MTB: la libertad sobre ruedas

Las ventajas de montar en MTB son la mayoría relacionadas con la libertad que el tipo de bicicleta te permite. Esa ambigüedad de terrenos por los que atravesar, sin importar superficie y esa adaptabilidad a todas ellas, hace de las bicicletas todo terreno un auténtico acierto para todos los usuarios de las mismas. Además de la menor necesidad de relacionarse con el asfalto y la peligrosidad del tráfico, el MTB permite elaborarse recorridos más inquietos, irregulares, divertidos, menos tediosos que la carretera, hecha más para esfuerzos más prolongados. En cambio, en esta modalidad tenemos la facilidad para encontrar constantemente pequeños alicientes que nos mantienen despiertos, que nos van animando a seguir.

Por contra, es también normal que dada la construcción de la propia bicicleta, más pesada y adaptada a todas estas circunstancias y variabilidad del terreno, la velocidad es menor. No puede ser de otra manera, ya que el rozamiento de las ruedas y el agarre que éstas ejercen sobre superficies que normalmente no tienen la estabilidad del asfalto o la pista, hacen que la fricción sea mucho mayor. Esa interesante comparación de ventajas e inconvenientes puede ser mucho más amplia, como por ejemplo en la diferencia de postura, mucho más próxima a la erguida en el MTB que en las bicicletas de carretera o similares. A partir de ahí, cada uno tendrá sus costumbres, manías y gustos. Pero desde luego que es más accesible la postura en una bicicleta de MTB que en las demás, por ser más natural.

En cuanto a la mayor ventaja de estas bicicletas se encuentra el hecho de la libertad que antes se comentaba. Los descensos pueden ser más lentos, no cabe duda. También más seguros por el agarre de los tacos y la adaptabilidad de los materiales a las vibraciones. En carretera ambas pueden ser utilizadas con iguales características, si bien sólo una principal favorece a la de carreterra: la velocidad por el más fácil deslizamiento a lo largo de la superficie. Un hecho que no contrarresta la sensación de libertad de realizad una ruta que, por ejemplo, evite zonas de tráfico intenso para trazar por caminos de tierra alternativos, más abundantes que los asfaltados, y así ir enriqueciendo un recorrido más seguro y completo a varios niveles como el orográfico.

Ahora está la moda del gravel, que es una forma de combinar tierra y carretera, pero no hay que obviar que la necesidad de la bicicleta de gravel se asemeja bastante a las de carretera, siendo más frágil a pinchazos y variaciones del terreno que la MTB. En estas bicicletas no puedes estar subiendo un puerto de asfalto para explorar una ruta que se desvía hacia algún monte perdido y seguirla hasta que desees o alcances tu meta. Te abre a más paisajes, a más puntos de perspectiva. Es el concepto de la libertad, que no es otra cosa que tener la capacidad de poder elegir. Y eso la MTB te lo garantiza.

Hay que cuidar de la bicicleta, no cabe duda. Pero una MTB resiste más los cambios del terreno y las afectaciones también del terreno a nivel meteorológico. Las lluvias, el barro, la nieve, que hacen que el piso se encuentre bastante más resbaladizo, son poco rival para la MTB, que aplasta con sus ruedas lo que el terreno vaya presentando en forma de pequeños obstáculos (barro, por ejemplo) y fabricando de forma autónoma lo que tanto se parece al ciclismo de carretera: terreno limpio y liso. Con la salvedad de que si tus riñones y piernas lo soportan, las piedras y los escalones naturales o artificiales también son una opción.

Luego está la necesidad o no de cada uno de llegar más allá y atravesar rutas quizá no tan favorecedoras del ciclismo. Cada loco se atreverá con lo que considere e incluirá tantos obstáculos y dificultades como considere. Raíces, tierra, piedras, asfalto, badenes, saltos, descensos explosivos, etc. La MTB te permite lo que ninguna de las otras te ofrece. La libertad, cuando lo que buscas es distensión de fin de semana, es lo ideal. El quitarte al menos por unas horas las cadenas y sentirse libre para volar (o rodar) allá por donde las piernas, las ruedas y nuestro sentido arácnido nos lleven. Las rutas, más amplias. El disfrute, más intenso y menos tedioso. Y si lo es, hay más posibilidad de revertir y convertir el rato en lo que nos vaya apeteciendo en cada momento.

Además, hoy día con los GPS hay mucha certeza de mapas y ubicaciones, por lo que la tecnología también arrima el hombro en facilitar la vida al usuario de la MTB. Ya no es tan necesario guiarse por la carretera y los carteles indicativos, que poco a poco se irán encontrando en los caminos o pistas de tierra. Una auténtica amalgama de razones y sentimientos que la MTB despierta en quien tiene la suerte de disfrutarlo. Raro es que quien practique el ciclismo de carretera no tenga también uso de una bicicleta de todo terreno, las BTT. Cosa que al revés no sucede, más que nada porque tampoco es habitual tener una bicicleta de carretera en el armario esperando su oportunidad sin ser tu uso habitual o prioritario.

Hola 👋

Regístrate para recibir todo nuestro contenido en tu correo electronico

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.