A estas alturas creo que nadie alberga dudas de que el ciclismo de carretera es un deporte en el que se asumen riesgos de diversa naturaleza. El primero, la práctica propiamente dicha, nunca exenta de caídas de diversa índole. El segundo, “la convivencia” con el tráfico rodado y los peatones una vez en carretera. Ahí están las estadísticas. Otro riesgo más depende de las rutas que se tomen, sobre todo por las pendientes que nos encontremos, la velocidad, sobre todo en las bajadas, etc. Luego llegamos al deporte de competición, en el cual se meten todas esas circunstancias como en una coctelera y … sálvese quien pueda. Solemos concluir que demasiadas pocas cosas pasan.
Si todo lo anterior pudiera parecer poco, el ciclismo de rendimiento y/o de competición suele andar en la búsqueda del eslabón perdido, en la persecución del tesoro que puede suponer la mejora del rendimiento para sobresalir por encima de los demás, de los rivales a los que se enfrentan en las diferentes carreras y carreteras por todo el mundo. El ciclismo siempre ha tratado de trabar alianzas con la ciencia en búsqueda de la piedra filosofal que contribuya a que los deportistas logren los mejores resultados posibles y todo lo que ello conlleva, sobre todo a nivel de ganancias económicas, publicitaria, fama, etc.
El ciclismo de alto nivel crece cada día, los equipos cuentan con estructuras cada vez mayores, con más medios humanos, técnicos, mecánicos. Y, claro, cada vez es todo más caro, por lo que la necesidad de mayores ingresos ha de ir intrínsecamente ligada a todo lo anterior, ergo … hay que buscar debajo de las piedras para rentabilizar la inversión como sea.
Durante el pasado Tour de Francia empezó a oírse el runrún de que, al parecer, algunos equipos World Tour (se hablaba de UAE Team Emirates, Visma – Lease a Bike e Israel Premier Tech) están recurriendo a una novedosa técnica para la mejora del rendimiento de sus ciclistas. Se trata, según algunas publicaciones que salieron a la luz mientras discurría el Tour, de la inhalación de monóxido de carbono.
En principio puede chocar o parecer mentira, pues es bien sabido que la inhalación de CO puede llegar a ser mortal. De hecho, según las estadísticas con las que cuenta la Sociedad Española de Neumología Torácica, el número de muertes en nuestro país por la inhalación de dicho gas asciende a unas 125 cada año. La época invernal suele ser la más acusada debido al más elevado uso de la calefacción en los hogares y los problemas que ello puede causar por mal funcionamiento de los sistemas o por errores en su correcto manejo.
Preguntados Pogacar y algunos miembros de su equipo técnico y del Israel Premier Tech, las respuestas nunca fueron claras ni concisas, pero dejaron claro que algo hay, aunque centran las contestaciones en que usan la técnica para hacer estudios de diversos valores fisiológicos de sus ciclistas al inicio y al final de las concentraciones en altitud, no para mejorar el rendimiento.
Todos comprobamos día tras día cómo las concentraciones en altura son cada vez más numerosas, más comunes, más duraderas en el tiempo. La ciencia ha dejado bien demostrado los beneficios que ese tipo de entrenamiento tiene en las adaptaciones del organismo de los deportistas y su utilización en la mejora de los resultados deportivos. Ahora, parece ser, están tratando de complementar ese recurso con la inhalación de CO, que también estimula la secreción de EPO, el aumento del glóbulos rojos, volumen plasmático, la masa de hemoglobina total y el VO2max. De esta forma, se podría concluir que esta nueva técnica podría conseguir los mismos, o similares, resultados que el entrenamiento en altura, pero sin el coste económico y logístico que suele suponer el traslado a los habituales puntos de entrenamientos en altura. Todo ello, además, sin sufrir los típicos efectos deshidratantes típicos de la altitud.
¿Les suena el término ganancias marginales o marginal gains? Lo puso de moda el equipo Sky cuando lograron erigirse como un equipo referencia, acostumbrado a hacerse con la victoria en muchas de las mejores competiciones ciclistas a nivel mundial. Pues en eso sigue el mundo del ciclismo, tratando de lograr la pócima mágica para derrotar al prójimo.
La técnica de la que venimos hablando no está prohibida, por lo que su utilización es lícita, legal. No obstante, varios organismos tienen la intención, y, por supuesto, la obligatoriedad, de estudiarlo a fondo para, probablemente, minimizar riesgos y potenciales incidentes de cara al futuro. En la actualidad, parece lógico que los equipos ciclistas estén tratando de sacar provecho de la situación actual antes de una posible prohibición de su uso.
Esa ha venido siendo una costumbre en un deporte tan exigente y, a la vez, tan controvertido, acostumbrado a jugar sobre la delgada línea roja que separa “el bien del mal”, la legalidad de la ilegalidad, a coquetear a menudo dentro las zonas grises del mundillo y la reglamentación en vigor. Ya pasó con el uso de EPO, de las transfusiones de sangre, etc. Yo no puedo evitar acordarme de ciclistas como Tyler Hamilton, Jan Ullrich, Jörg Jaksche y otros (muchos) deambulando por Madrid o Valencia tras haber vistos bolsas con su sangre colgada en perchas de apartamentos clandestinos o habitaciones de hotel … Parece surrealista, distópico, pero es una realidad en la que un deporte tan bello ha estado viviendo durante demasiado tiempo. Mientras escribo esto me parece que se está camino de revivir tiempos pasados.
Muchos pensamos que tras 1998 el ciclismo iba a cambiar. Lo volvimos a pensar tras los hechos ocurridos en Madrid durante la disputa del Giro de Italia de 2006. Operación Puerto le llamaron. Ignoro en qué acabará todo esto, pero me gustaría que todos los estamentos obraran en consecuencia y se opte, de una vez por todas, por luchar por un deporte limpio, por un ciclismo sano (en la medida de lo posible, pues todos sabemos que el ciclismo de alto rendimiento es de todos menos sano) y por una lucha en la que la cordura y la ética brillen por su presencia.
Soy Fran Aguilera Moreno. Apasionado del ciclismo y Entrenador Nacional. Trataré de mostrar lo guay del ciclismo y sus cosas.