Trail building, trabajando por un impacto positivo

Trail building, trabajando por un impacto positivo

Trail Building, para los de COU, podría significar «edificación o construcción de senderos», y así es como se denomina a las personas que nos ocupamos de adecentar el monte y crear senderos. Senderos que en mi opinión deben ser lo más naturales y respetuosos que se pueda. Este artículo viene a poner en valor estas figuras —y otras más— que, en la mayoría de los casos de forma desinteresada, han ayudado y ayudan a que el ciclismo como deporte haya crecido.

Porque para que el ciclismo (y los deportes en general) avance en su base, se necesita ese trabajo altruista. Pero ojo, no nos equivoquemos: tenemos que saber discernir qué es trabajo voluntario que redunda en beneficio de la comunidad y qué es hacerles el trabajo a las empresas. Vivimos en un mundo ultra capitalista que nos vende la meritocracia y el sacrificio como la llave del éxito. Y no, no hablo de eso… Tenemos a Elon Musk haciendo que sus currelas trabajen 120 horas al día en su nueva agencia; nada más lejano de lo que quiero decir.

Yo hablo de dedicar el tiempo libre que te deja tu trabajo o estudios a actividades que generen algo positivo para ti y tu comunidad. Por supuesto, no digo que todas estas actividades no deban ser remuneradas. De hecho, se ha avanzado bastante en este aspecto, pagando a quienes trabajan en la base por su labor formativa.

Trail building, trabajando por un impacto positivo
Trail building, trabajando por un impacto positivo

Pero no vamos a entrar en dilemas éticos, ya que tampoco creo que sea un tema para tratar en Le Puncheur. Eso sí, por favor: dedicad vuestro tiempo a las cosas que os gustan, y no solo a producir. Vida solo hay una, y hay que disfrutarla.

El ciclismo es un deporte que lleva el voluntariado en su ADN, y eso ha creado un caldo de cultivo que nos permite disfrutar de él a lo largo de casi toda nuestra vida. Otro offtopic… ¿os habéis planteado que el ciclismo es uno de los pocos deportes que puedes practicar durante toda tu vida? Aprendes a montar en bici en la infancia y, al ser un deporte poco lesivo, puedes seguir practicándolo hasta la vejez.

Gracias al voluntariado, tenemos carreras y marchas en las que podemos competir sin perdernos en los cruces, mostrar lo mejor de cada zona o correr con seguridad. De esto ya hemos hablado en otros artículos, sobre todo en el de la Itzulia, que es un gran ejemplo de lo que digo. Todo ese trabajo es digno de agradecer, pero hoy nos centraremos en los trail builders y en el MTB.

Son figuras que crecieron en los albores del MTB con la creación de la IMBA (International Mountain Bicycling Association) y sus “The Six Rules of the Trails” (ver https://www.imba.com/sites/default/files/Team_IMBA/RulesOfTheTrail.pdf). Desde estas entidades se promovieron técnicas de construcción sostenible para minimizar el impacto ambiental y mejorar la experiencia de los ciclistas. Y en eso estamos…

Actualmente, esta filosofía está en auge, tanto por parte de empresas que se dedican a montar bikeparks o circuitos, como por personas que, desinteresadamente, nos brindan ese patio de juegos. En la zona de Bilbao tenemos a Tojo Shepperds, que dan servicio a la zona del Tojo; a la gente de Burdin Bike, que se ocupan, por ejemplo, del circuitazo de Las Balsas XCO de Ortuella (mi circuito preferido); y a Basogintza Miribilla, que nos ocupamos del Pagasarri, Ollargan y Arnotegi. Además, está la gente que mantiene el Vivero en condiciones, nuestro paraíso particular…

De todas formas, todo esto hay que saber hacerlo. No podemos ponernos a crear senderos sin más, ya que el monte tiene dueño y cada traza que creemos pasará por uno o varios propietarios. Nosotros siempre avisamos de los trabajos a realizar, para que se nos dé el visto bueno.

De todo esto hemos hablado con Rubén, con quien ya hemos conversado anteriormente. Nos cuenta que, antes de la pandemia, la gestión del monte se destinaba casi exclusivamente al ganado o a la industria maderera. Pero desde entonces, se ha producido un cambio de mentalidad. En esa época empezamos a ser conscientes de la importancia de los espacios abiertos, y eso ayudó a que se viera el monte como un espacio también destinado a la práctica deportiva, si se gestiona adecuadamente. Incluso en Bizkaia, Cantabria y Álava, nos cuenta Rubén, se han hecho trabajos junto con instituciones.

Pero como ya dijimos, el monte está dividido en parcelas, como las ciudades, y cada una tiene su dueño. Aunque en la mayoría de los casos no ponen pegas, no podemos olvidar que estamos pasando por terrenos privados, y esa gente puede decidir mañana que no nos deja pasar, destinar esa parcela a la ganadería o hacer una entresaca que arrase con todo. Eso puede pasar, y tenemos que entenderlo sin enfadarnos.

Por eso Rubén insiste: cuando se haga algo, hay que saber dónde se hace y proyectar los senderos o bikeparks pensando en su futuro. Por ejemplo, no realizar grandes obras en sitios donde se prevé una entresaca en pocos años. Tenemos que aprender todos: instituciones, trail builders y ciclistas, sobre todos estos entresijos.

Después de la opinión del profesional, va la mía. Hay quien me dice que solo hablo de lo que conozco, o que solo entrevisto a corredores vascos… pero ¿qué puedo hacer si es lo que más conozco? Así que os contaré un poco lo que pasa en Bizkaia y Álava.

En Bizkaia, todo el monte —o prácticamente todo— es privado, y suele ser usado para explotaciones ganaderas o plantaciones de pino y eucalipto. Estas especies no autóctonas generan problemas de biodiversidad, además de ser más inflamables que especies locales como el haya o el roble.

Tener bosques autóctonos nos brinda muchos beneficios: favorecen la biodiversidad y el equilibrio ecológico, previenen la erosión y mejoran la calidad del suelo al promover el ciclo natural de nutrientes. También ayudan frente a la emergencia climática, absorbiendo más CO2 y mejorando la calidad del agua de los ríos.

Además, no sé si habéis tenido la oportunidad de ver un hayedo o un robledal, pero son de las cosas más bonitas que se pueden encontrar en la naturaleza. Y generan, además, una conexión con la cultura local. En mi opinión, las instituciones deberían promover los bosques autóctonos. Pero, como dijimos, cada parcela tiene su dueño, y no es sencillo encontrar una forma de compensar a quienes poseen esos terrenos para que los cedan a las autoridades.

Álava, en cambio, tiene prácticamente todos sus montes públicos (aunque su llanura ya no tanto, de donde han desaparecido muchos bosques), y han conservado especies autóctonas. Por eso es una maravilla ir a Montes de Vitoria, Izki o la zona de Landa y Legorreta. Es una auténtica delicia andar en bici por esos sitios: el suelo es mejor, ya que nunca ha pasado maquinaria por allí, los árboles le dan un encanto mágico, y generalmente ya existen senderos naturales que solo hay que adecentar. Tengo pendiente hacer un artículo sobre Álava, y en particular sobre Gasteiz, como paraíso mountain biker.

Para mí, tendría que haber un equilibrio: parte del monte puede ser explotado, pero también deberían existir zonas protegidas plantadas con especies autóctonas. Así lograremos bosques no solo orientados a la producción, sino también a preservar nuestra biodiversidad y a disfrutarlos más.

Trail building, trabajando por un impacto positivo
Trail building, trabajando por un impacto positivo

Hemos dicho que el monte es de todos, eso nos ha quedado claro, y también lo es su disfrute. No puede ser que se criminalice al colectivo ciclista, que por lo general es bastante respetuoso con el monte, colaborando en su limpieza y creando senderos que, en ocasiones, han ejercido de cortafuegos (recuerdo Colina Triste hace unos años). No somos perfectos y tenemos mucho que aprender —como respetar los senderos creados o cerrar tramos para su recuperación—, pero duele que se nos vea como el enemigo. Que se rompa el trabajo realizado o, peor aún, se pongan trampas que ponen en riesgo la salud de los ciclistas. Yo creo mucho más en la convivencia que en el enfrentamiento.

Me parece muy curioso que ciertas instituciones y ciudadanos tengan tanto interés en sacar las bicis del monte (y de la carretera, por otros motivos), por la erosión que generan (Y la propia naturaleza erosiona el monte). Pero esas mismas instituciones y ciudadanos no se quejan cuando se mete maquinaria pesada para sacar madera, destrozando caminos, y luego no se cumple con la obligación —que sí existe— de dejar el monte como estaba.

En conclusión, creo que el monte puede ser un espacio de disfrute para todo el mundo y a la vez respetarnos, y respetar la naturaleza.

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