La evolución del ciclismo español lleva siendo carne de análisis desde hace algunos años. Los tiempos de vacas gordas estuvieron repletos de éxitos y malacostumbraron a un público al que desde entonces sólo le valen las victorias. Es cierto que después de la era Contador, en la que co-habitaba con otros genios como Óscar Freire, ‘Purito’ Rodríguez y un Alejandro Valverde en plenitud, todo va a parecer poco. Una generación más discreta que ha sucedido a aquella, sin el brillo en las generales ni en las victorias parciales.
Ha sido el murciano y ya sobrepasando los 40 años de edad el que ha estado sosteniendo un ciclismo que, una vez el de Movistar ha bajado sus prestaciones, se ha desplomado. Landa, Soler, Mas o los Izagirre no aportan tantas victorias ni de tanta calidad. Tan escasa es la cantidad que el ciclismo español ha dejado su marcador a cero en victorias en Grandes Vueltas esta temporada.
Las lecturas deben ser amplias. La cantidad de equipos fue más alarmante en el pasado. En la presente temporada todos los equipos profesionales han estado en la Vuelta a España, a excepción del Kern-Pharma, que, junto al resto, sí han estado presentes en todas las competiciones en territorio nacional, World Tour inclusive. Lo llamativo ha sido que no haya llegado la victoria en la Vuelta, coto en el que los ciclistas locales suelen cazar. El escaso reparto de las victorias y que éstas han ido a parar a corredores de gran calidad ha hecho que el casillero no se moviese durante los 21 días de competición. Con presencia en fugas con pocas posibilidades, se ha echado en falta más participación activa en las jornadas que no estuviesen condenadas a llegar al sprint.
El único que ha tenido presencia importante y ha tenido a mano luchar por las victorias ha sido Enric Mas. Su concentración exclusiva en la consecución del podio final le ha alejado de los triunfos parciales. Movistar peleó por alguna etapa con Carlos Verona y Euskadi con Bizkarra no anduvieron lejos. Aranburu, de Astana, peleó en los primeros puestos mientras estuvo en carrera. Jesús Herrada fue otro de los más activos.
No es la primera vez que el marcador queda a cero. En 1996 fue la última y única ocasión que esto tuvo lugar. 25 años después la historia se repite, volvemos al punto de partida. Al menos en 2021 Enric Mas se ha clasificado segundo. Entonces fueron tres suizos los primeros clasificados, con Fernando Escartín como mejor ciclista español en el décimo lugar. En 1996 el marcador lo salvó Ángel Edo, ganador de una etapa del Giro de Italia. Tercero fue Abraham Olano, habiendo portado la maglia rosa por un día y cediéndola durante la jornada decisiva que escalaba al temido Mortirolo. El vasco estuvo muy competitivo en el Tour, donde disfrutó de posiciones de podio hasta la última etapa de montaña. Sin victorias y con el regusto amargo del anhelado sexto Tour de Indurain.
Tras aquel varapalo, el ciclismo español remontó. La Vuelta de 1997 vio cómo una nueva generación daba el paso adelante, con Chava Jiménez y Roberto Heras victoriosos. Olano venció en la última contrarreloj del Tour y el Giro iba a descubrir a un asturiano que descendía como los ángeles: Chechu Rubiera. Fue un punto de inflexión que enlazó con los años de Contador, Valverde y Purito. Rara era la gran vuelta que finalizaba sin victoria de alguno de los tres. Con Luis León Sánchez y otros corredores ‘de complemento’, el marcador de victorias disfrutaba de sus mejores días. Llamativo fue el Tour de 2003, donde además del protagonismo de los Euskaltel y Beloki hasta su fatídica caída, el pelotón español se llevó cuatro etapas con corredores distintos.
Y llegamos a este punto. Un 2021 donde no se han registrado victorias en las grandes vueltas a cargo de ciclistas nacidos en España. Sí sus equipos, con el triunfo de Miguel Ángel López en la cima del Gamoniteiro para Movistar. Una travesía por el desierto que parece tardará un tiempo en subsanarse. Una presión añadida que puede ejercer su influencia al aportar presión mediática al igual que en Francia los jóvenes talentos crecen bajo la cada vez más alargada sombra del último triunfo galo en París.
El ciclismo se ha globalizado, ha extendido sus brazos a todos los continentes y ya no es raro ver ciclistas de África, Australia, Asia, América o incluso Europa. Italia sufre un problema similar, Francia lleva encallada en la nostalgia muchos años. Vienen Ayuso, Romo, Carlos Rodríguez… que seguro elevarán el nivel de competitividad. Un nivel que ha crecido en su valor medio y que complica sobremanera imponerse en etapas que muchos corredores compiten. Hay muchos hombres rápidos que cada vez pasan mejor la montaña, escaladores que esprintan razonablemente bien, rodadores que son difíciles de soltar en las rampas… El ciclismo se ha globalizado también en eso. Hay menos márgenes, menos distancias, más igualdad cada vez. Por ello, o coincide una auténtica generación de genios como puedan ser en este momento los eslovenos, o los triunfos llegarán cuando puedan llegar.
Bien es cierto que la falta de equipos de primer nivel es un handicap importante. Si bien muchos ciclistas españoles de primer nivel han competido, como comentábamos, y triunfado en una situación similar. Pero eran grandes talentos, ciclistas históricos podríamos decir. El problema viene cuando en esos equipos extranjeros ya no hay una manta de corredores españoles que dé presencia de vez en cuando. Castroviejo o Peio Bilbao son muy buenos ejemplos. Son excelentes gregarios y se les valora. Pero dedican poco a su lucimiento personal. Al igual que Mikel Nieve u otros cuya labor cuenta con una crítica buenísima, pero se trata de una labor más oscura, invisible para los libros de historia.
La evolución debe confirmarse en los próximos años para llamarla preocupante. Es cierto que no es excesivamente halagüeña, pero aún hay margen para revertirla. A donde debe encaminar el fulminante dato es a una reflexión. ¿Es bueno que únicamente exista un conjunto World Tour que dé salida a ciclistas hacia el primer nivel? En un momento dado, no van a encontrar el hueco necesario para crecer. ¿Sería bueno que alguno de los Pro-Continentales diese un salto de calidad para equipararse a conjuntos como el Alpecin-Fenix, sin licencia World Tour pero con hechuras de tal? Quizá sea la manera, dado que la máxima categoría parece vetada para la creación de más equipos españoles.
Evolución de victorias de etapa españolas en Grandes Vueltas desde 1955
Foto: Sirotti