La Vuelta, el calor y las declaraciones de Luis Ángel Mate

Era un ciclista veterano, Luis Ángel Maté, quien agarraba el toro por los cuernos, quien ponía el dedo en la llaga, o como quieran llamarlo. Porque, de todos los factores que inciden, éste, el del calor, es, por desgracia, el único que ninguno de los estamentos que componen el ciclismo tiene en su mano solucionar. Todos los demás factores se pueden llegar a acordar, aun reconociendo que esos acuerdos probablemente serán muy difíciles de conseguir. Pero, por lo menos, están en manos del ciclismo.


 

Hablaba Maté en esa entrevista en Eurosport que “cada vez hace más calor” y que este tema cada vez en el futuro va a ser más recurrente. Maté se apuntaba también a esa corriente que lleva abogando por un “cambio de horarios o a la época del año en que se disputan el Tour y la Vuelta”. Apuntaba también Maté que el debate se va a tener que abrir en los próximos lustros. No va a quedar otra. Y quien esto escribe añade que, si va a tener que abordar este debate sí o sí, cuanto más pronto se abra mejor.

Lo cierto es que en el inicio de esta Vuelta a España 2024 ha habido etapas soporíferas. ¿Que esto de siempre ha sucedido? Quien esto escribe ya lo sabe y no hace falta que nadie se lo apunte. Si alguien se adentra en las hemerotecas y llega a crónicas de etapas de las tres grandes rondas de los años cincuenta, sesenta y setenta del pasado siglo, podrá encontrar numerosísimos ejemplos de ello. Pero existe una notable diferencia. En esa época, no había retransmisiones televisadas. Ahora, el ciclismo se ha convertido en un espectáculo con muchos kilómetros televisados. En un negocio que, como bien señalaba Carlos De Andrés durante uno de estos días, exige una inversión previa para poderse llevar a cabo la realización televisiva. Y para que esa inversión resulte rentable, hacen falta unos determinados índices de audiencia televisiva. Lo que el periodista de RTVE dejaba entrever es que, con ese “espectáculo” que los ciclistas estaban ofreciendo, las audiencias no iban a ser las mejores. Carlos De Andrés no hacía sino hacer de portavoz de uno de los estamentos de este negocio-espectáculo. Y defendía, claro está, sus intereses. Normal.

Ya días antes del inicio de La Vuelta, y ante las previsiones meteorológicas que se apuntaban (las normales para la época), surgió en redes sociales un debate sobre las fechas en que se celebra la ronda española. Y se retornó al pasado. Cuando se gestó hace ya más de treinta años el cambio de fechas más significativo de la Vuelta a España. Se recordó que el pacto por el que la entonces empresa organizadora, Unipublic, aceptó el cambio de fechas era siempre y cuando el Mundial se disputase posteriormente a La Vuelta. Y así comenzamos a ver, allá por 1995, las primeras rondas hispanas en septiembre, concretamente el día 2. La Vuelta del 2001, la de Ángel Luis Casero, por ejemplo, se corrió entre los días 8 y 30 de septiembre. Así que, el segundo maillot arcoíris de Óscar Freire, el cántabro se lo vistió un 14 de octubre. ¿Qué queremos exponer con estos ejemplos? Que en el pacto aquel entre la UCI y Unipublic, jamás, para nada, se nombró el mes de agosto; siempre, al menos lo que trascendió cara a la prensa, fue que las fechas serían en septiembre. Por desgracia, la tendencia climática es que las diferencias de temperatura entre agosto y septiembre poco se llevarán. Pero siempre serían un alivio para los ciclistas.

No tenemos ninguna certeza sobre lo que vamos a afirmar ahora, pero es fácil imaginar que ha habido ciclistas que habrán presionado a la UCI para que no tengan que estirar su temporada hasta mediados de octubre para poder disputar el Mundial. Que incluso habrá habido sedes que habrán puesto una buena suma de dinero, a las que octubre les parecería tarde… En fin. Que, en un momento dado, a La Vuelta le han metido un gol, y ya hace unos años que le cambiaron las fechas, adelantándola a agosto. Un cambio de fechas seguramente efectuado en un despacho, sin tener en cuenta las particularidades geográficas y climáticas de la Península Ibérica.

Unipublic

Pero aún hay más. Hechos ya en el olvido, o que los jóvenes aficionados desconocen. Lo que hace treinta años la UCI pretendió, con la oferta de cambio de fechas a La Vuelta, era dejar un campo libre a los proyectos de mundialización del ciclismo. Uno de los ejes de la presidencia del neerlandés Hein Verbruggen en la UCI. Por aquellos finales de los ochenta y principios de los noventa surgían en la prensa proyectos de grandes vueltas por etapas en la URSS/Rusia, China, Estados Unidos, Sudamérica… Verbruggen, abrumado por las cifras que algunas de estas organizaciones ofrecían, siempre dio preferencia a estos proyectos, que el tiempo demostró como fantasmas. De lo de Rusia nunca se supo nada. De China, hasta hace unos años tuvimos una carrera en el World Tour, pero con escasa implicación de los ciclistas. Más famoso fue el Tour de las Américas, en Sudamérica. Un gigantesco proyecto por Venezuela y países aledaños, que no duró más de tres ediciones, en el que llegó a participar Perico Delgado. El más famoso fue sin duda el Tour de Trump. Sí, el del expresidente de los Estados Unidos. Un proyecto megalómano que Donald Trump pretendió que rivalizase contra el propio Tour de Francia. Pero, al menor síntoma de fracaso, Trump lo abandonó. En fin. Que viendo cómo todos esos proyectos están absolutamente muertos, y que La Vuelta cambiase sus fechas por ellos, duele un poquito.

Y en éstas estamos, sea por el calor o por lo que sea, asistiendo a etapas con grandes retrasos acumulados en sus llegadas a meta. Con una exasperante falta de combatividad, en la que sólo los equipos invitados, Euskaltel-Kutxabank y Kern-Pharma, ponen voluntad y agradecen de esta forma a ASO la deferencia de haber sido invitados a la carrera. No se sabe que, en esta ocasión, Adam Hansen, el representante de los intereses de los ciclistas, tan activo en otras ocasiones como el Giro de Italia, haya dicho nada al respecto.

Retornando a las declaraciones de Luis Ángel Maté, ¿son viables esos cambios de fechas y horarios que se plantean, para asegurar que la competición se desarrolle en unas condiciones más aceptables, ya no sólo para el espectáculo, sino para la propia salud de los corredores? Está clarísimo que en ese tema las diferentes cadenas televisivas tienen mucho que decir. Y los ciclistas también, por supuesto. No se augura de entrada un fácil entendimiento.

La carrera continúa. Claro que son necesarios, para una carrera de gran fondo, veintiún días de competición. Que esas jornadas donde aparentemente nada sucede, aportan su consabido desgaste, más a esas temperaturas. Pero también está claro que esas jornadas y esos espectáculos espantan, ya no sólo a posibles nuevos aficionados, también a los de toda la vida. Y uno se plantea la duda: llegados a este momento, ¿hasta qué punto son beneficiosas para el ciclismo ese tipo de etapas tan soporíferas? ¿Suman o restan? El conjunto del ciclismo debe abordar ya este debate. Cuanto antes mejor.

Se agradece, de todas maneras, que un ciclista como Luis Ángel Maté haya abierto tan claramente el debate. Lo que se agradece es que se haga desde dentro de la Vuelta a España, desde una de las partes afectadas y protagonistas. Ese es el valor añadido de estas declaraciones: el hecho de que se hagan desde dentro.