La nº 100 llegó cuando él quiso
Desde el año 2012 no llegaba una etapa del Tour de Francia a Rouen, donde en aquella ocasión venció el esprínter germano André Greipel. No obstante, era la decimonovena vez que la carrera llegaba a esta ciudad de Normandía, tierra, por cierto, del gran Jacques Anquetil, cuya cota homenaje fue superada por los corredores en un recorrido muy interesante que A.S.O. nos tenía reservado para el final de la jornada. Un auténtico sube y baja, con una ascensión de tan solo 800 metros pero con una pendiente media del 10,6 %, como colofón a esta etapa de la primera semana de carrera.
Cuatro ciclistas protagonizaron la fuga del día: el danés Kasper Asgreen, el noruego Jonas Abrahamsen y los franceses Thomas Gachignard y Lenny Martínez. Este último fue quien más aguantó, siendo cazado en solitario a falta de 15 kilómetros. Al menos, el bueno de Lenny pudo resarcirse de los días anteriores y buscará, a buen seguro, una fuga en terrenos con puertos más favorables a sus características.
Julian Alaphilippe fue uno de los damnificados de la etapa, sufriendo una avería antes de la primera cota y viéndose obligado a remontar posiciones cuando la carrera ya estaba lanzada, algo que obviamente le lastró para disputar el final. Algo similar, aunque sin avería, le ocurrió a Florian Lipowitz, que no estuvo a la altura de lo esperado para un ciclista tan prometedor.
UAE ejercía un férreo control al paso por la Cota de Bonsecours, aquella donde el mítico bretón Jean Robic se vistió de amarillo en 1947 antes de ganar en París. Su habitual recordatorio en la cima es una de las cosas que el Tour hace muy bien: homenajear la historia. En la penúltima subida fue Tim Wellens, con el maillot de lunares, quien cruzó primero la pancarta, con un gran trabajo de Pavel Sivakov y Jonathan Narváez, este último un corredor experto en finales tipo clásica.
Sin embargo, fue Visma quien tomó las riendas del grupo poco antes de iniciar la Rampa de Saint-Hilaire, la definitiva, con un impecable Victor Campenaerts y Mateo Jorgenson como escudero del líder Vingegaard. El ataque de Pogačar era más que previsible, y al apartarse su último compañero, se puso en modo aceleración, como suele ser habitual. El danés se pegó a su rueda como una lapa, y ambos abrieron hueco con el grupo de Van der Poel, que vestía de amarillo.

En la rampa, el esloveno logró desfondar momentáneamente a Vingegaard, que pareció ceder pero recuperó la rueda del esloveno en la bajada. El grupo perseguidor, con Van der Poel, Jorgenson, Almeida, Evenepoel y un sorprendente Oscar Onley, dio alcance a los dos fugados. Salvo algún intento sin éxito de Remco o Jorgenson, todos los favoritos llegaron juntos a la recta final para batirse al sprint.
Si VDP superó en Boulogne-sur-Mer a Pogačar en un magnífico sprint, en Rouen ocurrió justamente lo contrario. El neerlandés lanzó la volata con su habitual maestría, pero fue rebasado por el corredor esloveno, que se dio por vencido varios metros antes de la línea de meta. Tadej Pogačar consiguió su victoria número 100 como profesional —casi nada— y lo hizo donde y como quiso. En el Dauphiné pudo haber superado a Lenny Martínez y no lo hizo, reservándose para ganar aquí y ante estos rivales.
Vingegaard fue tercero y Evenepoel se dejó algunos segundos en meta. Primož Roglič perdió algo más de medio minuto, al igual que Enric Mas y Carlos Rodríguez. Esta jornada dejó la sensación de que el esloveno está muy fuerte, pero que Vingegaard, por el momento, sigue ofreciendo lo mejor de sí mismo, con una contrarreloj al día siguiente que podría resultarle favorable, como ya ocurrió en Combloux hace un par de temporadas, aunque la crono de Caen era para puros especialistas.
Evenepoel pulveriza el crono: Gran jornada para Pogacar y mala para Vingegaard
La etapa clave de esta primera semana del Tour llegó con inicio y final en las calles de Caen, con un recorrido diseñado para verdaderos especialistas. Después del viento, rotondas, caídas, enganchones, isletas, más rotondas y volatas espectaculares, incluso con movimientos entre los favoritos a la general, la contrarreloj se antojaba decisiva, a pesar de su escasa longitud: 33 kilómetros.
Sumados a la cronoescalada de Peyragudes, con poco menos de 11 km, el total sigue siendo muy insuficiente para una disciplina que en otros tiempos tuvo más protagonismo. No vendría mal que, al menos en algunas ediciones, se programase una crono de larga duración. Completas mis lamentaciones, vamos al desarrollo de esta 5.ª etapa de la Grand Boucle.
El italiano Edoardo Affini, sensacional contrarrelojista y compañero de Vingegaard, marcó el primer tiempo de referencia importante. Un registro muy difícil de batir, que solo pudo superar Remco Evenepoel, quien no se movió más de esa primera posición. Un verdadero espectáculo ver al belga del Soudal en acción: su postura aerodinámica es inigualable y alcanzó una velocidad media de 54 km/h. Si no hubiera perdido tiempo en la segunda etapa, probablemente se habría vestido de amarillo, pero eso ya es ciclismo-ficción. En la realidad, fue Tadej Pogačar quien se hizo con el preciado maillot de líder.
En una disciplina donde Jonas Vingegaard parecía ligeramente superior a su eterno rival esloveno, el danés naufragó, cediendo un tiempo que, si bien es recuperable, deja muy encarrilada la general para un Pogačar que no muestra fisuras. Estuvo incluso cerca de los tiempos de Remco y apenas se dejó 16 segundos, una de sus mejores actuaciones en crono.

Iván Romeo realizó una gran etapa, terminando séptimo, y Pablo Castrillo fue décimo. Roglič y Lipowitz (Red Bull-BORA) también firmaron una buena crono, y se meten en el top 10 de la general. En cambio, Enric Mas y Carlos Rodríguez se hundieron. El balear deberá remar mucho si quiere alcanzar su objetivo —el podio, según sus propias palabras—. Por su parte, el andaluz del INEOS no termina de encontrar ese golpe de pedal que maravilló hace un par de temporadas, cuando ganó en Morzine. A pesar de que la contrarreloj no es su especialidad, tampoco ha brillado en las etapas anteriores.
Otra clásica para abandonar Normandía
Con la resaca de la contrarreloj aún en el ambiente y saliendo de tierras del célebre desembarco de Normandía —con las playas muy cerca de la ciudad de salida, Bayeux—, los corredores del Tour retomaron una etapa con nervios, cruces, viento y rotondas. Se presentaba esta sexta jornada con un perfil interesante, «accidentado», como señala el libro de ruta, con seis cotas: cinco de tercera categoría y una de cuarta, situada a apenas cuatro kilómetros de la meta en Vire Normandie. Más de 200 km de recorrido y más de 3.000 metros de desnivel positivo.
La carrera arrancó a ritmo frenético desde el principio, sabiendo que el sprint estaba casi al inicio. Al paso por la primera cota, Mont Pinçon, se fueron quedando velocistas como Milan, Girmay, Merlier o Groenewegen, perdiendo un tiempo irrecuperable. Día de grupeta para ellos, y a evitar el fuera de control.
Delante, se formó una fuga de calidad, encabezada por Mathieu Van der Poel. Le acompañaban Simon Yates —quien hizo un gran esfuerzo para enlazar—, Ben Healy, Quinn Simmons, Eddie Dunbar, Will Barta, Michael Storer y Harold Tejada. El pelotón, comandado por UAE, se redujo visiblemente, con varios grupos por detrás. Los hombres del líder, con Politt y compañía, no permitieron que la fuga cogiera demasiada ventaja, aunque los ocho escapados acabarían disputándose la etapa.
VDP iba lanzado a recuperar el maillot amarillo, ya que había perdido poco tiempo. Menos protocolo de podio para Pogačar, que ya lo recuperará… o no, quién sabe.
A 40 kilómetros de meta, el irlandés Ben Healy lanzó su ataque. La diferencia creció, y el grupo quedó desmembrado, con Storer y Simmons a su caza. En un esfuerzo titánico bajo un calor sofocante, el corredor del Education First se fue directo a la gloria: victoria de etapa en el Tour, tras haberla conseguido ya en el Giro. Un gran éxito para su equipo, que no puede contar con su jefe de filas, Richard Carapaz.
Los fugados fueron llegando uno a uno. El pelotón, a algo menos de cinco minutos y medio, fue liderado por el maillot amarillo, Tadej Pogačar, quien aceleró en los metros finales, con Jonas Vingegaard bien custodiado a su rueda.
El Tour se despide de la bella Normandía para adentrarse en tierras bretonas, con el célebre Mur de Bretagne como protagonista en una etapa que históricamente ha ofrecido grandes jornadas. A la espera del Macizo Central y, principalmente, del primer contacto con los Pirineos… pero para eso habrá que esperar solo una semana. Veremos si el plan de Visma da resultados, o si deberán conformarse con un podio que, en cualquier caso, está muy caro.

Alberto Díaz Caballero es madrileño y uno de los puntales de Le Puncheur. Anteriormente, había participado también en High-Cycling, así como en otros proyectos como Road & Mud y Planeta Ciclismo. Sobre historia, sobre actualidad o sobre cualquier tema. Un todoterreno del ciclismo que transmite conocimiento y pasión en cada texto.