Roubaix, John Degenkolb y el tamaño del sprint

Cuando John Degenkolb saltó al primer plano del ciclismo, fue tomado como una buena aparición en las volatas. Un par de arrancadas finales en repechos en la Dauphiné le valieron para ser un soplo de aire fresco en el otoño de un Mark Cavendish que era el gran dominador de la especialidad. En cambio, todavía tardó unos meses en erigirse como el gran corredor que después fue. Más aún cuando compartía equipo con el británico y otros gigantes de la especialidad como el australiano y emergente Goss, ganador de Milán San Remo ese mismo 2011. Y toda la pléyade de lanzadores de lujo como Renshaw o Eisel.

Éstos a su vez copaban el liderato del equipo en pruebas menores, cerrando huecos a un John que no tuvo otro camino que crecer. Esta acumulación de velocidad provocó la marcha de Greipel, en su mejor época y siendo alemán en un conjunto basado en la antigua estructura del Telekom.

Aprovechando un cambio de equipo que permitió a Degenkolb ser líder de su escuadra, tomó la salida en la Vuelta a España 2012. Aquella en la que el duelo entre los españoles Purito, Valverde y Contador nubló todo lo demás que se vio, que fue mucho. El alemán se mostró como el más rápido y se hizo con un botín de cinco etapas. Entonces se le empezó a considerar un velocista más, una estrella que añadir a tantas inclusive dentro de su propia escuadra.

John, en cambio, redirigió sus esfuerzos a ser un buen sprinter y lograr algunas victorias importantes como en el Giro, en el Tour -pese a que le costó lograrla- o seguir participando de forma victoriosa en la Vuelta. Lo cual tiene mérito por el escaso número de oportunidades ofrecidas por la ronda española a ciclistas de su perfil.

Las clásicas iban a ser un objetivo para el teutón, que ya en 2013 se llevó la prestigiosa París-Tours. Hasta ahí ninguna sorpresa, ya que la carrera francesa se asimiló a vencedores similares por lo general. Fue 2014 el año que planteó una evolución o un despiste a la hora de realizar diagnóstico sobre las cualidades de tan polivalente ciclista. Degenkolb se llevó la Gante-Wevelgem, un triunfo que no sorprende porque uno de los desenlaces posibles de ésta suele ser la llegada masiva.

El cambio provino de un segundo puesto en Roubaix, en una carrera donde se vio capacidad de rodar, de sufrir, de disputar después de tantos kilómetros. Pero es que John no se quedó ahí. Milán San Remo fue suya en 2015, al igual que el añorado adoquín de París-Roubaix, justo doce meses más tarde de rozar el título e igualando una marca que nadie lograba desde Sean Kelly. Ello le confirmaba como un clasicómano de primer nivel, con una gran capacidad de resolución gracias a su punta de velocidad.

Un accidente en un entrenamiento en los alrededores de Calpe le hizo pasar un año en el dique seco. La siguiente temporada, aprovechando la retirada de Fabian Cancellara y los cambios introducidos en el equipo Trek, Degenkolb cambió de aires. Dejó el Giant-Shimano al que tantos éxitos había aportado. 2017 no fue bien, pero 2018 le trajo por fin la ansiada victoria en el Tour. ¿Dónde fue? En su amado Roubaix.

Foto: Sirotti