El navarro ha sido durante más de diez años un escudero impagable a las órdenes de varias generaciones de líderes de muy diversas características. Desde el liviano Nairo Quintana al polivalente Alejandro Valverde. Poco propenso al protagonismo, es uno de los ciclistas que más simpatía despierta en el aficionado. Un corredor versátil, de esos a los que esperar tanto en un momento complicado, sea cual sea el terreno, o para lanzarte hacia la gloria. Un ángel de la guarda que ha sido algo más que eso para tantos, y que pese a conseguir algunas victorias de prestigio como las dos que logró en la Vuelta a España, destaca por una labor de equipo que se puede considerar la prolongación de los directores en la carretera.
No es raro verlo en las etapas llanas del Tour de Francia, donde se ha convertido en un fijo desde 2010, protegiendo a los ‘Quijotes’ que enfrentarán más tardes las montañas con la labor de derribar grandes molinos e instaurarse en el podio. Tampoco es extraño que Imanol esté trabajando en la base de los grandes puertos para los ataques o defensas que estén por venir. Incluso tampoco es extraño repasar clasificaciones de las clásicas del norte, París-Roubaix y Tour de Flandes, y percatarse de que allí, en los puestos de honor, se encontraba Erviti. Ese ciclista polivalente al que nadie se hubiese imaginado codo con codo con clasicómanos de primer nivel. Pues sí, allí estaba Imanol.
Nació en Pamplona, su vinculación con la escuadra telefónica ha sido total, una especie de hombre franquicia, de capitán. En ruta quien da las instrucciones es él, quien tiene la visión, la experiencia, la intuición. No sería de extrañar que tras colgar la bicicleta ocupe tareas de dirección, puesto que su carisma dentro del equipo es bien conocido.
Debutó en la estructura cuando aún se consideraba Illes Balears, en el lejano 2005, temporada en la que firmó un entonces jovencísimo Alejandro Valverde. Ambos han visto pasar generaciones y patrocinios por delante de sus ojos: Caisse d’Epargne, Movistar, Contador, Froome, Wiggins, Nibali, etcétera. Y aún así siguen estando en primera línea, combatiendo e impulsando a las generaciones recién llegadas.
Los aplausos, las flores, los titulares serán siempre para otros. Lo fácil es quedarse en lo superficial de una realidad, no explorar cuáles son las causas, las razones, el origen, el motivo, sino la imagen de alguien levantando los brazos, de una carrera repleta de éxitos. Erviti es responsable de muchos de ellos debido a la confianza que infunde, a los consejos con los que forma a los recién aterrizaron, con la personalidad que muestra y la ley que impone en el grupo, donde es de los ciclistas que reciben más respeto y valor.
Foto: Movistar Team