Cuando la carrera profesional de Jon nacía, allá por el año 2010, se vivían los últimos coletazos de Óscar Freire, el último gran sprinter español. También copaban los podios hombres como Cavendish o Hushovd. Grandes estrellas que poco a poco fueron dando paso a nuevos valores y que en su juventud fueron contra natura por no proceder de países donde los sprints masivos o el propio ciclismo en sí eran lo más afamado.
Es lo que debió pensar Jon, viniendo de la tierra de la montaña, de grandes escaladores como Lejarreta o vueltómanos como Beloki u Olano, y siendo velocista, un hombre rápido que en su trayectoria ha tenido la suerte de poder probar todas las estructuras en las que ha ido mutando el antiguo Euskaltel y el equipo vecino del Caja Rural.
Entre medias probó suerte en un proyecto llamado Team Ukyo, con base japonesa, precisamente el país de la velocidad. Con ellos llegó a internacionalizar algo su calendario, logrando victorias en países como Tailandia, Japón, China o Corea. Un velocista vasco triunfando por los países asiáticos como ciclista de un equipo japonés. ¿Existe algo más exótico?
Ya de vuelta a España, regresó a la reencarnación del proyecto Euskaltel, donde coincidió en su última temporada de vida como equipo World Tour con Juanjo Lobato, otro de su especie. En Murias tuvo la oportunidad de debutar en la Vuelta, carrera a la que no falta desde entonces, ahora con los colores del Caja Rural-Seguros RGA. Con ellos ha logrado sus mejores victorias: una etapa en la Vuelta a Burgos, en la coqueta Lerma, o el Circuito de Getxo, una prueba de un día donde se impuso con claridad sobre su compañero Aramburu o el exitoso en este 2021 Lorrenzo Manzin.