Entrevista a Mikel Astarloza: «El ciclismo vasco debe mucho a los organizadores»

Mikel Astarloza charla con nosotros sobre su carrera y cómo vivió las luces y las sombras de ésta. Días difíciles, nuevas motivaciones y muchos recuerdos vestidos en naranja de Euskaltel, su casa desde que explotase a lomos del AG2R. Un clásico del ciclismo vasco bastante recordado…

¿Cómo te convertiste en ciclista?

MA: En el ciclismo empecé a los once años. Antes ya había hecho otros deportes, como la pelota vasca o el fútbol, pero no se me daba especialmente bien. También tenía la ilusión remar en la trainera de mi pueblo, San Pedro, pero mi padre, también remero, no le hacía mucha gracia, porque él había sufrido lesiones por ello.  Mis primos, entre ellos el que sería profesional Íñigo Chaurreau, ya competían en bicicleta y eso hizo que me animara a probar. Comencé en alevines y año a año fui mejorando mis resultados y viendo que se me daba bien.

También hiciste pista.

MA: Sí, desde pequeño. El equipo era de San Sebastián y entrenábamos en el mismo velódromo de Anoeta. Como éramos aún niños, no nos subíamos al peralte. Como anécdota, por no acostumbrarnos a rodar siempre en el mismo sentido, entrenábamos los martes en un sentido y los jueves en sentido contrario. Es algo curioso porque, a los que luego nos hemos dedicado bastante a la pista, nos resulta casi imposible rodar con el peralte a mano izquierda.

El hecho de tener el velódromo tan cerca de casa hizo que compitiera mucho en esta disciplina, e incluso llegué a ir a unos mundiales junior en Eslovenia.

Me gustaba mucho, pero llega un momento en el que hay que decidir entre carretera o pista, porque en aficionados se hacía ya muy difícil compaginar las disciplinas, porque las competiciones solían coincidir. Finalmente decidí apostar por centrar mi carrera deportiva en la carretera.

En tu época de amateur, corres en grandes equipos como Kaiku, Banesto y Olarra.

MA: Kaiku era un equipo de primera línea, con corredores de toda España y mucha experiencia y nivel. Así que no dudé en pasar con ellos a aficionados desde juveniles.

Estuve dos años con Kaiku, hasta su desaparición. Entonces me fui al equipo amateur de Banesto. Fue una gran experiencia porque estábamos en la disciplina del equipo profesional, compartiendo material y entorno. Tuvimos oportunidad de participar en grandes carreras como el Tour del Porvenir, que de aquella se corría por equipos.

Desgraciadamente al final de ese año, Banesto decidió cerrar el equipo amateur, así que me fui al Olarra, que era el filial del Euskaltel.

¿Cómo se fraguó tu salto a profesionales?

MA: Después del primer año en Olarra, Euskaltel aún no contaba conmigo para el equipo profesional. Mi primo Íñigo Chaurreau venía de hacer un gran Tour de Francia con ellos y le surgió la oportunidad de fichar por AG2R. Les habló bien de mí y me ofrecieron dar el salto con el equipo francés, así que lo aproveché.

En AG2R estuve siempre muy a gusto, y les estoy muy agradecido. Pasé cinco años en el equipo, lo cual demuestra que me sentía bien allí. Me dieron la posibilidad de debutar en la Vuelta con 22 años y en el Tour con 23 y tener un gran calendario. Pude conocer otra cultura, porque era un equipo con muchas nacionalidades y corredores que venían de la antigua URSS, con otras experiencias y que venían de otro ciclismo al que yo estaba acostumbrado.

En tu segundo año con AG2R ya logras imponerte al principio de la temporada en el Tour Down Under de 2003.

MA: Después de haber debutado en la Vuelta a España el año anterior, no hice un parón muy largo y comencé a entrenar pronto de cara al inicio de temporada.

En Australia, conseguí llevarme la general, aunque no ganara ninguna etapa. Me vestí de líder en la etapa de Willunga gracias a unos segundos que había conseguido gracias a una escapada en la segunda etapa. Guardo mucho cariño a esa carrera, que siempre tenía una gran participación y que ha crecido exponencialmente con los años.

Ese mismo año se produce tu debut en el Tour. ¿Cómo viviste esa edición en la que los aficionados vascos llenaron la carretera de color con el equipo Euskaltel de moda?

MA: Debutar en el Tour con solo 23 años es una experiencia muy bonita. Además, fui el segundo mejor joven de la general, por detrás de Denis Menchov. Fue una edición espectacular, con Mayo y Zubeldia luchando por el pódium y el duelo entre Armstrong y Ullrich. Aunque yo estaba en un equipo extranjero, me sentí muy apoyado por la afición y hacía mucha ilusión ver a tanta gente en las cunetas.

No llegaste a Euskaltel hasta una vez finalizada tu etapa en AG2R en 2007. ¿Tuviste oportunidad de cambiar de equipo anteriormente?

MA: Sí, tuve la oportunidad de irme antes a Euskaltel, pero pensaba que no era el momento. Como decía antes, en Francia estaba muy a gusto y tenía un calendario de lujo. Corríamos las mejores pruebas y me sentía muy bien tratado.

Después de cinco años, mi primo había decidido colgar la bicicleta y yo ya no me veía solo en Francia. Así que me pareció que era el momento adecuado de volver al equipo de casa, con compañeros, masajistas y directores con los que había estado ya antes de ser profesional.

En tu primer año con Euskaltel, ya logras meterte en el top10 del Tour, finalizando en novena posición.

MA: Ese año fue un salto cualitativo para mí, pasé de pelear por los top20 en las carreras a luchar por el top10 en pruebas como País Vasco, Catalunya, Romandía, Dauphiné… Eso me hizo coger confianza y al equipo motivarse a trabajar para mí.

Yo nunca me he considerado un líder de jugármela al final e intentar conservar. Me gustaba más jugármela de lejos y correr con más libertad, agresividad y valentía.

Con esa manera valiente de correr, logras imponerte en la etapa de Bourg Saint Maurice en el Tour de 2009.

MA: Ese día cumplí un sueño. Aunque las carreras de casa, como Vuelta al País Vasco, Clásica de San Sebastián o Vuelta a España hacen mucha ilusión, para mí el Tour siempre ha sido la carrera más bonita.

El top10 de 2007 había sido el primer objetivo hecho realidad y me quedaba el de ganar una etapa. Nunca he sido un corredor que haya ganado mucho, incluso en categorías inferiores, sobre todo porque tenía un sprint muy flojo y si llegaba con más gente siempre tenía las de perder.

Necesitaba llegar solo para ganar, y ese día lo logré, después de darnos palos durante toda la etapa. En las fotos de la llegada se ve la euforia que sentí en un momento tan especial. Se ve la efusividad de alguien como yo que no está acostumbrado a ganar.

Llega entonces el momento en el que se comunica tu positivo en el control antidopaje y la posterior sanción. ¿Cómo viviste esos momentos?

MA: El momento más triste de mi carrera deportiva. Había acabado el Tour muy bien, con una etapa y el 11º en la general, y ya estaba pensando con ilusión en la Clásica de San Sebastián. La víspera de la Clásica, el 31 de julio, me llaman de la UCI para comunicarme el resultado positivo en un control anterior al Tour de Francia.

Sinceramente, no me lo creía. Al principio pensaba que sería una broma de la radio, y de hecho le pregunté al teléfono que de qué cadena era. Cuando encendí el ordenador y vi el email de la UCI, ya supe que todo era en serio. Me puse inmediatamente en contacto con el equipo y lo dejé todo en sus manos para el recurso y las demás gestiones.

Al final llegó la sanción por dos años, pero yo tenía claro que no quería acabar mi carrera de esa manera. Por lo tanto, acepté la situación y decidí seguir entrenando y cuidándome para volver al terminar la suspensión.

¿Cómo fue el regreso al pelotón en 2011?

MA: El 1 de agosto se cumplieron los dos años, así que debuté en la Vuelta a Burgos. Yo había estado alejado del equipo hasta entonces, así que guardo muy buen recuerdo de esa carrera por el reencuentro con el equipo y los compañeros. Había algunos neoprofesionales con los que no había corrido todavía, como Mikel Landa o Pello Bilbao.

Ese mismo año pude volver a la Vuelta a España y al año siguiente al Tour de Francia, con tan mala suerte que me disloqué el codo en una caída. Creo que tenía tal nivel de ansiedad por volver al Tour, que esa caída me marcó. Seguí entrenando incluso con la escayola para poder estar de nuevo en la Vuelta.

El 2013 es el último año de Euskaltel en el pelotón y su desaparición coincide con tu retirada. ¿Casualidad?

MA: Fue causalidad en vez de casualidad. Corrí el Tour de Francia y logré finalizarlo con buenas actuaciones en algunas etapas, pero sin disputar la general. Al acabar, ya nos olíamos que el futuro del equipo estaba complicado y muchos empezamos a buscarnos otras opciones. A mí no me surgió oportunidad de recalar en otro equipo ProTour, aunque tenía ofertas de algunos equipos de inferior categoría.

Tenía claro que, si seguía, quería correr un calendario de máximo nivel, sobre todo con el Tour de Francia, para poder retirarme en las grandes carreras. Al ver que no habría opciones de prolongar la carrera para volver al Tour de Francia, con 33 años decidí que era buen momento para colgar la bicicleta.

Finalizó una etapa y empezó otra. Creo que fue una buena decisión y no me causó nunca ningún problema o remordimiento.

¿Cuál es tu opinión sobre la polémica de aquel último año del Euskaltel y los fichajes de corredores de fuera?

MA: El equipo decidió romper ese año con el modelo de fichar solo corredores vascos o de la cantera y eso generó bastante malestar, sobre todo porque supuso la finalización de contratos de gente muy importante. Por ejemplo, se quedó fuera Amets Txurruka, un gran corredor y un compañero excepcional, que creaba muy buen ambiente en el equipo y era muy querido por todos los aficionados. A cambio trajeron corredores alemanes, griegos, marroquíes… Esos ciclistas no dieron el nivel esperado y creo eso generó aún más críticas.

Si fichas gente de fuera y son primeros espadas, seguro que las críticas desaparecen muy rápido, pero si no logras que esos ciclistas suban o igualen el nivel general, es un problema. Y más cuando uno de casa se queda fuera.

¿Por qué crees que se vive tan intensamente el ciclismo en el País Vasco?

MA: Creo que la salud del ciclismo vasco no es solo gracias a los buenos ciclistas que hemos tenido. Debemos mucho a todos los organizadores que sacan adelante carreras de escuelas. Y a todos esos equipos que cada fin de semana llevan a los chicos y chicas a entrenar, a hacer gymkanas y ejercicios de formación… Toda esa gente que cuida las categorías inferiores es la que ha conseguido que hayamos tenido grandes ciclistas peleando en las carreras más importantes.

¿Qué corredor te ha marcado más en toda tu trayectoria?

MA: No podría decirte un solo nombre, pero sí te puedo reconocer que todos los líderes que he tenido han sido para quitarse el sombrero. He aprendido muchísimo de Jan Kirisipuu, Laurent Brochard, Christophe Moreau, Paco Mancebo, Samuel Sánchez, Haimar Zubeldia… Me siento muy satisfecho de las relaciones que he tenido en el ciclismo.

¿Y del pelotón?

MA: Ahí sí lo tengo claro. Recuerdo que en mi primer Tour coincidí en un ascensor con Jan Ullrich. Parecía un muñeco de cera para enseñar la anatomía. Era la fuerza personificada, todo músculo y ni un gramo de grasa. A mí ese corredor me marcó especialmente.

¿Mejor compañero?

MA: Íñigo Chaurreau, mi compañero, primo y amigo.

¿Mejor rival?

MA: Alejandro Valverde. Es un año menor que yo y le conozco desde que éramos juveniles. Y siempre nos ganaba a todos. Un auténtico campeón que sigue dando guerra con 41 años.

¿La carrera más difícil?

MA: París Niza sin duda. Siempre me ha parecido la carrera más dura del calendario y nunca se me ha dado bien. En la zona de París, frío, nieve, hielo o viento; y cuando llegas a la montaña en la zona de Niza ya vas “tieso”.

¿Qué diferencias ves del ciclismo de tu época al de hoy en día?

MA: Creo que a mí me tocó justo la transición entre el ciclismo de sensaciones, del que venían mi primo o corredores mayores que yo, al ciclismo de números. Yo ya fui de la generación del potenciómetro. Hoy en día eso se ha llevado al límite, y todo está muy cuantificado, medido y controlado, para lo bueno y para lo malo.

¿Y a qué se dedica actualmente Mikel Astarloza?

MA: Tengo una empresa de preparación física y estudios biomecánicos que se llama Txirrindor, donde trabajo aficionados, juveniles, bikers, cicloturistas…Tanto entrenamientos como trabajo de la postura del ciclista en la bicicleta para mejorar el rendimiento y evitar lesiones. Me paso el día entre ruedas y es algo que me encanta.

Aprovecho para desearos mucha suerte en vuestro nuevo proyecto, que tiene muy buena pinta. Como aficionado al ciclismo os agradezco personalmente el trabajo que hacéis por contar cosas de nuestro deporte.

Foto: Euskaltel-Euskadi

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