Super Prestige 84 y Sean Kelly

¿Os imagináis que una liga de fútbol se decidiera a un solo partido? Pensaríamos que todo dependería del azar, de una jugada difícil de planificar y prever. Así nos sentimos algunos aficionados con el campeonato del mundo de ciclismo. ¡Ojo! No nos confundamos, esto no significa que no disfrutemos de esa carrera (que, en los tiempos que corren, es de las pocas que realmente merece el apelativo de “fondo”), pero suele ser poco representativa de la constancia y regularidad de un corredor durante toda la temporada. Afortunadamente, este año el mejor corredor de la temporada ha coincidido con el ganador del campeonato del mundo, aunque esto no suele ser lo habitual.

En el pasado, existía una especie de «liga» en el ciclismo, que se extendía durante toda la temporada y puntuaba carreras de un día, carreras por etapas y grandes vueltas. Era el Super Prestige Pernod.

El Super Prestige Pernod fue creado en 1958 por el señor Couvrard, responsable de promoción de la empresa Pernod, una bebida muy popular en el sur de Francia con sabor anisado. Se organizaban tres modalidades:

  • Promotion Pernod: para corredores franceses menores de 25 años.
  • Prestige Pernod: exclusivamente para corredores franceses.
  • Super Prestige Pernod: para corredores de todo el mundo, considerado un campeonato del mundo por puntos de facto.

En 1987, debido a la prohibición de la publicidad de alcohol en el deporte francés, se puso fin a esta interesante modalidad, la cual muchos seguimos echando de menos.

El origen de este peculiar campeonato se remonta a 1948, con la Challenge Desgrange-Colombo (en honor a los fundadores del Tour y el Giro). Estaba gestionada por tres periódicos: L’Équipe, La Gazzetta dello Sport y Het Nieuwsblad, y englobaba pruebas como: Milán-San Remo, París-Roubaix, el Tour de Francia, el Giro de Lombardía, el Tour de Suiza, Lieja-Bastoña-Lieja, la Vuelta a España, el Tour de Flandes, entre otras.

En 1958, Pernod tomó el relevo. Como los lectores pueden constatar, era realmente un campeonato del mundo oficioso, con su propio maillot (una franja arcoíris vertical).

El primer ganador del trofeo fue Henry Anglade, con 15 puntos de ventaja sobre Roger Rivière y 50 sobre Rik Van Looy.

El récord de victorias lo tiene Eddy Merckx, quien ganó siete ediciones consecutivas, de 1969 a 1975. Sin embargo, hoy nos ocupa otro ilustre vencedor, el que podríamos considerar el “trabajador incansable” del ciclismo, del que se decía que hacía más kilómetros en las etapas de montaña que nadie, porque solía subir zigzagueando cuando la pendiente se empinaba severamente: Sean Kelly.

Sean (versión irlandesa de su nombre oficial, John) ganó el Super Prestige Pernod en tres ocasiones:

  • 1984: con 145 puntos de ventaja sobre Bernard Hinault.
  • 1985: con 21 puntos de ventaja sobre Phil Anderson.
  • 1986: con 250 puntos de ventaja sobre Greg LeMond.

Sin duda, su temporada más completa fue en 1984 (aunque no fue hasta 1988 cuando ganó su única Gran Vuelta). Repasemos todos los triunfos que consiguió ese año:

  • París-Roubaix.
  • Lieja-Bastoña-Lieja.
  • París-Niza (dos etapas).
  • Itzulia (tres etapas).
  • Volta a Catalunya (cuatro etapas).
  • Critérium Internacional (tres etapas).
  • Una etapa en la Vuelta a Suiza.
  • Gran Premio de Plouay.
  • París-Bourges.
  • Critérium des As.
  • Tour de Berna.
  • Gran Premio de Aix-en-Provence.

Como se puede ver, una temporada llena de éxitos desde principios de año hasta su fin. Muchos opinamos que, si no hubiese sido tan pesetero (provenía de una familia modesta de campesinos irlandeses) y hubiera planificado mínimamente sus picos de forma, probablemente habría tenido mucho más éxito en las Grandes Vueltas. Ese mismo año fue quinto en el Tour de Francia.

Kelly ganó repetidas veces cuatro monumentos (tres Giro de Lombardía, dos París-Roubaix, dos Milán-San Remo y dos Lieja-Bastoña-Lieja), y fue segundo en el Tour de Flandes en tres ocasiones (la primera en 1984, el año que nos ocupa).

En nuestro país, muchos han intentado comparar a Kelly con Valverde, sin duda otro grande, pero con una menor diversidad en la cantidad y calidad de sus triunfos.

Sin duda, Sean Kelly merece su apodo: ¡Sean «King» Kelly!

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