En el lenguaje cotidiano, el uso de expresiones psicológicas es muy habitual, formando muchos de ellos parte de conversaciones muy diferentes y de muy distintos ámbitos. Quién no ha escuchado o dicho alguna vez “Es que tengo mucho estrés”, “Tienes que confiar en ti mismo”, “Si no estás motivado, no lo vas a poder hacer” u otros conceptos que también forman parte de nuestro lenguaje coloquial como ansiedad, depresión, bipolar, fobia, inteligencia, emociones…
El uso y significado que se atribuye a la mayor parte de estos términos, a menudo dista mucho del que tienen en psicología, pero es difícil cambiarlo cuando su uso está muy arraigado en toda la sociedad.
La mayor complejidad que presentan estos constructos psicológicos, es que son abstractos, es decir, no tienen una existencia física concreta. No podemos por ejemplo observar ni tocar la inteligencia. Se puede inferir que una persona tiene inteligencia por lo que hace o dice, pero no es algo directamente visible o tangible. Pero no por ello son inexistentes como parte de la persona. Algunos de esos constructos, son las llamadas variables psicológicas. A veces es más fácil comprender lo que suponen que explicarlas. Usando una definición comprensible, se podría decir que una variable es un objeto, proceso o característica cuya modificación provoca un cambio. Por tanto, una característica cuya presencia o no va a tener un efecto en la conducta, pensamientos y actividad fisiológica de la persona.
En el deporte, hay una serie de variables psicológicas que influyen en el mismo de una manera decisiva. Estas, son la auto-confianza, el estrés, la atención, la motivación, el nivel de activación y la cohesión de equipo. Cada una influye de un modo diferente en el rendimiento y a la vez todas están interrelacionadas.
Cada una de ellas influye al deportista de un modo diferente a lo largo del tiempo y de las situaciones a las que se enfrenta. Por lo tanto, no son algo estático que se tiene o no. Además, todas ellas se pueden entrenar, siendo por tanto la base de cualquier trabajo psicológico, ya que en uno o varios de los aspectos de las variables, el deportista (o el entrenador) puede querer modificarlos, mejorarlos o eliminarlos.
Vamos a definir de un modo muy breve cada una de ellas, para hacerlo de un modo más extenso en artículos venideros:
La auto-confianza
Es la creencia que tenemos sobre la posibilidad, realista o no, de alcanzar un objetivo mediante nuestros propios recursos.
La persona percibe que puede controlar la situación a la que se va a exponer, que conoce sus puntos fuertes pero también sus limitaciones, y sabe cómo explotar los primeros y afrontar adecuadamente las segundas. Además, cuando se produce un mal resultado o rendimiento, no tendrá una excesiva repercusión, ya que tiene muy claro lo que es, lo que hace y lo que puede llegar a hacer.
El estrés
Es un constructo psicológico ampliamente usado, aunque no siempre de un modo correcto.
El estrés es la respuesta que da un organismo ante una amenaza interna o externa y la consiguiente movilización de los recursos disponibles para afrontarla. Es por tanto algo personal y situacional, ya que no todo el mundo responde de la misma manera ante un mismo contexto, incluso la misma persona que en momentos diferentes, lo puede hacer de modo muy distinto.
A su vez, puede tener cinco manifestaciones, ansiedad, agotamiento psicológico, depresión, hostilidad y estado positivo de sobre alerta. No todo es negativo (se tiende a asimilar el estrés a algo perjudicial) ya que un determinado grado de estrés en una situación concreta puede ser beneficioso.
La motivación
Es el proceso que nos hace dirigir nuestra conducta hacia un fin determinado, volcando en ello toda nuestra energía y perseverancia. Es el motor que nos encamina hacia un objetivo determinado y no se resiente ante las posibles dificultades que van apareciendo.
A su vez, se divide en motivación básica y cotidiana. La básica es la que hace que nos guste uno u otro deporte y nos comprometamos con él y la cotidiana es la actitud y constancia que ponemos en el día a día.
Igualmente los motivos que nos llevan perseguir un objetivo determinado, pueden ser tanto intrínsecos como extrínsecos.
La atención
La atención es la cualidad perceptiva que hace que nos centremos en una serie de estímulos, externos o internos, y no en otros, evaluando cuáles son más importantes y dándoles prioridad para un análisis más profundo.
Puede ser amplia o reducida, si focalizamos en muchos estímulos a la vez o en uno o un número muy reducido de ellos; y también puede ser interna o externa, si los estímulos son de nuestro organismo o fuera de él. Además, se combinan entre sí dando lugar a otras categorías más específicas.
Nivel de activación
El nivel de activación es la respuesta general del organismo en una situación determinada. Esta respuesta tiene tres manifestaciones, fisiológica, conductuales y cognitivas o mentales.
Supone un continuo que va desde un nivel de activación mínimo como el sueño profundo hasta el otro extremo, con un nivel muy elevado, como los estados de alerta máxima.
Cohesión de equipo
Es el tipo de relaciones existentes dentro de un grupo deportivo en el que se entrena y con el que se compite. Cómo sean esas relaciones, determinará entre otras cosas el grado de percepción de pertenencia al grupo, el compañerismo, el nivel de unión, el grado de apoyo percibido, etc.
El ciclismo es un deporte principalmente individual, pero no lo es tanto si competimos por ejemplo en carretera dentro de un equipo, o en los entrenamientos con nuestro club, etc. Y por ello es una variable más a tener muy en cuenta en determinados momentos.
“La mente no domina al cuerpo, sino que se convierte en cuerpo. Cuerpo y mente son una sola cosa” (Candace Pert)
Foto: @ACampoPhoto
Samuel Arroyo es nuestro psicólogo deportivo de cabecera. Consejos sencillos, útiles y aplicables en el día a día. Ha estado con nosotros en High-Cycling, Desde la Cuneta y otros proyectos varios. Puedes consultarle a través de su email o sus redes sociales. No te pierdas su web.