Obviamente, me gustaría comenzar esta crónica con el primer triunfo de un corredor español en este Tour de Francia, pero no pudo ser. Y eso que lo intentó con gran valentía el balear Enric Mas. El ciclista de Movistar se metió en la fuga buena; de esa salió la «fuga de la fuga», parafraseando a su director, Chente García Acosta. Justo en el inicio de un temible coloso como el Mont Ventoux, salió disparado con un ataque al que no pudo seguirle nadie. Llegó a tener una suculenta ventaja, nada menos que 1’30», pero el Gigante de Provenza no perdona, y tampoco lo hizo Ben Healy, que con varios arreones neutralizó al corredor español. “A falta de cinco kilómetros estaba vacío”.
Junto al irlandés marchaba Aurélien Paret-Peintre, que a la postre se llevó el gato al agua con un triunfo de etapa de los que valen por toda una trayectoria profesional, y más aún si eres francés. Hay que felicitar una vez más a Enric. Además de valiente, tenía piernas y realizó un movimiento inteligente que no tuvo su premio, pero esa es la actitud que se le puede pedir, como aficionados, a un ciclista que ha demostrado su calidad en la escalada, pero que se empeña —no sabemos si por él o por su equipo— en disputar una clasificación general que parece estar reservada solo para elegidos.
Hablamos de podio o de los cinco primeros, porque un top ten se antoja inservible para un corredor que se puede filtrar de forma inteligente en fugas y tiene posibilidad de rematar. Otra cuestión puede ser en la Vuelta Ciclista a España, pero en el Tour es conveniente perder tiempo y reservarse para la fuga que le puede llevar a la gloria.
Además de la fuga, que fue numerosa hasta que se desmembró, en lo referente a la clasificación general cabe destacar el pundonor de Jonas Vingegaard y la actitud de su equipo, el Visma. Fueron gran parte de la etapa en cabeza del pelotón, y cuando se enfilaban las primeras rampas del Ventoux, fue el propio Vingegaard quien probó al líder, Tadej Pogačar.
Le arrancó varias veces. Salvo en la primera, donde el esloveno parecía poner mala cara (con poco nos conformamos), en las siguientes le llegó a la rueda sin más complicaciones. Incluso en la parte final, antes de la curva de meta, el corredor del UAE dejó al danés y apenas llegó con unos segundos de pérdida. Vingegaard asegura que le da igual perder la segunda plaza por luchar por la primera, y es algo que le honra, teniendo en cuenta la solidez de Pogačar. En esa lucha por la tercera plaza, el germano Lipowitz no tuvo su día, aunque recuperó algo en la parte final, y se dejó un minuto con el danés del Visma, algo que hace muy difícil intentar subir al segundo puesto.
En líneas generales fue una etapa divertida, sobre todo en lo que respecta a la resolución de la fuga, con diferentes alternativas; en la general fue en la línea de las demás etapas. El Mont Ventoux es uno de los grandes colosos de la historia del Tour de Francia. Sin embargo, es prácticamente imposible hacer una gran etapa con grandes puertos encadenados que le den más aliciente a esta jornada, ya que no está ubicado en una gran cordillera como los Alpes o los Pirineos. En otras ocasiones se ha ascendido en dos ocasiones como meta en Carpentras o similar.
La etapa con final en Valence era una de las últimas oportunidades que tendrían los sprinters en este Tour de Francia, ya que la de Pontarlier podría llegar en fuga, dado su perfil, y la de París con Montmartre es una auténtica incógnita. La aventura de la jornada estuvo formada por Abrahamsen, Burgaudeau, Pacher y Albanese, no contando en ningún momento con una gran renta. El pelotón de los sprinters quería gozar de las últimas coyunturas para un posible volata. El conjunto Lidl-Trek tuvo que trabajar para reincorporar a la disciplina del pelotón a Jonathan Milan, que quedó descolgado en una de las cotas de esta jornada y después en la persecución a los escapados. Mención especial para Quinn Simmons, gran Tour el que se está marcando el “Capitán América”.
Poco antes de coger a los fugados, fue Wout van Aert, en un ataque suicida, quien lo intentó, sin demasiado éxito, ya que la carrera estaba muy lanzada. Esperemos que no haya derrochado muchas fuerzas el bueno de WVA para ayudar a su líder en las etapas alpinas. Una invitada especial iba a hacer su acto de presencia en este final de etapa: la lluvia. Teniendo en cuenta la cantidad de rotondas en la llegada a Valence y el ritmo endiablado, la tensión era palpable. Y como muestra, un botón: a falta de un kilómetro para la línea de meta, un afilador hizo precipitarse a varios corredores.
El más damnificado fue Biniam Girmay, que llegó a meta sin poder mover la mano. Tim Merlier, este sin caída, también fue eliminado de sus opciones para el sprint. Por lo cual, el maillot verde, Jonathan Milan, era el mejor situado para imponerse en esta etapa, como así fue. Lo hizo delante de corredores como Jordi Meeus y Arnaud De Lie. Segunda etapa para el ciclista italiano en el Tour, con un gran trabajo por parte de sus compañeros.
Las caídas fueron también protagonistas antes de la lluvia, con Carlos Rodríguez y Julian Alaphilippe como los más perjudicados. Afortunadamente, sin consecuencias a priori. Sin embargo, en la jornada siguiente, el ciclista andaluz se vio obligado al abandono. Lo ha intentado en este Tour, filtrándose en diversas fugas, con mucho pundonor, pero aunque estaba situado en el décimo puesto antes del abandono, quizá no le ha salido como habría planeado antes de la carrera. Veremos si puede estar en la Vuelta Ciclista a España.
La etapa de la que todo el mundo hablaba en este Tour dentro de la cordillera alpina, con tres puertos Hors Catégorie, muchos metros de desnivel y llegada en el reciente Col de la Loze, en la zona de Courchevel —lugar de otras célebres hazañas ciclistas—, y en la tercera semana del Tour: magníficos ingredientes para disfrutar de unas cuantas horas de espectáculo. La fuga se consolidó en el Glandon, con ciclistas de renombre: Wout van Aert, Matteo Jorgenson, Tim Wellens, Enric Mas o Primož Roglič, entre otros. Nunca llegaron a tener mucha ventaja, en un pelotón tirado por el equipo del líder, el conjunto UAE.
A falta de cinco kilómetros para coronar la Madeleine, todo saltó por los aires. Pogačar se quedó sin compañeros cuando Sep Kuss, seguido de su líder Jonas Vingegaard, realizó una fuerte aceleración. El esloveno se adosó a la rueda, también Lipowitz, que tuvo que ceder al poco tiempo sin poder aguantar el ritmo de los corredores del Visma. Poco después atacó el danés, buscando a Jorgenson, que andaba intercalado. En esa subida nos enterábamos del sorprendente abandono de Enric Mas, que estuvo en la primera escapada. Problemas en la rodilla hicieron que el balear pusiera pie a tierra. Como decíamos con Carlos Rodríguez, esperemos verlo en la Vuelta.
Quedaban en cabeza de carrera al coronar la Madeleine: Pogačar, Vingegaard, Jorgenson, Roglič, Gall, y como invitados especiales, Ben O’Connor y un gran Einer Rubio. El americano del conjunto Visma ponía a prueba a Pogačar en la bajada de este histórico col de los Alpes. El esloveno aguantó con solvencia, mientras que Arensman y Lipowitz se reintegraban en el grupo del maillot amarillo. Es de agradecer, de cara al espectáculo, para el aficionado y para la propia carrera, la actitud del equipo neerlandés, que, en todo momento, quede como quede la carrera, ha dado la cara.
Jorgenson, O’Connor y Rubio se fueron por delante en la bajada. Sin interés por parte de los hombres de la general, cogieron pronto ventaja. El australiano y el colombiano se quedaron en cabeza de carrera. La gran proeza de Lipowitz, atacando poco antes de empezar el Col de la Loze y poniendo, de forma valiente, tierra de por medio, fue sin éxito, ya que fue atrapado, perdiendo comba con el grupo de los favoritos. Por otra parte, el grupo de Óscar Onley llegaba al grupo de Pogačar. Etapa muy loca, entretenida, y parecía que lo mejor estaba por llegar… o quizás no.
Un puerto interminable este Col de la Loze. Y más con lo que estos corredores llevaban encima. No hubo milagro. Cuando la cosa se puso más seria, quedando 11 kilómetros para meta, los hombres del líder, con Narváez y Adam Yates, se pusieron a los mandos del grupo, dejando claro que, por mucho que cobraran protagonismo los neerlandeses, aquí seguían mandando ellos. La última subida fue decepcionante, hay que decirlo: respecto a la clasificación general, no hubo movimiento alguno hasta el último kilómetro, cuando atacó Vingegaard —no sabemos si por vergüenza, al ver trabajar a su equipo todo el día—. Pero fue para nada. Al esloveno le bastó con un ataque en los metros finales para sacar ventaja al ciclista del Visma.
La gran hazaña la llevó a cabo el australiano O’Connor, llegando en solitario en una gran etapa de montaña para redondear un gran palmarés. Óscar Onley fue una de las grandes sorpresas de la jornada. Tampoco debería serlo, viendo el Tour que se está marcando, llegando con los dos favoritos y sacando ventaja a Lipowitz. Podemos decir que lo único que nos queda es la lucha por el tercer puesto del podio para las tres últimas jornadas que quedan de la carrera francesa, que tiene, una vez más, un rey absoluto: Tadej Pogačar.

Alberto Díaz Caballero es madrileño y uno de los puntales de Le Puncheur. Anteriormente, había participado también en High-Cycling, así como en otros proyectos como Road & Mud y Planeta Ciclismo. Sobre historia, sobre actualidad o sobre cualquier tema. Un todoterreno del ciclismo que transmite conocimiento y pasión en cada texto.