Conclusiones de Dauphiné: el Tour ve llegar a Pogacar

Tadej Pogacar no ha ganado el Critérium du Dauphiné. Lo ha conquistado. Lo ha moldeado a su antojo. Lo ha convertido en un ensayo general tan rotundo que deja poco margen para la imaginación de cara al Tour de Francia. A tres semanas del inicio de la Grande Boucle, el esloveno ha desplegado un ciclismo sin grietas, sin dudas, sin contemplaciones. Corre hacia ese objetivo como un T-Rex hacia su presa, haciendo temblar todo a su alrededor.

Tres triunfos de etapa, control absoluto en las jornadas de alta montaña, y la madurez de quien sabe que no hace falta aplastar siempre para dejar claro quién manda. En la última etapa, Pogacar eligió no canibalizar más. Dejó que la gloria de ese día la firmara otro. Y aun así, su presencia flotaba en el ambiente, inamovible, como un tótem.

Del amarillo fugaz al dominio esloveno

Antes del dominio de Pogacar, el Dauphiné empezó agitado, con un líder inesperado y español: Iván Romeo. El joven del Movistar Team sorprendió al gran público al vestirse de amarillo y dejó una de las grandes noticias para el ciclismo nacional. No solo lideró la carrera por un día: Romeo también logró una victoria de etapa con enorme personalidad, imponiéndose desde la fuga en uno de los días más duros del recorrido. Una actuación que le consolida como una de las grandes promesas del pelotón mundial y que da aire nuevo al equipo telefónico.

Pero pronto Pogacar impuso su ley. Cuando empezó la montaña, no hubo discusión: la general fue suya desde el momento en que quiso. Jonas Vingegaard, su gran rival, fue segundo a 59 segundos. Lo intentó, incluso se filtró en una fuga peligrosa. Pero cuando se encontró solo, sin aliados ni fuerzas de sobra, entendió que aquello no era su terreno. Florian Lipowitz (Red Bull-Bora) completó el podio a más de dos minutos y medio. El resto peleaba otra carrera.

Lenny Martínez, el zarpazo del talento

La última etapa regaló una historia de ambición y cabeza fría. Enric Mas, agresivo y valiente, seleccionó la fuga en el Col du Mont-Cenis. Solo tres hombres aguantaron su pulso. Uno de ellos, el francés de origen español Lenny Martínez, escondió las piernas hasta el momento justo. Cuando el balear fue a recoger un bidón, el galo aprovechó el instante, atacó sin mirar atrás, y voló hacia la victoria.

Martínez, del Bahrain Victorious, cruzó la meta en solitario, firmando su tercera victoria de la temporada. Fue un triunfo con aroma a consagración, de esos que se construyen con piernas y con instinto.

Mas, por su parte, acabó cediendo y terminó sexto etapa y séptimo en la general. Un resultado que deja buen sabor, aunque con la incógnita de si podrá mantener ese nivel tres semanas en julio. Movistar, al menos, se marcha del Dauphiné sabiendo que tiene algo que decir en el Tour.

Van der Poel, Bardet y los nombres que emocionan

La carrera también tuvo su cuota de épica paralela. Mathieu Van der Poel se probó en las primeras ascensiones del día final, coronando puertos y asegurando provisionalmente el maillot verde —aunque Pogacar acabaría arrebatándoselo—. Cuando supo que su papel estaba cumplido, levantó el pie. Elegancia pura.

Foto: A.S.O.

Y luego, Romain Bardet. El francés vivió su última jornada como ciclista profesional, arropado por el pelotón y por una afición que lo adora. No necesitó atacar ni buscar foco: su sola presencia fue suficiente. El ciclismo le rindió homenaje en una tierra que siempre fue suya.

Un Tour que ya se siente

Lo que deja este Dauphiné es mucho más que una clasificación. Pogacar no solo ganó Dauphiné. La controló. Decidió cuándo correr, cuándo frenar, cuándo mirar a Vingegaard con la calma de quien sabe que no necesita más. Fue una actuación sin fallos, sin esfuerzos innecesarios. UAE Emirates operó con precisión quirúrgica: ni un exceso, ni un error.

El ciclismo español, además, se marcha con motivos para sonreír: la ambición de Mas, el talento emergente de Romeo, y una presencia que vuelve a ser protagonista en las grandes batallas. Solo queda que Carlos Rodríguez rubrique un gran estado de forma que debería ir al alza en estas semanas hasta la ronda gala.

El Tour de Francia ya siente la respiración de Pogacar en la nuca. El esloveno ha afilado su espada y avanza con paso firme. Si no cambia nada, el próximo capítulo de su historia se escribirá en julio… en París.

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