Marc Soler (UAE), el súper gregario, y su problema con los descensos

Si un nombre sale reforzado del Tour de Francia es el de Marc Soler. Ha sido protagonista de una de las imágenes del Tour, con Tadej Pogačar sufriente a su espalda. Instantánea que pasará a los álbumes históricos y donde se verá al corredor barcelonés como el hombro que sujetó a un gigante. Momentos de zozobra que él mismo ha vivenciado en primera persona, para que sus piernas, frenadas por la pendiente, la presión y la mente, le trasladasen a la línea de meta. Por eso mismo, insertado perfectamente en el papel de gregario de lujo y al total servicio de sus líderes allá donde sea conveniente. Rol impensable para quien dejó Movistar entre aspavientos y aparentes altas miras.

Se le observa sonriente en las salidas, eficiente en las ocasiones que tiene para disfrutar de la libertad. Vive en el UAE de ‘Matxin’, donde ha caído de pie, se ha olvidado de Movistar y los malos aires que le aportaban, y ha sabido restructurar el concepto que él mismo sugería como corredor. Encontrar el lugar es el primer paso para la felicidad. Y a Marc se le observa contento, no como una pieza en constante discordancia, sino que encaja con el resto del puzle a la perfección. A los 30, que son los nuevos 20, aunque en el ciclismo de hoy el cálculo es justo al contrario.

En sus días más felices como ciclista ha tenido, sin embargo, un percance que cerca estuvo de ser fatal para su trayectoria ciclista. La criminal bajada hacia Leitza le hizo besar el suelo con una grave lesión en su pulgar, que corrió serio peligro. Perder ese dedo le hubiese supuesto lo mismo que una pata a un caballo. Su profesión pendía literalmente de un hilo. Mejor dicho, de una arteria. Las complicaciones en frenado hubiesen impedido su desempeño en el ciclismo. Por suerte, la operación de reconstrucción fue bien y ha podido completar sin mayor problema el Tour, la piedra angular de su calendario de 2023.

En el Tour hemos podido ver en directo sus problemas en los descensos. Le debe faltar confianza y sobrar miedos. Es natural, es humano. Las lesiones, y más las que tengan relación con el apoyo del ciclista en el manillar de forma tan directa, llevan su tiempo físico, pero también psicológico. Conforme vaya observando que su dedo es capaz de dar respuesta, su problema irá diluyendo sus efectos. Suerte que la recuperación fue por buen camino y logró recuperar cierta normalidad. El problema vendrá más por la debilidad en las bajadas que intentarán acentuar sus futuros rivales.

Ahora es periodo de descanso, toca ir pensando en clave Vuelta a España, con dos líderes claros para los que trabajar. El UAE ganó con Yates en Bilbao del mismo modo que Soler hizo el agosto pasado. El Guggenheim faltará en 2023, pero no Lekunberri, que regresa al mapa de la Vuelta. En ambos ha vivido sus dos mejores días como ciclista profesional.

2024 verá el fin de su contrato, la lógica dice que renovará y continuará en una de las mejores escuadras del mundo, donde es ya un imprescindible como gregario en Grandes Vueltas. En caso de querer prosperar como líder, ya entrado en la treintena pero objetivo legítimo, ofertas no le faltarán. Ciclistas de esta calidad no son fáciles de encontrar en el mercado y tanto UAE como ‘Matxin’ harán el trabajo para retenerle en sus filas. Sobre todo porque su gran opositor, el Jumbo Visma, tendría opción de firmarle y completar un equipo que ya de por sí da miedo. Mejor un Soler de su lado que en contra.

Fotos: ASO / Ballet / López