Sí, sé lo que estáis pensando. ¿Closing weekend? ¿Qué nuevo concepto y estrategia de marketing nos trae hoy Ced? Nada, tranquilos, me lo acabo de inventar. Creía oportuno llamar así a un fin de semana que cierra el mes de la misma manera que tenemos el “Opening Weekend”, que da inicio al mes de marzo con dos clásicas como Omloop Het Nieuwsblad y Kuurne-Brussel-Kuurne. Para muchos, la temporada no empieza hasta que no se da el pistoletazo de salida a esas dos carreras; para otros, es un fin de semana que da paso a las clásicas de pavés, y para el resto, no deja de ser un fin de semana más dentro del calendario ciclista.
El “closing weekend” podría ser un buen nombre para ese fin de semana en el que se disputan la E3 Classic y la Gent-Wevelgem, que normalmente se celebran a finales de marzo. Pero dejando a un lado este concepto, que no tiene por qué llegar a ningún lado, pasemos a lo realmente importante en este fin de semana pedrusquero: Mads Pedersen.
El viernes, el ciclista danés hacía 2º en la E3 Saxo Classic, solo superado por la Mamba de Kapellen: Mathieu van der Poel, y, dos días después, lograba la victoria en la Gent-Wevelgem, su segundo triunfo consecutivo aquí y tercero ya en su carrera, igualando a auténticas leyendas del adoquín como Robert Van Eenaeme, Rik Van Looy, Eddy Merckx, Mario Cipollini, Tom Boonen o Peter Sagan. Solo estos siete corredores han ganado la Gent-Wevelgem en tres ocasiones, pero ninguno lo ha logrado cuatro veces. ¿Será Pedersen el primero en conseguirlo en los años venideros?
Este pasado domingo, los adoquines del Kemmelberg vibraron como pocas veces ante las pedaladas violentas, llenas de potencia y rabia, de Mads Pedersen, quien, en el segundo paso por una de las cotas más icónicas de esta carrera, dio el estacazo final a Campenaerts, Haller, Livyns y compañía para sentenciar la carrera cuando absolutamente nadie hubiera apostado por ello, por lo lejos que estaba de meta.

Desde 1985, solo cinco ciclistas han podido ganar en solitario, y ninguno había superado los siete kilómetros de travesía. Imaginad ahora lo que supone la aventura de 56 kilómetros que se ha pegado el bueno de Mads Pedersen. Lo que hizo este 30 de marzo de 2025 ya es historia del ciclismo. Palabras mayores, sí. Pero los números no engañan, la historia está ahí y el que fuera campeón del mundo en 2019 ha escrito con sangre, sudor y lágrimas su nombre en el Olimpo de los dioses del pavé.
Además, bendecido por los de arriba, el corredor del Lidl-Trek logró su 50ª victoria como profesional, y… ¿qué hay más bonito que lograrlo en uno de tus terrenos preferidos, donde salen a relucir todas tus características como corredor y en la que, para muchos, es la tercera clásica de pavé más importante del mundo, después del Ronde van Vlaanderen y la París-Roubaix?
Por cierto, ante los que intentan restarle mérito a la victoria de Pedersen en la Gent-Wevelgem porque no estaban Van der Poel ni Pogacar, tenéis mi permiso para contestarles: “pues que se hubieran presentado”.
Y es que jamás se le debería poner un asterisco a una victoria de 56 kilómetros en solitario en una carrera de 250 kilómetros de distancia, después de correr en todo el fin de semana 458 kilómetros en total. Aprovechar la ausencia de tus grandes rivales para ganar allá donde vayas también es una virtud a resaltar.
El viernes nos quedó claro que Van der Poel es el León de Flandes, pase lo que pase en De Ronde. El neerlandés muy probablemente acabará su carrera como el mejor clasicómano de todos los tiempos, habiendo superado casi todos los récords. Eso lo tenemos todos más o menos claro. Pero el domingo se confirmó que, a veces, en terreno divino también hay cabida para algún mortal, como Mads Pedersen, aka Mads Max.

Sin miedo a equivocarme, puedo afirmar que al 95 % de los aficionados nos gustaría verle ganar algún monumento antes de su retirada. Porque es obvio que el ciclismo le debe, como mínimo, un Ronde van Vlaanderen y/o una París-Roubaix (tres pódiums y otros dos top 10 como resultados más destacados hasta ahora).
De momento, su único pecado ha sido competir en la época de Van der Poel y Pogacar.
Tiene un Mundial, sí, y ese arcoíris asomando por las mangas de su maillot engrandece su figura como un gran gladiador pisando la arena de Roma ante un público enfervorecido ante su héroe.
Mientras tanto, sigamos disfrutando de este mortal de 1,80 m y 70 kg que se atreve a correr como un dios, que siempre da la cara y que pone todo su corazón para ofrecernos el mayor espectáculo deportivo posible.
Imagen de portada 📸 IG / cauldphoto

Nacido un 16 de septiembre de 1990, Cedric Molina Gómez ensalza la imagen del ciclista de sofá, pero eso no le ha impedido amar este maravilloso deporte como cualquier otra persona. De ser un aficionado de las Grandes Vueltas en sus inicios, gracias a Ullrich, a serlo actualmente y sobre todo de las salvajes y siempre locas clásicas, gracias a Van der Poel.