Concurrido por ciclistas, no se me entienda mal. El puerto de Alisas se corresponde con uno de los más conocidos de Cantabria, la puerta hacia el corazón de los puertos cántabros y, por qué no decirlo, uno de los puertos más cicloturistas por su mezcla de belleza, tranquilidad y las combinaciones que con él se pueden hacer. Nos vamos a centrar en su vertiente norte, la que arranca desde la coqueta localidad de La Cavada.
Empezamos a subir al paso por el pueblo, coincidiendo con un cruce de carreteras al lado del Río Miera. Dejaremos de lado la Portalada de Carlos III para seguir recto por la CA-261 en dirección Alisas. El arroyo de Revilla nos irá acompañando y aportando frescor a la subida, bastante frondosa ella de por sí. Existe una alternativa interior si preferimos más tranquilidad, si bien es una ruta más rabiosa en trazado, en cuanto a giros y cruces, más trabajosa. Nos devuelve a las rampas finales de Alisas, ya en la primera herradura.
Por la ruta tradicional ya es una montaña muy interesante. Conforme arrancamos en La Cavada iremos ganando altura levemente, con unos primeros cinco kilómetros que irán alternando zonas al 4% con descansillos y falsos llanos. Cuando alcancemos la parada de autobús en la barriada de Camposdelante nos servirá de señal para irnos preparando para lo peor. Si el puerto tiene unos 12 kilómetros en total, los últimos ocho serán los realmente trascendentes.
Subimos todavía entre árboles. El lateral de la carretera poco a poco clarea y nos da vista sobre la altura que nuestra ruta ha ido alcanzando. La pendiente se establecerá sobre un 7% y sin grandes rampas irá ascendiendo hacia la cima, de forma bastante sostenida. En algún tramo la vista nos alcanza hasta ver por dónde irá nuestro trazado. Es una zona sin curvas muy acusadas hasta que empieza a aparecer en el paisaje la piedra. Esas formaciones rocosas junto a la carretera nos dará una buena noticia, porque viene un tramo duro, sí, pero acompañado de sombra.
Poco tardará el puerto en buscar la primera de las herraduras. Una vez la superemos, el puerto abre por completo y las vistas sobre los valles es magnifica. El verde inunda nuestra mirada y hace que empiece a merecer un poco la pena el esfuerzo. Ya hay más piedra que árboles en la vista, por lo que eso quiere decir que estamos en la zona más dura y que nos está acercando irremediablemente a la cima. Es un puerto que si mantienes un ritmo constante se disfruta, pues no tiene rampas excesivamente duras. Más allá de las herraduras, la pendiente no supera el 8-9% en ningún punto.
La parte alta puede introducir algo de viento, eso sí. Guarda energías para ese último tramo, lo cual nos ayudará a coronar sin problemas. El puerto empieza a hacerse largo si vas un poco justo. En días claros se puede ver el mar desde estas últimas rampas. En un giro a izquierdas veremos un pequeño monumento al ciclista, incrustado en una de las herraduras a izquierdas que afrontaremos.
La parte final se encarama a la última loma de la montaña y la iremos superando entre casas. Aparecen un par de aparcamientos a los lados que nos permitirán parar a disfrutar de la vista. Aparece el cartel, que es de fotografía obligada y en la parte izquierda del sentido en el que ascendemos aparece el mojón que marca la cima. Ahí mismo arranca otra carretera, mucho más estrecha que nos lleva al Mirador de Alisas. La inmensidad de la montaña ante nuestros pies. Nuestra recompensa ha merecido la pena.
Reportaje completo en 1001puertos.com
Fotos: 1001puertos.com
Nacido en Madrid el 2 de abril de 1986, Jorge Matesanz ha pasado por ser fundador y director de proyectos como Revista Desde la Cuneta, Tourmalet Magazine o High Cycling, además de colaborar en otros proyectos como Palco Deportivo, Plataforma Recorridos Ciclistas o Con el Plato Pequeño. Tras más de 15 años dentro del mundo del ciclismo, llega el momento de fundar Le Puncheur junto a Sergio Yustos y seguir acercando artículos de opinión, casi siempre sobre ciclismo profesional.