El éxito en la vida es a veces cuestión de elegir el tiempo y el lugar apropiado. La Vuelta 2024 termina y es tiempo de análisis, de parabienes y también, cómo no, de lamentos. El primero y más sonoro ha llegado de la mano (o de la boca) de Enric Mas, quien afirma no haber finalizado contento tras la contrarreloj de Madrid. Ponía broche a la participación en una carrera en la que ha sido uno de los nombres más mencionado, casi siempre, y es novedad, para bien. Gracias a la extinción del documental de Movistar nunca sabremos cuál es el origen, pero es digno de análisis que el balear se marche de la carrera de vacío tras haber sido el más fuerte con diferencia cuando la carretera apuntaba al cielo. Roglic es muy difícil de batir, la Vuelta encadena (por gusto, que no es sinónimo de necesidad) puertos muy explosivos, y todas las justificaciones que se quiera. Pero el caso es que el más fuerte en la montaña, y mira que había, ha finalizado tercero. Ni siquiera segundo.
Y gracias. Porque O’Connor se comió la tostada de todos los aspirantes a vedette del top ten. Todos pensaban que caería y no ha caído. Solo Primoz le ha superado en la general, algo que también debería permitir analizar muchas aristas de esta Vuelta 2024. Enric Mas termina con un sabor agridulce la carrera, y no es para menos, imaginamos que cansado de vivir siempre en el casi. Una foto más, un número que dejará contentos en el equipo a quienes se conforman con una esquina de la realidad, con ser comparsa en un lugar donde podrían ocupar el foco principal. Pero es algo para lo que estamos vacunados y por lo que no se debe llevar uno las manos a la cabeza. Es más, que una fuga bidón levante el puesto a un corredor de esta estructura no es nuevo. Delgado perdió una Vuelta en favor de Giovanetti gracias a una fuga que tuvo su foco en las montañas que rodean Ronda. Aprender de los errores no parece algo clásico en este conjunto, al menos a tenor de lo visto en esta Vuelta.
La selección del ocho tampoco ha supuesto un alarde de brillantez. Sea por el motivo que sea, con razón o sin ella, da la sensación de que la confianza del equipo en el líder es bien frágil. Así pareció en el Tour, donde la selección de Gaviria junto a unos cuantos cazaetapas hizo parecer que buscaban más las fugas que apoyar en montaña a su gran apuesta por la general. En la Vuelta sí, mucho nombre, pero poco hombre, pues a la hora de la verdad Enric Mas se jugó su suerte en solitario, sin una ayuda realmente tangible por parte de sus compañeros a modo de lanzadera o de enlace. También Richi Carapaz, con bajas sensibles en su ocho, pero al menos utilizó los peones que estaban a su alcance. Enric no, porque no los tuvo o porque no los pusieron a su disposición de forma apropiada. Cuando eres un ciclista rozando la treintena y la estrategia es esperar, es que algo no va bien. Porque esa filosofía conlleva quizás a esperar para siempre.
Y es la sensación que nos deja la actuación del ciclista español, un escalador excelso en la Vuelta con unas piernas que ya quisieran para sí todos los demás. Mucho mejores, por cierto, que las del propio ganador del maillot rojo en muchas fases. Pero es que el esloveno juega en otra liga mental, además de ser mucho más completo que el líder de Movistar. Enric realizó algún buen ataque a lo largo de las tres semanas, como el que se produjo camino de Granada o el que lanzó en Collada Llomena en camino a los Lagos de Covadonga. En ambas hizo lo que tenía que hacer, que era ser valiente y atreverse a que el viento despeinase su melena. Pero aquí importa el cómo. En la liga de Roglic, gana Roglic. En lugar de esfuerzos cortos y explosivos que a él no le van nada, se debe probar con movimientos más sostenidos, más constantes y más duraderos. En Llomena, hasta la cima. En Lagos de Covadonga, desde abajo. Se llama sostener el pulso, la apuesta, pero también el riesgo, algo que en su equipo produce urticaria. La cuestión es que o cambias el paso del gran favorito o te puedes olvidar de ganar. Es más, si te enredas en guerras insignificantes con Carapaz, pierdes también el segundo puesto. El riesgo no es un concepto que exista en su cabeza, demasiados años conviviendo con el volante de ese coche.
Cuando Enric llegaba a Granada lamentándose de lo «inútil» de su ataque, alguien debió decirle que todo lo contrario. Fue un ataque que le pudo dar, sin saberlo, la victoria en la Vuelta a España. De haber hecho un análisis correcto, podría estar celebrando en Cibeles el maillot rojo. En Hazasllanas lanzó un órdago que nadie pudo seguir, ha contado con un diferencial claro sobre todos sus rivales en las rampas. Sabiendo que a Roglic a cambios de ritmo es muy difícil, debería haber intentado forzar más la máquina, vistas las piernas que tenía Mas. Si sufres tú, que eres el mejor en subida, cómo irán sufriendo todos los demás. Teoría Hinault. Pero, claro, comparar al ‘Tejón’ con la estrategia de «comer, beber y a rueda» es una cuestión de fe. La estrategia del equipo tampoco ha sido la mejor. Muchas veces ha tenido que ser Carlos Canal, más preparado para sprintar que para marcar ritmos en montaña, quien diese la cara en lugar de Einer Rubio o Nairo Quintana. Sólo en la subida final a los Lagos de Covadonga se les vio trabajar para el supuesto líder. Muchos otros días simplemente viajaban en los grupos de cabeza resistiendo no se sabe muy bien para qué.
Tampoco fue comprensible la parada de Lazkano mediada Llomena. Al final, como suele pasar, se quedó a medio camino entre la fuga y el pelotón, al que hubo de esperar para simplemente viajar como un polizón más. La explicación del director por televisión fue un momento muy ilustrativo. Canal tirando del grupo hacía que las situaciones se agravasen, como en la influyente escapada camino de Yunquera que a la postre marcó la carrera. En ella, los esfuerzos del gallego fueron vanos, viendo la diferencia con respecto a la fuga aumentar en lugar de disminuir. No ha sido la única ocasión. Con varios Bora poniendo pie a tierra y con el rumor latente de que el conjunto alemán podía estar atravesando un virus coincidente con la etapa de Picón Blanco, la actitud del Movistar fue encabezar el pelotón durante la friolera de cero metros. Estaba en juego descolgar a O’Connor, pero por qué no soñar con un mal día de Roglic y coronarse en Madrid. Pero para conseguir ciertas cosas, se debe salir de la zona de confort. No se puede esperar que las cosas sucedan siempre por derribo, porque lo más probable es que terminen por no suceder.
En definitiva, la crítica en esta ocasión va más para el equipo que para el propio Enric Mas, al que hay que agradecer que lo haya intentado. A su manera, sí, y a veces a destiempo. Pero ha mostrado un cierto arrojo y decisión que no habíamos observado en ocasiones precedentes. En ese sentido, progresa adecuadamente, aunque, insisto, nos encontramos en la frontera con la treintena. La crítica va por una selección de corredores que parece más una madeja de intereses en lugar de la apuesta por una idea clara. Lo que antes era obsesión por la clasificación por equipos se ha convertido en la obsesión por los dichosos puntos UCI. Mientras tanto, con el ciclista más fuerte de la carrera, se marchan de vacío y sin ni siquiera haber hincado la rodilla ante el ya cuádruple ganador de la Vuelta, sino que lo hacen ante un ciclista muy menor a Enric como es Ben O’Connor. Su Decathlon se ha batido y han sabido culminar una gesta en base a épica, el camino para conseguir las cosas si no eres Primoz Roglic o alguno de los súper elegidos, como es el caso.
Para próximas, si las hay, mejor un equipo de guerreros que de figuras. Mejor una apuesta que dos. Cuando juegas a varias bandas acabas por quedarte solo, como Enric en esta Vuelta, aunque de una forma bien diferente. Y no es culpa ni responsabilidad de sus compañeros, sino de quienes mueven los hilos por encima de ellos. Ganar una Gran Vuelta no es cuestión menor. Induráin ganó siete, Contador nueve, aunque le cuenten las mismas que al navarro. Delgado, tres, las mismas que Ocaña. Valverde, una. Se cumplen diez años sin victoria absoluta española en la Vuelta, nueve desde que Contador luciese de rosa en 2015. Es el periodo más largo del ciclismo español sin ganar ninguna de las tres celebrándose las tres. Enric Mas se ha quedado a un segundo puesto de convertirse en el segundo clasificado más repetido de la historia. Le supera Valverde, pero con este podio el balear consigue empatar a Berrendero y Lasa, con cuatro podios en la Vuelta. También a Bahamontes, Olano u Ocaña en podios en grandes, pero estos tres tuvieron el premio del primer puesto al menos en una ocasión. Enric tendrá más ocasiones, aunque tal vez no tan buenas como esta que acaba de pasar por delante.

Nacido en Madrid el 2 de abril de 1986, Jorge Matesanz ha pasado por ser fundador y director de proyectos como Revista Desde la Cuneta, Tourmalet Magazine o High Cycling, además de colaborar en otros proyectos como Palco Deportivo, Plataforma Recorridos Ciclistas o Con el Plato Pequeño. Tras más de 15 años dentro del mundo del ciclismo, llega el momento de fundar Le Puncheur junto a Sergio Yustos y seguir acercando artículos de opinión, casi siempre sobre ciclismo profesional.
JAJAJA Guerras insignificantes? La arrogancia y el desprecio por los rivales también ha hecho que no volviera a ser el número 1, por cuidarse no solo de Richard sino de Ben, siempre pensaron en la dirección del equipo que el único rival digno de vencer era Primoz, pero en la carrera cada corredor cuenta, mamón.
Contador gano 7 GV. Las otras dos que mencionas fueron fruto de una ayuda externa (supuestamente).