Se cumplen 35 años de la única victoria irlandesa en la general de la Vuelta a España a cargo de Sean Kelly. El ciclista entonces del KAS tuvo viento a favor para cumplir las expectativas que durante bastantes años se habían conservado en torno a este gran ciclista de clásicas y vueltas de una semana. Las Grandes eran su asignatura pendiente, con mucho top 10 en el Tour y con muchas más facilidades en esta carrera de mes de abril. La temperatura también era un factor y con ella se hizo con nada menos que once etapas en un puñado de ediciones.
Parecía una carrera hecha a su medida y dicho y hecho: fue tercero en 1986, en el año que Pino eligió para mostrarse al mundo. Subió al podio de Jerez de la Frontera y se podría pensar que aquello fue su techo. Sin embargo, no lo sería. En una Vuelta con una participación que incluía a los cuatro anteriores vencedores (Eric Caritoux, Pedro Delgado, el propio Álvaro Pino y Lucho Herrera). También a Reimund Dietzen, segundo tan sólo un año antes por detrás de la primera victoria colombiana. Y a uno de los segundos más célebres, el escocés Robert Millar.
Entre otros jóvenes que venían llamando a la puerta como Claudio Chiapucci, Julián Gorospe o el imprevisible Fabio Parra, que sería tercero en el Tour de Francia ese mismo año. Otra de las grandes novedades de esta edición era el punto de partida de la carrera, que eran las lejanas y siempre acogedoras Islas Canarias. En 1988 sería la primera y única vez que la Vuelta contemplase la posibilidad de rodar por el paraíso canario, con etapas en dos islas (Tenerife y Gran Canaria). Era un inicio atípico que unió al pelotón con la Península sin un solo día de descanso intermedio. Hubo chinchetas en la carretera para dar la bienvenida al pelotón.
Otra novedad fue el formato de la primera etapa, un prólogo por series de 36 ciclistas que competían entre sí. Los líderes fueron asignados todos a un mismo grupo y así se dirimió quién sería el primer líder de la competición. El italiano Pastorelli vistió el amarillo, si bien le duraría exactamente un día. Una escapada protagonizada por tres ciclistas españoles hizo a Iñaki Gastón ganador de la etapa en Santa Cruz de Tenerife y al sorprendente Laudelino Cubino como nuevo líder. El escalador bejarano sería la gran revelación de aquella Vuelta.
Su equipo, el BH, ganó la crono por equipos de Las Palmas, por lo que regresó a terreno peninsular con un buen botín. El pelotón subía por tierras extremeñas hasta pasar por su Béjar natal, que fue una auténtica fiesta al ver a su héroe como líder de la Vuelta. De cuatro etapas disputadas tras el periplo canario, tres fueron a parar al gran velocista de la edición y uno de los de la época, el holandés Mathieu Hermans. En total acabarían siendo seis, llevándose el sprint de Madrid, aunque ni siquiera así pudo llevarse la clasificación de la regularidad. Su rival no era fácil, ya que Sean Kelly iba a vestir el maillot verde del Tour por siete ocasiones.
Llegaba la montaña asturiana con una etapa dura camino de Brañillín-Pajares. La Cobertoria pondría un buen filtro y el ganador en la cima sería un ilustre, el gallego Álvaro Pino. La Meseta Castellana dejó al antiguo dorsal número uno sin opciones. Los abanicos también dejaron fuera de juego para la general a Lucho Herrera. ‘El Jardinerito’ fue el primero en atacar junto al español conforme llegó la montaña. Cubino resistió el envite y aumentó diferencias con gente tan importante como Millar o Kelly. Nada pudo hacer el irlandés en la contrarreloj al Naranco, una cronoescalada donde volvería a repetir Pino, demostrando que hubiese sido un gran rival para competir la general.
La llegada a la leve ascensión a Valdezcaray no produciría huecos entre los mejores. Pero la victoria fue a parar a Kelly, que se estrenaba en lo que iba de Vuelta y cogía moral. Era el primer ademán de recuperar tiempo sobre el bejarano y líder de la prueba. La subida a Cerler resultaría definitiva. Cubino desfalleció y perdió gran parte de su ventaja. Liberado por el equipo, Anselmo Fuerte anduvo muy rápido en la ascensión. Ese día ganó Fabio Parra y también se postuló para los puestos de honor. Camino de Andorra nada cambió, con nueva victoria para Iñaki Gastón. Segunda en 1988, tercera en su haber.
Llegaba Albacete, tierra de rodadores, y Laudelino cedió por fin el maillot amarillo. Lo bueno para el BH es que todo quedó en familia, ya que el beneficiado fue Anselmo Fuerte, que estaba acabando la carrera en plena forma. El irlandés Kelly iba a quedar a escasa distancia del asalto a la Vuelta, y tras pasar la sierra madrileñosegoviana sin ningún percance, llegaría la contrarreloj de Collado Villalba, donde el ciclista de KAS daría el golpe de gracia a una prueba que ya era suya a falta de un día. El paseo por Madrid le auparía al podio como ganador de una Vuelta Grande, algo que parecía nunca sucedería.
Dietzen batiría a Anselmo Fuerte por dos segundos en la lucha por la segunda plaza. El alemán repetiría posición con respecto a la edición anterior y el español obtendría el mejor resultado de siempre en la Vuelta. Cubino, gran protagonista de la carrera, terminó en cuarto lugar, ya alejado del podio. Quinto fue Fabio Parra, que completaría un año de ensueño para él. Millar sería sexto y otro célebre como Pino octavo. Si el gallego no hubiese cedido por los abanicos hubiésemos hablado de otra carrera bien diferente.
Se celebró mucho la victoria de Kelly, si bien siempre quedó el ‘pero’ de un recorrido tan afeitado para que el irlandés se hiciese con el trofeo de ganador. Aprovechó su ocasión, la suerte estuvo de su lado y pudo lograr el gran éxito de su carrera. Un ciclista muy querido por la afición española y que dedicó varias ediciones a amasar esta victoria. Eso sí, no volvería a correr la Vuelta en los años que aún le restaron de carrera.
Foto: Irish Mirror