sombra de los pinares que en verano se agradece hace de parapeto de un viento que sopla muy fresco.
Tras un respiro decidimos bajar para explorar las otras dos vertientes, esta vez orientadas a La Rioja, que tiene esa subida. Resolvemos el cruce a izquierdas y dirigir nuestras bicicletas a Huerta de Arriba. El trazado hace que nuestra máquina se lance a gran velocidad. Sin embargo, hay que tener cuidado porque la primera parte del descenso tiene su dificultad, más aún con humedad (como era nuestro caso) o con agua.
La lluvia parecía finalmente respetarnos, aunque alguna nube daba la sensación de querer compartir con nosotros el día. Afrontamos por fin el último puerto para nosotros. Alcanzada la localidad de Villavelayo, tomamos el desvío a Neila y empezar allí las rampas más serias, que hasta entonces han brillado por su ausencia. La carretera estrecha y lo escénico de la ruta hace que esta vertiente se disfrute.
Llegados de nuevo al puerto del Collado, cruce a la derecha para subir por segunda y última vez los cuatro kilómetros criminales kilómetros hacia las Lagunas. Aquí las piernas se resienten y lo pasamos realmente mal. Una vez llegamos a la cima, un mínimo descanso para inmortalizar el momento y bajada rápida: empieza a llover.
Nuestro campo base está en Quintanar, donde regresamos para emprender camino a casa. Ha sido una jornada intensa y difícil, con más de 2000 metros de desnivel y un frío que nos ha obligado a dar lo mejor de nosotros, sobre todo en el último ascenso.
Manuel es un amante del ciclismo nacido en Cuenca y residente en los alrededores de Madrid. A su ritmo, sus rutas le han llevado a recorrer medio mundo a lomos de su bicicleta. Comparte desde aquí sus experiencias y recomendaciones para cicloturistas.