El ciclismo, ese territorio que presume de neutralidad mientras esquiva charcos políticos a cada pedalada, acaba de presenciar una maniobra insólita. El equipo Israel–Premier Tech, símbolo de un proyecto que mezclaba deporte, diplomacia y orgullo nacional, ha anunciado que cambiará de nombre y estructura de cara a 2026. No se trata de una operación de marketing, sino de una huida hacia adelante: un intento de sobrevivir en medio del ruido, las protestas y la incomodidad creciente que su identidad provoca en las cunetas.
La tensión llevaba tiempo acumulándose. En la última Vuelta a España, las protestas contra el genocidio israelí en Gaza se convirtieron en una constante. En Bilbao hubo altercados, en otras etapas la carrera se neutralizó y, de pronto, el maillot azul con la palabra “Israel” en grande se transformó en un blanco perfecto. El equipo, presionado por organizadores y patrocinadores, optó entonces por retirar el nombre del país del uniforme, dejando solo las siglas IPT. Era un parche temporal, una forma de ganar tiempo, pero todos sabían que la tormenta no había pasado.
Ahora, el movimiento se formaliza. La estructura se reconfigurará, la marca se renovará y el proyecto buscará desmarcarse de la connotación política que ha terminado devorando cualquier discurso deportivo. Detrás de la decisión hay mucho más que una estrategia estética: Factor, el fabricante de bicicletas, habría dejado claro que su continuidad dependía de un lavado completo de imagen. Y en el fondo, el propietario Sylvan Adams, empresario canadiense-israelí y ferviente defensor del sionismo, ha entendido que su sueño de “mostrar al mundo la cara moderna de Israel” se ha vuelto insostenible en el pelotón.
La paradoja es cruel. Adams llevó el Giro a Jerusalén en 2018, apostó por Chris Froome, por Fuglsang, por Woods, construyó un equipo competitivo con dinero y ambición. Pero ocho años después, esa bandera que ondeaba con orgullo se ha convertido en un lastre que amenaza la propia existencia del proyecto. La política ha entrado por la puerta que el ciclismo intentaba mantener cerrada, y el resultado es un equipo que renuncia a su nombre para poder seguir corriendo.
Hay quien lo ve como un repliegue táctico; otros, como una rendición. Lo cierto es que el ciclismo moderno ya no puede fingir neutralidad. Las carreteras, esas que atraviesan pueblos y ciudades de un continente que observa y opina, no son un decorado inocente. Israel–Premier Tech, o como se llame en 2026, seguirá pedaleando, pero ya no será el mismo. Habrá cambiado su nombre, su bandera y su relato. Y si logra sobrevivir, este movimiento puede acabar siendo una buena noticia: para el ciclismo, que recupera distancia frente al poder político, y para una sociedad que, por fin, empieza a exigir coherencia también en el deporte.
Comunicado del Israel – Premier Tech
«Hace once años, se fundó el equipo de Cycling Academy con la visión de nutrir a jóvenes talentos de países ciclistas no tradicionales, incluido Israel, brindando a los aspirantes a ciclistas un camino claro hacia el ciclismo profesional.
Durante los últimos 11 años, el equipo, que evolucionó a Israel – Premier Tech hace cuatro años, ha experimentado los altibajos propios del deporte profesional, desde la alegría de ver a nuestros corredores ganar etapas del Tour de Francia hasta el desafío del descenso y la remontada al WorldTour. Es, y siempre ha sido, un proyecto deportivo.
El equipo se enorgullece de sus logros en la carretera, pero aún más de la cultura que ha construido. Esta cultura ha sido la base que le ha permitido superar los desafíos de los últimos meses, apoyando firmemente a sus pilotos y personal durante un período increíblemente difícil. A lo largo de este tiempo, los propietarios y la gerencia del equipo han reconocido la necesidad de un cambio.
Con un firme compromiso con nuestros ciclistas, personal y valiosos socios, se ha tomado la decisión de cambiar el nombre y la imagen del equipo, alejándose de su actual identidad israelí. En el deporte, el progreso a menudo requiere sacrificio, y este paso es esencial para asegurar el futuro del equipo.
De cara a la temporada 2026, Sylvan Adams decidió dar un paso atrás en su participación diaria y ya no hablará en nombre del equipo, para centrarse en su papel como presidente del Congreso Judío Mundial, Israel»

Alberto aterriza en Le Puncheur por elección propia después de haber dirigido durante 6 años otro proyecto relacionado con el atletismo. Deportivamente dedicado a la marcha atlética, pero apasionado de ciclismo desde que tiene uso de razón, este Toledano viene a darnos su punto de vista siempre desde el lado mas objetivo posible.
 
                                             
                                                         
                                                         
                                                        
La situación en la Vuelta me generó sentimientos encontrados, por un lado porque no me parecía justo que el pelotón tuviera que pagar por un genocidio del que no era responsable, pero a la vez convencido de que el deporte no debe lavarle la cara a ningún régimen que viole derechos humanos universales, empezando por el derecho a la vida… Pero igual, siento que el ciclismo (o la UCI) esquivaba la política a conveniencia, porque bien que marginó a Rusia sin miramientos, y no se anda con remilgos con naciones con un historial cuestionable en tema de derechos humanos…