La génesis de aquel Gewiss de 1994
¿De dónde vinieron estos tipos? ¿Quiénes son estos del maillot celeste? Estas, entre otras muchas, fueron las preguntas que se hicieron o debieron hacerse los integrantes del mundillo ciclista. Además de los aficionados a este deporte, durante la primera mitad del año 1994. La irrupción de un nuevo patrocinador italiano en aquel pelotón de mediados de los noventa no debería ser tampoco ninguna sorpresa. El ciclismo transalpino estaba en un buen estado de salud por aquel entonces, y contaba con varias escuadras a primer nivel. No obstante, habría que remontarse unos años atrás para ver por primera vez el patrocinio de la marca Gewiss en un maillot ciclista. Por cierto, una empresa dedicada al mundo de la ingeniería eléctrica y que a día de hoy resulta ser de gran relevancia en su sector.
En 1987, primer año sin Bernard Hinault en el pelotón, para que sirva de referencia, se presenta el conjunto Gewiss-Bianchi, heredero de la estructura del Sammontana, un equipo en el que predominan los ciclistas italianos. Entre ellos una de las grandes figuras del momento Moreno Argentin, además de los Pagnin, Martinello o Paolo Rosola. Con Il Furbo brillando en las clásicas y el propio Rosola en las volatas masivas, hicieron acopio de grandes resultados. En un proyecto que fue posteriormente diluyéndose en otras estructuras, finalizando el patrocinio por parte de Gewiss en 1989. De igual manera se hicieron célebres por el abandono masivo en mitad de la Vuelta Ciclista a España de 1987, supuestamente por una intoxicación. Aunque todo apuntaba a la cercanía en el calendario del Giro, su gran objetivo de la temporada.
Cuatro temporadas después, en 1993, el que fuera ciclista profesional en la década de los ochenta, integrando varias estructuras de primer nivel, incluido aquel pretérito Gewiss que nada tenía que ver con este, Emanuele Bombini toma la dirección deportiva de un nuevo conjunto de bandera italiana denominado Mecair-Ballan en su primera campaña dentro del ciclismo profesional. En esa temporada, además de Argentin, que también es parte de esta plantilla y sigue atesorando victorias, brilla con luz propia un ciclista procedente de la extinta Unión Soviética.
Concretamente, de Letonia, Piotr Ugrumov, que es capaz de poner contra las cuerdas nada menos que a Miguel Induráin en el Giro de Italia. También del renovado este de Europa, aparecen como debutantes en el profesionalismo dos ciclistas rusos que darían bastante que hablar meses después: Vladislav Bobrik y Evgeni Berzin. Aquel año iba a finalizar con polémica en el seno del Mecair-Ballan, debido a unas duras acusaciones del que fuera médico del equipo Walter Polini, en las que aseguraba que varios de los integrantes de este conjunto formaban parte de prácticas vinculadas con el dopaje y más concretamente con el doctor Michelle Ferrari.
Unos inicios imposibles de igualar
En la temporada de 1994, el histórico Ariostea de Giancarlo Ferretti dejaba de formar parte del pelotón ciclista después de muchas temporadas de protagonismo. Varios corredores de gran nivel que acababan contrato en esta escuadra como Giorgio Furlan, Bruno Cenghialta y Bjarne Rijs pasaron a formar parte del que iba a ser el nuevo monstruo que comenzaba a emerger en el ciclismo transalpino. La empresa Gewiss retornaba a la esponsorización ciclista y pasaba a vincularse con el equipo de Bombini, dando lugar al Gewiss-Ballan.
Desde principios de aquella temporada se pudo ver que los hombres de la Gewiss iban a ser protagonistas principales de algunas de las mejores carreras del calendario internacional. Un nombre propio iba a brillar por encima de los demás en aquellos primeros meses de la campaña ciclista. Giorgio Furlan, que ya había cosechado resultados interesantes en años anteriores con el Ariostea, comenzaba el año de forma fulgurante con triunfos en la Settimana Coppi & Bartali y en Tirreno Adriático, donde se adjudicó la clasificación general. Todo ello como antesala de su gran victoria de la temporada, la Milán San Remo.
La primera gran clásica del año fue a parar al palmarés del conjunto Gewiss después del providencial ataque de Furlan a apenas cien metros de coronar el Poggio, que le hizo tomar el impulso necesario en el descenso para llegar en solitario a la línea de llegada y romper un sprint masivo por el que muchos de los participantes suspiraban, entre ellos los Cipollini, Zanini o Baldato.
Una gran concurrencia la de aquel día en San Remo, en donde incluso estaba el propio Miguel Induráin, y en la que Furlan, a pesar de llegar en un estado de forma formidable, no contaba en el primer escalón de favoritos al triunfo de cara a la prensa. Aunque sí para muchos de sus compañeros de pelotón. El conjunto italiano realizó un trabajo sensacional para conseguir el triunfo, destacando la figura del ruso Evgeni Berzin. Con este triunfo en San Remo, llegaba la primera de las varias clásicas que el equipo Gewiss iba a conquistar esa temporada.
Dominio absoluto en las Ardenas
Poco menos de un mes más tarde y pasadas ya las clásicas adoquinadas, llegaba la cita con las célebres carreras de las Ardenas. En este caso con la decana de las clásicas, la Lieja-Bastoña-Lieja. Lo que se pudo presenciar en aquellos días en las carreteras belgas daría para hablar mucho tiempo debido a la rotunda exhibición que brindaron los ciclistas del Gewiss-Ballan. Se hablaba bastante de Tony Rominger como gran favorito al triunfo, siendo la Lieja una prueba que siempre estuvo en la cabeza del suizo. Aunque era varios los llamados a pelear por el triunfo, esta vez sí resaltaba entre ellos el italiano Furlan, bien asesorado por una de las grandes leyendas en este terreno, Moreno Argentin.
Gianni Bugno, que había ganado días antes en Flandes, Claudio Chiappucci o el entonces moldavo Andrei Tchmil también formaban parte de ese elenco de futuribles vencedores en la carrera belga. Y fue el ciclista helvético del conjunto Mapei quien hizo más por intentar vencer en esta carrera desplegando su equipo una estrategia ofensiva. Pero la mala suerte se iba a cebar con él a falta de 7 kilómetros para el final, rompiendo un radio de su rueda trasera y perdiendo todas las opciones al triunfo después de haber movido la carrera previamente en el Col de Stockeu.
Este hecho fue aprovechado por el joven ruso de Gewiss, Eugeni Berzin, que lanzaba un potente demarraje para llegar en solitario a la meta situada en Ans con una ventaja de más de 1 minuto y medio sobre el siguiente clasificado, Lance Armstrong, en su primera versión ciclística por entonces de arco iris como campeón del mundo meses antes en Oslo y muy criticado por Chiappucci por no querer colaborar en la persecución en ningún momento. El podio lo completaría Giorgio Furlan en otra jornada inolvidable para la escuadra italiana. Una autentica exhibición de Berzin en pocos kilómetros que iba poniendo en aviso a sus futuros contrincantes respecto a lo que iba a llegar apenas un mes después en el Giro de Italia.
Apenas tuvieron que pasar 3 días para volver a ver otra puesta de escena fuera de concurso por parte del Gewiss-Ballan. Probablemente estemos ante la mayor muestra de superioridad en la historia de la Flecha Valona, que sin ser uno de los grandes monumentos, forma parte de un estatus de gran relevancia dentro del calendario ciclista internacional. En aquel 1994, se disputó por primera vez en la semana que comprende entre la Lieja-Bastoña-Lieja y la Amstel Gold Race, lo que se conoce en global como el tríptico de las Ardenas.
Obviamente y viendo los antecedentes, ciclistas como Furlan o el veterano Argentin contaban entre los favoritos, pero era difícil de imaginar un escenario de tal magnitud superior en las filas de un solo equipo. En la segunda ascensión de la jornada al célebre Muro de Huy, a más de 70 kilómetros para el final de la prueba, el tridente de Gewiss, Berzin, Furlan y Argentin puso tierra de por medio para no dejar dudas de su superioridad, y fueron rodando durante gran parte de la escapada con 1 minuto y medio de ventaja. Una exhibición de fuerza y potencia, que en aquel entonces no despertaba tanta polémica, eran otros años.
Pero que visto con la perspectiva del tiempo obviamente se pueden hacer otro tipo de lecturas. Además, las declaraciones de Michelle Ferrari días después de esta carrera comparando la EPO (aquellas siglas que tristemente marcaron una época en este deporte) con el zumo de naranja tampoco iban a ayudar en exceso a las sospechas que de forma tímida comenzaban a aparecer en torno a la escuadra italiana. No obstante, Moreno Argentin fue el elegido entre los 3 de Gewiss para pasar en primer lugar y vencer su tercera Flecha Valona en la temporada en la que iba a colgar la bicicleta, le siguieron Furlan y Berzin en aquel podio copado al completo de color celeste.
El colofón en Lombardía
Después de una primavera con unos resultados al alcance de muy pocos equipos a lo largo de la historia, y el increíble triunfo de Eugeni Berzin en el Giro de Italia, venciendo a Miguel Induráin y a un joven llamado Marco Pantani, parecía que la estructura dirigida por Emanuele Bombini no podía llegar a cotas más altas, pero Piotr Ugrumov se empeñó en intentar destronar a Induráin en las carreteras del Tour de Francia venciendo en dos parciales y quedando en segundo lugar en la clasificación general, siendo esta vez el navarro muy superior en la que iba a ser su cuarta Grande Boucle consecutiva.
En lo que respecta a las clásicas, el cierre de temporada para los intereses de Gewiss-Ballan no pudo ser mejor, adjudicándose también el ultimo monumento de la campaña, el Giro de Lombardía. En este caso volvía a hacer acto de presencia el otro joven ciclista ruso de esta historia, Vladislav Bobrik. Un corredor con mucho menos talento que su compatriota Berzin, pero que aquella temporada supo aprovechar algunas oportunidades para obtener resultados interesantes, aunque su obra maestra, con diferencia, fue este Giro de Lombardía, subiendo a un nivel que luego nunca pudo recuperar ni de lejos a lo largo de su trayectoria profesional.
Bortolami, en vísperas de proclamarse vencedor de la Copa del Mundo, Rominger y Fondriest eran las tres figuras con mayor favoritismo de cara al triunfo, quedando en un escalón más bajo otros corredores como Chiappucci o Furlan. En ningún caso aparecía en este listado el ruso Bobrik, quizá más enfocado a priori en labores de equipo. Por el contrario, el ciclista de Gewiss iba a conseguir filtrarse en la escapada definitiva cuando restaban 40 kilómetros para la llegada ubicada en Monza. En los metros finales, ante Pascal Richard y Claudio Chiappucci el corredor ruso iba a demostrar una superioridad insultante en el sprint para vencer el que por entonces los italianos denominaban el Mundial de Otoño.
De esta forma, el conjunto Gewiss-Ballan, cerraba una sorprendente y sensacional campaña, en donde fueron protagonistas de una forma u otra en prácticamente todos los escenarios en los que estuvieron presentes, aunque ciertamente el paso del tiempo y de los acontecimientos posteriores nos hacen ver este tipo de gestas de tal superioridad con un lógico recelo.
Fotos: Sirotti
Alberto Díaz Caballero es madrileño y uno de los puntales de Le Puncheur. Anteriormente, había participado también en High-Cycling, así como en otros proyectos como Road & Mud y Planeta Ciclismo. Sobre historia, sobre actualidad o sobre cualquier tema. Un todoterreno del ciclismo que transmite conocimiento y pasión en cada texto.