Esto no es Anatomía de un Instante, de Javier Cercas. O las Inteligencias Múltiples, de Gardner. Durará menos que un libro, prometido. Calará menos que una teoría, o eso espero. Sí, es turno para hablar de Enric Mas, aunque esta vez con las moralejas de trasfondo y la esperanza como salvapantallas. El miedo al volante y vencer como una estación lejana cuando se cruza un esloveno por el camino. Van Aert muta en escalador cuando el maillot de Movistar deja el azul para convertirse en semáforo rojo. Quien da primero, da dos veces, dicen. En el entretiempo pasa la vida, los trenes, las estaciones. ¿Y el destino? Llegará cuando cierres los ojos y despiertes en el mundo del mañana. El final de la vía y del camino. Lazkano recogiendo el carné de Flandrien en las televisiones europeas. Enric esperando.
Cuando la voluntad necesita un empujón y no lo tienes, el Gran Despertar termina por languidecer, por evaporarse en forma de nubes de calma y silencio. El preludio a veces de tsunamis y revoluciones internas. Otras como quietud, la nada, que es la peor de las noticias cuando no se tiene nada. Y cuando no se tiene nada, no se tiene nada que perder. El optimismo. Decisión propia o ajena, el movimiento de Enric Mas fue celebrado tanto por detractores de Movistar y todo su ecosistema como por los amantes de la eme. Dos emes llevan al M&M, que se deshace en tu boca. Como Einer y Nairo, azucarillos inexistentes para colaborar con la causa Enric. Recuerda a las fotos que un famoso le pide a otro y en la que ambos ponen cara de ser el famoso de la foto. Fichar y largarse a las nueve. Nadie se acuerda de un casco más si no perteneces a Visma o al cuerpo de bomberos.
E1: La elaboración
Grupo de retales, de abandonados por el destino a un cajón desastre donde caben gregarios, conformistas y valientes sin piernas. Una especie de reality que sustituye a Two Yupa por Joao Almeida y a Nacho Vidal por Vlasov en celebración de la renovación de sus nupcias con Bora. Recorrido sin descanso, con más trampas que la prueba de las zamburguesas de Humor Amarillo y todos al son de Pogacar, Sivakov y Marc Soler. El movimiento azul debió ser el juego de chapas de siempre: escapada con representación singular o plural, movimiento por detrás y enlace con los compañeros. La de Perico en Luz Ardiden. La de Escartín en Piau Engaly. O la de tantos y tantos casos que han quedado en la retina. El problema: la preocupación por perderlo todo.
Porque pensar que tener un 5º puesto en la Volta es tener algo es el primer error. Porque eso es no tener nada. Y cuando no se tiene nada… ah, que ya lo había dicho. Donde no se llegue por talento, que se llegue por listo, por pillo, por… El país antes conocido como Italia podría dar una lección sobre todo ello en su faceta deportiva. Ese nivel de competitividad es el que deberían lucir ciertos equipos que con el giro de La Tierra se han quedado en fase de penumbra. Si miramos a la historia con atención, el nihilismo sólo le ha servido a Nietzsche. Y habría que preguntarle a toro pasado.
Por tanto, la de siempre, vivir a la expectativa para no cumplir con ella. Cual político con su palabra. Siempre en estado de espera, que recitaría la canción. Las naves se queman cuando no hay naves para quemar. Sin arriesgar no hay movimiento, y sin cambio no hay cambio. 2+2 suman 4 en ambos hemisferios, los terrestres y los cerebrales. Habrá fórmulas, habrá escenarios. Pero no los vimos. Por las grietas entra la luz. Siempre hay un halo, un recoveco, algo.
E2: Cuando la armonía camina a paso cambiado
No podemos cambiar a las personas. Ni siquiera a las que sufrieron el efecto 2000. Enric Mas no es culpable porque su pie no encaje en el zapato de Cenicienta. Pero el reloj puede cambiar las horas y las agujas el sentido de circulación para adaptarse a tu forma al mundo objetivo. Gente lo adelanta para llegar a tiempo. Cuando se inicia un ataque se debe pensar en el dónde, también en el cuándo y, por supuesto, en el cómo. O dejar de pensar en todo ello y recurrir a la más simple intuición, que es otra opción. En lo improvisado a veces surge la belleza. Es más, casi siempre surge más ahí que en el cálculo extremo.
Si había cálculo de ataque en el penúltimo puerto de la penúltima etapa, nunca lo sabremos. De haberlo habido, no cotizaba que el líder, un tal Eddy Pogacar, iba a poner tierra de por medio tarde o temprano. Qué bonito marcharse con él, aún a expensas de reventar en la última cuesta, henchido, con la batalla como anécdota para narrar a los nietos. Pero no. Se esperó a que el caballo galopara bien lejos. Egan Bernal, en este caso el rival, estaba agarrado a un bote salvavidas llamado Mikel Landa. Juntos remontaron todas las dificultades a carretera abierta. Ambos lucharon por mantener un pulso imposible. Hazlo o no lo hagas, dirían algunos; lo importante es participar, otros.
La cuestión es que la maniobra de Enric Mas pilló tarde. Cuando la orilla se alejaba más cada vez y nadar en mar abierto era garantía de que te llevase la corriente. Pero lo intentó, y hay mucho valor en intentarlo. Las fuerzas regaladas son mera anécdota. Por algún sencillo motivo, entrenar las contrarrelojes ayuda a rodar en solitario. Ya sea cronometrando, ya sea persiguiendo a enemigos que en la lejanía parecían hormigas y de cerca tenían patas de gigante. En el mundo de los iguales que corren a varias estelas de Pogacar y Vingegaard, esta pelea homogénea, cuando sucede, es bien entretenida, que no es lo habitual.
E3: El durante y las dudas
Se hizo largo el tramo. También el sufrimiento final. Alcanzada la localidad de Berga, la bicicleta se empinó como si de un despegue se tratase. El zigzag a través de la localidad barcelonesa permitió al balear saborear el perfume de sus antecesores en la carrera. El gentío rugía al paso de las estrellas del ciclismo y a lo lejos escuchaba y veía la algarabía en forma de pasillo que se formaba ante Landa y Bernal. También al de Enric Mas, más querido de lo que se puedan pensar él y su equipo. Pero los enemigos vienen bien para vivir de las excusas y de no ponerse delante de algún espejo que no sea el de la bruja de Blancanieves, ése que te da siempre la razón.
El durante se hizo largo, decíamos. Pero fue un largo bonito, donde se vio al líder del Movistar remar para acercarse primero y remar para que la corriente le devolviese a la mitad del océano. Así, entre olas y tiburones mentales que retrasaban más que empujaban, el mallorquín supo mantenerse a flote cual Rose en la tabla del Titanic (Jack cabía en la puerta flotante), y eso ya de por sí es un gran mérito. No es fácil embarcarse (más vocabulario náutico) en empresas de ese estilo con cero garantías de tocar orilla. Se lanzó a la piscina y ganó, el toro de los sueños no corrió más que él, pese a que ese australiano llamado Chris Harper cerca anduvo de darle alcance en los estertores de un duro día, el más en la carrera de Egan Bernal, y mira que él los ha tenido, más en los últimos tres años de resurrección.
E4: El resultado y las reflexiones
¿En qué se mide el resultado? ¿A qué huelen las nubes? Si miramos a los números, Enric fue quinto clasificado de la general final. Subió una posición con su movimiento. De haber permitido circular en grupo sin ese salto, quizá Lenny Martínez hubiese resistido mejor. Pero con la virtud de haberse lanzado en tromba en busca de agarrar las oportunidades, la batalla pasó a ser a pecho descubierto. No había cartas bocabajo, no había ninjas ocultos tras cortina alguna. Todos con sus fuerzas, todos remando a brazo partido. La batalla fue hermosa y Enric Mas no fue una víctima, sino un verdugo. Ganó un puesto y fue uno de los nombres del día. ¿Suficiente? ¿Qué más podría haber hecho? ¿Y logrado? Victoria de etapa, no. ¿El podio? Bernal estaba muy fuerte. Cuando huyes del mal destino, pedaleas mucho más fuerte, las montañas no son tan altas.
Si valoramos las sensaciones, el resultado es mucho mejor. Sobre todo porque el despegue tuvo aterrizaje. Hubo consistencia, hubo respuesta y el corredor pudo dar la cara, aunque no se la partieran del todo. Fue una actuación digna. Tardía, seguro, porque de haberse anticipado a todos los tejemanejes de la etapa, todo hubiese sido diferente. Lo saben hasta quienes controlan los hilos de este ciclista vestido de azul esperanza. ¿O era verde? Verde, verdad, la realidad es que Enric Mas hizo una buena etapa, es algo objetivo, y demostró que querer es poder. Al menos para intentarlo. Después ganar o alcanzar el objetivo es bien distinto.
Al igual que aprendió el propio Egan Bernal en la subida a los Lagos de Covadonga de 2021, en plena Vuelta España, mejor ir por delante y tener la ventaja que al revés. El colombiano se anticipó, lanzó su ataque y fue alcanzado en la última recta por unos perseguidores a los que de otra manera no hubiese podido seguir. Anticiparse y llevar la iniciativa significa también llevar la batuta, la pauta y que otros se adapten a tu forma de correr en lugar de al revés. Ante corredores como Pogacar, poco o nada hay que hacer, pero ante el resto de rivales por el podio final, la táctica debió ser distinta. El ataque estuvo bien, pero quizá se debió lanzar en el Coll de Pradell, o haber insertado a alguna baza intermedia para hacer de puente en la escapada. Sí, el UAE dio poco margen. Pero Movistar dio mucho menos aún.
Fotos: Getty / Movistar
Nacido en Madrid el 2 de abril de 1986, Jorge Matesanz ha pasado por ser fundador y director de proyectos como Revista Desde la Cuneta, Tourmalet Magazine o High Cycling, además de colaborar en otros proyectos como Palco Deportivo, Plataforma Recorridos Ciclistas o Con el Plato Pequeño. Tras más de 15 años dentro del mundo del ciclismo, llega el momento de fundar Le Puncheur junto a Sergio Yustos y seguir acercando artículos de opinión, casi siempre sobre ciclismo profesional.