Van der Poel gana el mejor Mundial de la historia

Glasgow. Agosto de 2023. San Remo, Roubaix y campeón del mundo. ¿Un mal año? Es el botín mínimo que amasa Mathieu Van der Poel. Un ataque a 20 kilómetros de meta le da al holandés la mejor historia de su vida hasta la fecha para contar a sus nietos. La carrera vivida es indescriptible y necesitará tiempos de reflexión para calibrar lo degustado, pero lo que sí parece evidente es que estamos ante una de las mejores ediciones del Mundial de todos los tiempos. La carrera destrozada a más de 100 kilómetros de meta, intensidad desde la entrada al circuito hasta la última recta, ataques de todos los favoritos, táctica, épica, caídas, lluvia, sol…

Esos dos últimos ingredientes eran imperdibles para hacer un arco iris. Ambos agentes meteorológicos se dieron cita para darle emoción añadida a la victoria de VDP en unas abarrotadas calles de Glasgow que por momentos recordaban a esas empinadas calles de San Francisco. Faltaba el tranvía, pero estaba el obús, que era un ciclista de maillot blanco en la salida, algo más marrón y rojo en la línea de meta, que abría una fisura en el grupo de cuatro que se iba a jugar la carrera y que con ello implosionó para conducirse a meta imparable, disfrutando de la soledad del triunfo.

La épica y la lluvia nos dieron un momento impensable, que era ver al virtual ganador por los suelos, con raspones, el maillot destrozado y la zapatilla derecha cual peluche en los dientes de un perro. De esa guisa llegó a meta uno de los mayores héroes de esta apasionante carrera, la prueba reina de todo el Campeonato del Mundo. Por cierto, ¿alguien entiende que la prueba reina se celebre al principio? Las finales nunca se juegan antes de la semifinal. En fin, la UCI.

Para muchos, los neerlandeses celebran su primer Mundial. Cuando eran Holanda, si es que han dejado de serlo, ganaron en 1985 a manos de Joop Zoetemelk. 38 años sin conquistar la versión masculina del maillot arco iris. La femenina, como por todos es sabido, ha sido conquistada en más ocasiones por Vos o Van Vleuten. Tenía que ser Van der Poel (el poder de la ‘V’) quien actualizase un título que le mete directamente en la leyenda. Entre las nubes de Glasgow se abre un claro que le eleva a los cielos. Todo el sacrificio y trabajo bien hecho trae su recompensa. Sólo su abuelo estará más feliz que él.

Poulidor intentó lo que su nieto ha tratado de hacer durante años. Tres veces tercero, una vez segundo. Como el amarillo, como muchos otros registros, su nieto ha venido a este mundo para superar el legado familiar. Impresionante lo alto que queda el listón para el siguiente, a ver quién se atreve. Es el héroe y el foco de todas las miradas, pero hay muchas más partes que analizar en un carrerón que se recomienda fervientemente no perderse en diferido en caso de no haber podido verla en directo.

Un Mundial de grandes diferencias y sobrado de dureza, en gran parte por el ritmo de los ciclistas y la violencia con la que se han enfrentado a estas empinadísimas calles. Ataque, contrataque, ataque, contrataque… así hemos estado más de una hora. Evenepoel arranca, Skjelmose lo cierra (vaya carrera la del danés), el grupo va menguando vuelta a vuelta hasta que Alberto Bettiol aprovecha un avituallamiento para atacar ‘a la antigua’. Fue el único resquicio para dejar de rueda a alguien, y sucedió porque cogió a todos cogiendo el bote de líquido en el paso por los boxes.

El italiano protagonizó otra hora de carrera, con una diferencia que se acercó al minuto, pero que se sabía insuficiente a sabiendas de quiénes venían persiguiendo. Las arrancadas de Van der Poel, de Van Aert y las de Tadej Pogačar fueron limando el grupo. También las de Mads Pedersen, que se quedó fuera del podio por medio tubular, pero merece el bronce tanto como el esloveno. Impresionante su carrera. La decisión de la carrera llegó de la mano del infortunio. Narváez besó el suelo y se cortaron los corredores que se iban a jugar la carrera. Los cuatro perseguidores se destacaron y se observaron las costuras a muchos otros.

Evenepoel, que había jugado una táctica un tanto extraña de atacar e irse a la sala de recuperación de forma inmediata para después volver a cabeza y atacar de nuevo. Un extraño movimiento dado lo estirado de los grupos, cuyos componentes iban de uno en uno. Así le pasó, que en un corte se quedó fuera del todo. Fue recuperando los huecos hasta que ya no pudo enganchar por proteger las opciones de Wout Van Aert, quien había protegido las propias cuando Remco se había cortado en alguna ocasión anterior.

Se dio una circunstancia peculiar, y es que cuando el ritmo del pelotón (pelotín, más bien) se paró, arrancaron gente como Skujins, Powless, etc. Ciclistas que querían recoger la toalla del suelo y que bien cerca se quedaron de enlazar y luchar así por las medallas. El problema es que todo coincidió en el tiempo, con Bettiol siendo alcanzado por los Cuatro Jinetes del Apocalipsis y Van der Poel arrancando la moto definitiva.

El último en ceder fue Van Aert, pero el holan… perdón, neerlandés abrió uno, dos, tres metros y ya conocemos al personaje. Los pasos a nivel se pusieron en marcha, pero no recibieron la señal de que el tren venía por la carretera y no por la vía. El nombre en el trofeo ya estaba grabado. La lucha empezaba a ser por la plata. Y por el honor. Una prueba de supervivencia que sólo terminaron 51 (área) ciclistas. Bettiol finalizó décimo a más de cuatro minutos. Küng, que fue quinto, más de tres. Diferencias de etapa de montaña de ocho horas de duración. En un circuito que dio más juego del que parecía a priori.

Pogačar, Van Aert y Pedersen se jugaron el segundo y el tercer lugar. Los dos primeros entraron en el podio, con el belga segundo de nuevo (¿seguro que es Mathieu el familiar de PouPou?) y Tadej luchando contra viento y marea por soltar a estas dos bestias de rueda. En el sprint fue una lucha con el danés como dos boxeadores a punto de besar la lona. Van Aert se adelantó unos metros. Buen resultado, no cabe duda, pero sabor agridulce por una derrota más ante su archirrival y una táctica del equipo que vio a Bélgica tirando en cabeza de carrera y del pelotón.

Con Evenepoel, dorsal número uno y por piernas el quinto Beatle de ese grupo, en el grupo mayoritario, tirar delante con la carrera ya hecha fue un error. Como no hay pinganillos en estas pruebas, todo queda al criterio del ciclista, y ya sabemos que Wout en estas ocasiones toma decisiones cuanto menos cuestionables. Se podría sacar una estadística de todas las veces en las que el belga haya ganado un sprint esta temporada a Van der Poel o a Pedersen. Les doy una pista: el 24 de marzo de 2023 en E3, la única victoria en línea de Wout en una temporada para olvidar (dentro de su tallaje, obviamente).

Y esa victoria vino por remolonear en el relevo ante Van der Poel y Pogačar. En Glasgow no lo hizo y así pasó, que cuando el holandés arrancó con todo le faltó ese punto que hubiese ido bien guardar. Análisis de trazo fino. En el trazo grueso, capaz de estar con facilidad en la pelea por las medallas. Su calidad es indudable. Al igual que el mérito de Tadej. El esloveno estrena metal en el Campeonato del Mundo. Era un circuito demasiado potente para él, con arrancadas demasiado cortas. La reproducción del Poggio. Pogačar necesita un plan ‘b’ para este tipo de situaciones donde su nuca y su rueda están repletas de ojos.

Mención especial para Pedersen, que confirma que los Mundiales en las Islas le van muy bien (en Yorkshire 2019 ganó). Skjelmose se reveló como un candidato más a este tipo de pruebas. Le faltó fuelle al final o trabajó demasiado al principio, como se quiera ver. Espectaculares los letones. Espectaculares los estadounidenses. En la fuga con Vermaerke y con Craddock y Powless en la pomada. Muy bien Suiza con Küng saliendo y tapando cortes y con Schmid demostrando que su fichaje por Jayco no es casualidad. Narváez muy bien, pese a la terrible caída que sufrió. Italia intentando, Australia en la fuga… ¿Y España?

España resistió con Aranburu en carrera. Ion Izagirre hizo una buena carrera hasta que pasó la media hora de locura. Pasó de estar en cabeza a la retirada. Pero en general de nuevo un desempeño gris y anónimo que hizo aún más grandes las ausencias de Pello Bilbao y la personalmente incomprensible de Juan Ayuso. Hubiese sido una interesante ocasión para verle medirse a su compañero Pogačar fuera de los entrenamientos cronometrados. Y con legitimidad para ser él mismo. García Cortina terminó.

Sólo hubo una selección que naufragó tanto o más, que fue la francesa. Ni Alaphilippe, ni Laporte, que quedó cortado por circunstancias de carrera. Madouas hizo un carrerón y fue el único galo capaz de terminar. No eran los máximos favoritos, pero siempre se espera más de un equipo con estos mimbres. Philipsen, en Bélgica, también decepcionó. Al igual que Evenepoel. Aunque más que por el resultado fue por la forma. Cortado en los momentos esenciales debido a su mala colocación, iba como loco por poner en marcha el gol del empate de sus rivales. El gesto de resignación fue el inicio de una desconexión que le llevó a finalizar a diez minutos de los ganadores.

No es un gesto digno del campeón que es, ni siquiera del ya antiguo campeón del mundo y dorsal número uno. En el ciclismo, como en la vida, hay que estar a las duras y a las maduras, como se suele decir. Fue el primero en romper la gran hostilidad a más de 100 kilómetros de meta. Ese honor sí que se lo lleva. Pero en la era de las cámaras y la imagen, debe cuidar más ciertos gestos. Por no granjearse enemistades innecesarias.

Por lo demás, un gran Mundial de ruta en este conglomerado de carreras que finalizará con la prueba ‘reina’, que será esta vez la carrera femenina. Un desorden natural de las cosas que ha puesto el plato fuerte al segundo día. Inventos de la UCI que lo único que va a conseguir que un ciclismo se pise con el de al lado, pudiendo cada uno tener su momento de atención destacado durante la temporada. Opinable. Al igual que el circuito, peligrosísimo con lluvia. Ni una palabra del señor Hansen al respecto. Tampoco de las patas salientes de las vallas del circuito que causaron más de una caída. Imagino que la salud de los ciclistas sólo importa en determinadas ocasiones.

se queja de los protestantes que se cementaron a la carretera. No seré yo quien aclame estas acciones que en el fondo y en el largo plazo perjudican más que ayudan a las ideas que se dicen representar y defender. Pero, ¿no es acaso lo mismo que el señor Hansen ayudó a generar en el Giro de Italia? De una causa justa, como es la defensa de la seguridad del ciclista, a la imagen que los ciclistas dejaron ante sus aficionados, que salió muy dañada. El corto y el largo plazo. Ironías de la vida, tenía toda la razón con mi artículo: la burbuja continúa. Para la desgracia del ciclismo. Menos mal que tenemos a Van der Poel ganando el Mundial.

Foto: Twitter UCI