La Vuelta 1957: La gran victoria de Jesús Loroño

Durante algunos años, el ciclismo de nuestro país tuvo su particular duelo Coppi-Bartali, salvando siempre las obvias diferencias y es que los primeros no llegaron a llevarse mal del todo, encarnado en las figuras de Federico Martin Bahamontes y Jesús Loroño. De la trayectoria deportiva del toledano, que nos dejó, hace poco más de 1 año, se ha hablado en mayor medida, probablemente por ser el primer ciclista nacido en España en proclamarse vencedor del Tour de Francia. Sin embargo, con el bilbaíno, ídolo de masas en su tierra y más allá, no se ha hecho justicia teniendo en cuenta la gran calidad ciclista que atesoraba. En la Grande Boucle cuenta tan solo con una victoria de etapa y un triunfo en el Gran Premio de la Montaña, ambos en 1953, es bien sabido que no se prodigaba demasiado en las competencias fuera de nuestras fronteras, por el contrario, en su palmarés, entre sus casi 70 victorias, destaca la clasificación general de la Vuelta Ciclista a España de 1957.

En aquella Vuelta se iba a repetir el esperado duelo entre las dos grandes figuras del ciclismo nacional. Loroño y Bahamontes iban a ser compañeros dentro del combinado español, recordemos que en aquellos tiempos no se disputaban estas pruebas con equipos comerciales. Un auténtico quebradero de cabeza para el seleccionador, Luis Puig, que además iba a contar con un tercero en discordia para dar más juego a la polémica, el valenciano Salvador Botella, que se reivindicaba a sí mismo como otro líder de esa selección. Para Jesús Loroño aquella Vuelta se trataba de una revancha por lo acontecido un año antes, quedando segundo a una mínima distancia del vencedor, el italiano Angelo Conterno, incluso se habló de que el vasco fue el ganador moral de aquella prueba, un título que suponemos no le hizo demasiada ilusión. Además de la selección española, en el capítulo de posibles rivales foráneos, se encontraban ciclistas como Roger Walkowiak o Gastone Nencini, pero pronto se iba a poner de manifiesto que la carrera se iba a resolver entre ciclistas del combinado local, además de este último, también formaron parte de aquella reducida participación, las selecciones regionales del Cantábrico, Mediterráneo o un combinado Centro-Sur, toda una mezcolanza de corredores que no pudieron formar parte lógicamente del primer equipo.

En la tercera jornada de la carrera, se iba a producir uno de los hechos más significantes en el desarrollo posterior de la misma. Entre Santander y Mieres, se hizo efectivo un corte con trece corredores, entre los que estaban Botella y Bahamontes, pero en el que no figuraba Loroño. Por si fuera poco, en los kilómetros finales mientras se ascendía el Alto del Padrún, el toledano daba muestras de su capacidad escaladora con un formidable ataque que le dejaba en solitario para atravesar la meta de la localidad minera, y vestirse de líder con una gran ventaja. Como era de esperar, esta situación no agradó en absoluto al de Larrabetzu, que un día después intentó como un poseso reventar la carrera camino de León, con el imponente Puerto de Pajares por medio. Sin embargo, todos esos intentos fueron en vano, y es que una terrible nevada hizo suspender la etapa (por primera vez en la historia de la Vuelta), y los corredores tuvieron que dar media vuelta por orden de la Jefatura de Obras Públicas, que había cerrado el acceso al puerto al estar bloqueado por la nieve, además de la evacuación por parte de la Guardia Civil del aproximadamente medio millar de espectadores que se encontraban cerca de la cumbre esperando a los ciclistas. En aquel momento, antes de iniciar la ascensión, Loroño ya marchaba en cabeza inmerso en un grupo, y se consideró uno de los grandes perjudicados de la jornada, de hecho, fue obligado a bajarse de la bicicleta. En primera instancia se consideró la posibilidad de dar por finalizada la etapa en Puente de Los Fierros, al principio de la subida, dando los mismos tiempos a todos y repescando a los más descolgados, pero fue tal la polémica que se optó por anular definitivamente la etapa.

Días después, en la jornada entre Valladolid y Madrid, Bahamontes iba a perder el jersey de líder de la carrera en beneficio de su compañero Botella, que fue parte de la escapada de la jornada, algo que lógicamente no gustó al temperamental toledano, que tuvo su enésimo enganchón con el seleccionador Luis Puig. Aun así, Federico se encontraba relativamente tranquilo, con declaraciones a la prensa en las que resaltaba que él iba a por la general mientras que su compañero Loroño se debía de contentar con la clasificación de la montaña. Y de hecho un par de días después iba a recuperar el liderato, por lo que sus aspiraciones de vencer en aquella Vuelta Ciclista a España se iban tornando en una realidad.

La décima etapa, de las 16 con las que contaba aquella Vuelta, iba a transcurrir pegada en gran parte de su recorrido al mar, con salida en Valencia y llegada en la tarraconense Tortosa. Sobre el papel se trataba de una de esas jornadas que en la actualidad se llaman, quizá de forma errónea, de transición, con una escapada medianamente consentida y un pelotón principal en relativa calma. Pero la historia fue muy distinta. Probablemente estemos ante uno de los capítulos más significativos de la rivalidad Loroño-Bahamontes. El ciclista vasco se marcha en fuga con la colaboración de Bernardo Ruiz, uno de los ciclistas más talentosos del pelotón español que ya había sido podio del Tour de Francia, enrolado entonces en el combinado Mediterráneo, y que tampoco contaba precisamente entre los amigos del corredor de Toledo .Cuando Bahamontes quiere reaccionar, se encuentra con la negativa a colaborar de todo su equipo, y es que debido a su temperamento y salidas de tono habituales, el Águila de Toledo no era demasiado apreciado por parte de la mayoría de sus compañeros, que además alegaban falta de agradecimiento cuando se trabajaba para él. El desenlace de la jornada fue de lo más positivo para Loroño, que se ponía como líder de la prueba tras una magistral cabalgada, una posición que no iba a abandonar hasta el último día de Vuelta en Bilbao. El oriolano Ruiz, iba a ascender hasta la tercera plaza en la general, siendo igualmente definitivo.

Cuando Loroño ganó la Subida a Arantzazu, descabalgado de la bici
Jesús Loroño en una imagen de archivo – Diario Vasco

Las seis etapas restantes, fueron un auténtico suplicio para Luis Puig, ya que tuvo que mediar entre los dos líderes de su selección, más fuera de la carrera que dentro, con episodios muy lamentables en algunos hoteles, pasando de las agresiones verbales a las físicas en algunos momentos de alta tensión. A diferencia de Federico acostumbrado a aspavientos y espectáculos de todo tipo, Jesús Loroño era de una personalidad más pragmática y directa, además de mucho más regular en la competición, algo que Puig tuvo en valor para defender su liderato en aquel ambiente revuelto dentro de la selección, además Loroño contaba con dos fieles escuderos, Galdeano y Barrutia, que hicieron lo posible para llevar al ciclista vizcaíno a la victoria.

Una de las mejores versiones de Loroño se pudo ver en la contrarreloj entre Zaragoza y Huesca, de 81 kilómetros (casi como las de ahora), en donde firmó un sensacional triunfo de etapa sacando algunos segundos a su compañero y rival Bahamontes, quedando claro que se trataba de un ciclista muy completo, que no solo brillaba en la escalada, sino también en la luchar contra el cronometro en terreno llano. Por parte de la Federación Española de Ciclismo, se intentó firmar la paz entre las dos grandes figuras de aquella selección, y en el hotel de la capital oscense se produjo una cena en la que supuestamente se dieron la mano ambos campeones en un ambiente de unidad. Todo ello vino por las amenazas previas de expulsión por parte de esta federación hacia los dos corredores.

Las últimas etapas en territorio vasco, con la lluvia como protagonista, fueron una verdadera fiesta de multitudes para homenajear al ídolo local, Jesús Loroño, que se iba a proclamar vencedor de la Vuelta Ciclista a España con todo merecimiento. Con mucha probabilidad uno de los mejores corredores de la historia de nuestro ciclismo, y que quizá no haya tenido el reconocimiento adecuado debido a su poca trascendencia en carreras internacionales, pero que atesoraba una calidad indiscutible encima de la bicicleta.

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