Los dos principales puntos de disenso entre los dos nuevos bloques conformados en el año 2005 (por un lado, la alianza Equipos-UCI y por otro los organizadores de las tres grandes rondas nacionales) eran: El primero, la cantidad de escuadras que conformarían ese UCI Pro Tour. Y el segundo, y seguramente más importante, el cómo se efectuaría el reparto de los derechos televisivos.
Sobre la cantidad de equipos que conformarían ese UCI Pro Tour, los organizadores de las tres grandes rondas disponían de un argumento sibilino. Razonaban que, de cara al interés deportivo, era mejor que el UCI Pro Tour no lo conformasen un número excesivo de equipos. Que hubiese posibilidad de ascensos y descensos. Que eso añadía mucho más interés a la competición. Que no era justo que las carreras y equipos que se quedasen fuera de ese Pro Tour se les condenara casi al ostracismo. Había que motivar a esas escuadras con la posibilidad de ascender a la élite. De la misma manera, y para que los que ya estaban instalados en la élite no se acomodasen, había que instaurar la posibilidad de un descenso, para que así todos “espabilasen”.
Rebatiendo esos argumentos por parte de los equipos, era el propio Manolo Saiz el que argumentaba lo siguiente: “Las tres grandes quieren catorce equipos en la salida y disponer de ocho wild card. Eso es inaceptable porque lo que pretenden es perpetuar su poder sobre los equipos. Gracias al Pro Tour los equipos hemos ganado poder y ahora hay un reparto de fuerzas más equilibrado. Cuando por primera vez los equipos tenemos cierta fuerza las tres grandes han sacado los pies del tiesto y están dando muestras de un enorme egoísmo. Yo defiendo que el ciclismo tiene que mejorar en general, pero a ellos solo les preocupa su negocio. Siempre están poniendo condiciones y hasta ahora los equipos se las habíamos aceptado todas. Lo que es inaceptable es que pretendan disponer de ocho wild card. Porque si fuéramos solo catorce equipos, estaríamos en manos de los organizadores y no tendríamos fuerza alguna. La gente se tendría que preguntar por qué en su día Jean Marie Leblanc y Carmine Castellano, directores generales de Tour y Giro en su momento, votaron a favor del UCI Pro Tour. Si luego sus empresas, cuando ya estaba todo en marcha, cambiaron de opinión, no tenemos la culpa ni yo ni Verbruggen”
Referido al tema de los derechos televisivos, era el entonces presidente de Amaury Sport Organisation, organizadora del Tour, Patrice Clerc, el que señalaba lo siguiente: “Detrás del UCI Pro Tour también parece que se esconde el objetivo de cambiar las reglas del juego en cuanto a la comercialización del marketing de las competiciones. Nosotros tenemos claro que los derechos de televisión de las carreras son nuestros y no vamos a aceptar ni el concepto de licencia para organizar ni la idea de que tengamos que estar obligados a crear una empresa conjunta para repartir los derechos de televisión”
El enfrentamiento entre las dos partes era muy enconado. Se llegó a hablar hasta de una posible ruptura del ciclismo profesional, tal y como hasta entonces se había desarrollado. A la pregunta de si era viable un UCI Pro Tour sin que en él estuviesen ni las tres grandes rondas nacionales ni ninguna de las otras pruebas que estas empresas organizaban por entonces, esta era la respuesta del técnico del en aquel momento denominado Liberty Seguros Manolo Saiz: “El ciclismo saldría ganando, seguro. Ahora parece que el ciclismo es solo las tres grandes vueltas y no es así. Hay una serie de países en pleno desarrollo que están interrelacionándose con el ciclismo mucho mejor que las tres grandes y en especial mucho mejor que Giro y Vuelta. El Tour siempre va a seguir siendo la gran carrera del ciclismo y no le afecta nada, pero al Giro y a la Vuelta sí. La Vuelta solo interesa a los equipos españoles y el Giro solo a los equipos italianos. Hay países, como es el caso de Alemania, donde el ciclismo está creciendo en muchos aspectos –público, popularidad, patrocinadores…–de forma fantástica y le puede venir muy bien que la Vuelta y el Giro estén fuera porque así sus carreras se pueden desarrollar y consolidar mejor”
Cuando a Saiz se le preguntaba si había unanimidad en el bloque de los equipos, o si había alguna voz discordante, el cántabro no tenía óbice en mandar un palito para José Miguel Echávarri: “Yo estoy en todas las reuniones de los equipos y nadie dice que haya cosas que deban ser cambiadas. Os están contando milongas. José Miguel Echávarri, y espero que no se enfade, es una de las personas que más corrillos hace en el ciclismo, pero jamás ha protestado en una reunión y a todo ha votado que sí. A mí no me vale que Echávarri o quien sea diga en un corrillo algo y que luego no diga nada en las reuniones. Los 20 equipos estamos unidos y estamos de acuerdo en el Pro Tour”.
Y en esto que llegamos ya por fin al mes de septiembre de 2005. Con él, el Mundial de Madrid… y el congreso de la UCI. Seguramente, el congreso más turbulento de la historia de este organismo rector del ciclismo internacional. En ese congreso se iba a votar el sucesor de Verbruggen al frente de la UCI. Contendían Gregorio Moreno y Pat McQuaid. Fue una de las elecciones más rocambolescas que se recuerdan.
El periodista Chema Rodríguez, en su “Contrapunto” semanal en el periódico META 2 MIL, presentaba estas elecciones con un clarificador titular: “Se vota el Pro Tour”. Decía así: “Y si en la vieja Europa la situación del ciclismo de base es preocupante, qué no será en continentes más pobres y con menos tradición ciclista, como América, Asia o África. Es fácil imaginarlo. Sin embargo, representantes de estos continentes, de este ciclismo poco desarrollado, son los que van a tener en su mano, o en su voto, el futuro del gran ciclismo profesional europeo, ése que mueve millones de euros cada temporada. Van a ser, los suyos, votos sin riesgo y con escaso criterio. Porque en estas elecciones lo que el ciclismo se juega es el futuro del Pro Tour y estos continentes no pintan nada en esta historia. Es como si los europeos decidiéramos sobre el presidente de la liga americana de béisbol. El sistema de votación no tiene sentido y el proceso electoral ha sido una verdadera vergüenza. El COI debería haber intervenido, pero sus dirigentes también pasan olímpicamente de estos turbios comicios. Gane quien gane, lo cierto es que el ciclismo de base no va a experimentar ninguna mejoría.»
Continuará…
*Puedes leer aquí la parte 5:
De guerras entre organizadores y equipos (parte V)
Raúl Ansó es pamplonés y cumple más de una década en proyectos como Road & Mud, Urtekaria, Desde la Cuneta, Planeta Ciclismo, High-Cycling y ahora Le Puncheur. El espíritu crítico y una visión siempre interesante sobre la actualidad, además de gran historiador del ciclismo.