José Joaquín Rojas, el paso de gusano a mariposa

Murciano, con vecinos ilustres, compañeros de tantos entrenamientos como Valverde o Luis León Sánchez, José Joaquín nació en una familia ciclista en la que se encontraba el malogrado Mariano Rojas, su hermano y gran promesa de la ONCE fallecido en accidente de tráfico allá por el lejano 1996. Siguió los pasos de su hermano y pasó a profesionales con Manolo Saiz, mítico director que hizo posible su pase a la máxima categoría y con el que compartió parte de la temporada 2005 como stagiaire.

Debido a la inestabilidad de la estructura durante el año 2006, pasó a Caisse d’Epargne, donde iba a coincidir con los directores que suponían el otro gran bloque nacional, con Eusebio Unzué a la cabeza. Un equipo que ha ido mutando de piel, pero ha conservado su fisonomía, la que le ha tenido como uno de los grandes capitani durante todos estos años.

Sin embargo, sus comienzos fueron como candidato a vencer al sprint. Así ha desarrollado una buena parte de su carrera, logrando victorias menores en esta disciplina, pero donde le faltaba siempre un punto para conseguir batir a las grandes estrellas. Siempre en la pomada, casi nunca en punta en el momento definitivo. Las victorias poco a poco dejaron de llegar, aunque su gran regularidad y versatilidad fue poco a poco apoderándose de aquel ciclista murciano.

Ello le llevó a elevar la mira y centrarse en objetivos más realistas para sus condiciones. De ese modo fue capaz de ganar a todo un Alberto Contador que venía de arrasar en el Giro de Italia 2011 el Campeonato de España. El Desierto de las Palmas vio una aceleración del pinteño, que dejó a todo el pelotón atrás… menos a Rojas. Al sprint no hubo discusión y así se vistió de rojigualda por primera vez. Repetiría años después ganando en solitario en Concentaina, cerca de casa.

El Tour de 2011 fue su mejor actuación en una grande. El objetivo no era otro que llevarse el maillot verde para casa. No era tarea fácil, ya que en frente tenía a rivales como Mark Cavendish, por aquel entonces el rey de la velocidad. Mientras el británico era muy superior en las volatas, el español trataba de filtrarse en fugas y limar puntos poco a poco, confiando en que la montaña se aliase al fuera de control para eliminar al inglés del Tour. No estuvo lejos de pasar, incluso se hablaba de tretas por parte del a la postre vencedor del maillot para sobrevivir en carrera. No pudieron ser demostradas, si bien el tesón del campeón de España le hizo estar muy presente en carrera y estar en boca de los aficionados.

Más tarde, pese a buscar triunfos en territorios de media montaña donde el gran grupo se seleccionase, no consiguió anotarse ninguna etapa en gran vuelta. Por tanto, su papel debía cambiar. Así se hizo y logró ser un sobresaliente capitán de ruta para sus compañeros, tirando del pelotón tanto en llano como en montaña, liderando la ubicación dentro del gran grupo o protegiendo del viento y las caídas a tantos líderes. En ese rol se ha encontrado cómodo y ha podido disfrutar de una estabilidad meritoria y que le ubican como un fijo en las alineaciones de Movistar en las grandes citas.

Esa conversión le hizo encontrar su lugar en el ciclismo, lo cual ha asegurado una carrera larga que ya supera las quince temporadas en activo y que amenazan con ser bastantes más si la salud le respeta. Siguiendo el ejemplo de su amigo Valverde, quizá tengamos gregario para rato.

Foto: Álvaro Campo (@ACampoPhoto)