A veces no hace falta exagerar para contar una hazaña. Basta con relatar lo que vimos: Tadej Pogacar hizo sencillo lo imposible. En la 111ª edición de la Lieja-Bastoña-Lieja, el esloveno volvió a demostrar que cuando se siente fuerte no necesita aliados, ni tácticas rebuscadas, ni mirar atrás. Solo pedalear. Esta vez, su recital empezó en la Côte de La Redoute, a 35 kilómetros de meta, sin ni siquiera levantarse del sillín. Un ataque seco, contundente, de esos que hacen daño solo con verlos.
Desde ahí hasta Lieja, la historia fue la de siempre: Pogacar contra el mundo… y el mundo cediendo. El ciclista del UAE Team Emirates cruzó la meta en solitario tras más de seis horas de esfuerzo (6h00’09»), con más de un minuto de ventaja sobre Giulio Ciccone y Ben Healy, sus acompañantes en un podio al que llegaron derrotados, aunque con honor.
Con esta victoria, Pogacar suma ya nueve Monumentos en su palmarés, igualando a leyendas como Fausto Coppi, Sean Kelly y Costante Girardengo. Solo Roger De Vlaeminck (11) y el inalcanzable Eddy Merckx (19) quedan por delante en esa lista mágica. Pero lo más impresionante no son solo los números —que también—, sino la sensación de inevitabilidad que transmite. Cada vez que ataca, cada vez que compite en estas grandes citas, parece que el guion ya está escrito.
El triunfo de este domingo en las Ardenas se suma a una temporada de escándalo: UAE Tour, Strade Bianche, Tour de Flandes, Flecha Valona y ahora Lieja. Cinco grandes victorias en apenas cuatro meses. Y aún queda el plato fuerte: el Tour de Francia, donde Pogacar llegará fresco tras un merecido parón que iniciará ahora, antes de reaparecer en el Dauphiné.
La jornada dejó otras imágenes, como la discreta actuación de Remco Evenepoel, 59º en meta, o la sensación general de que, a día de hoy, nadie puede discutirle el trono al fenómeno de Komenda. Ni la distancia, ni los rivales, ni la historia parecen suficientes obstáculos.
Hoy Pogacar no solo ganó su tercera Lieja; hoy volvió a recordarnos que estamos presenciando algo único. Y aquí, en Le Puncheur, lo celebramos como se merece: con la admiración intacta de quienes saben que estos días quedarán grabados en la memoria del ciclismo para siempre.

Alberto aterriza en Le Puncheur por elección propia después de haber dirigido durante 6 años otro proyecto relacionado con el atletismo. Deportivamente dedicado a la marcha atlética, pero apasionado de ciclismo desde que tiene uso de razón, este Toledano viene a darnos su punto de vista siempre desde el lado mas objetivo posible.